La compleja situación actual del porcino de capa blanca en la Unión Europea

Dice un viejo y conocido adagio: “Tanto va el cántaro a la fuente, que acaba rompiéndose”; en mi opinión, el mismo puede aplicarse perfectamente en la actualidad, aunque con matizaciones, en el marco de la Unión Europea (U.E. – 27), al sector pecuario en general y al sector del porcino de capa blanca, en particular.

Para situarnos: La situación coyuntural de todo sector pecuario y, claro es, también en el caso del sector del porcino de capa blanca, se define inicialmente por su “disponibilidad interior total  (D.I.T.)” y por su “utilidad Interior total (U.I.T)”, complementadas por sus importaciones, por sus exportaciones y por las variaciones de sus stocks.

Empezando por las exportaciones, la Comisión Europea (CE), en su último informe de perspectivas, estima que, en este año 2023, las exportaciones de la Unión Europea (U.E.), en lo que se refiere al porcino de capa blanca, serán del orden de un 12 por 100 inferiores a las del año 2022; un porcentaje realmente significativo y que, por supuesto, tiene una clara incidencia en el devenir del sector.

Las razones de este importante descenso de las exportaciones en este sector hay que buscarlas, por una parte, en la previsible reducción de las importaciones chinas, australianas y estadounidenses procedentes de la U.E. y, por otra, en la pérdida de cuota de la Unión Europea en los mercados de bajo valor, en razón, fundamentalmente, de nuestros elevados precios.

Paralelamente la CE prevé que la producción interior en este año 2023 sea menor, del orden de un 5,5 por 100, a la del año 2022. Reducción en parte atribuible a la complejidad de la actual situación sanitaria (empezando por el virus PRSS de patogenicidad atípica).

Todo lo expuesto ha desembocado, este primer semestre del año 2023, en el hecho de que los precios al productor hayan alcanzado niveles históricos.  Así, debe tenerse en cuenta que en la U.E. y en el periodo de enero a junio del presente año, el precio de la carne de cerdo se ha encarecido en un 21 por 100 y ello ha dado lugar a que este precio sea en un 30 por 100 más elevado al que había hace un año.

Toda la situación descrita ha tenido una incidencia negativa, como no podía ser de otra manera, en la demanda global, como consecuencia de la disminución del consumo per cápita; así, la CE prevé una disminución media en la Unión Europea de este consumo per cápita, en el año 2023 respecto del año 2022, del orden de un 4,5 por 100.

No obstante, en España, ante la situación económica en la que estamos inmersos, más compleja que en otras regiones de la Unión Europea, como ya lo he explicado en anteriores boletines, con una significativa disminución de la renta neta per cápita y una inflación subyacente que sigue siendo importante, este descenso cuantitativo del consumo puede ser significativamente mayor.

A este descenso cuantitativo debe sumarse el correspondiente descenso cualitativo (creciente adquisición de piezas cárnicas de menor valor) y la sustitución, por razones de precio, del consumo de carne de porcino por el de carne aviar (especialmente de muslos, contramuslos y alitas).

Hay que significar que esta situación de complejidad sectorial no es exclusiva del porcino de capa blanca sino que también, en razón de la situación económica que rige en la Unión Europea, afecta en este año 2023, aunque de una forma más moderada, al vacuno de carne.

En este sector, la CE, en el mencionado informe, prevé que la producción se reduzca en este año 2023 cerca de un 2 por 100; las exportaciones de carne de vacuno se reduzcan un 5 por 100 respecto del año 2022 y que el consumo, ya de por sí discreto (unos 10 – 11 Kg per cápita) se reduzca, en el presente año, en un 1,7 por 100.

Y es que, nos guste o no, la economía es la que manda. En este sentido, el Gobierno que finalmente se constituya en España a partir del resultado de las elecciones del domingo pasado tiene por delante un muy sinuoso camino por recorrer.

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito