Los buitres y la ganadería: un problema creciente

Nunca ha sido fácil, no sólo en la Unión Europea (U.E. – 27), sino también en otras partes del mundo como, por ejemplo, en LATAM, desarrollar modelos de coexistencia aceptablemente pacífica entre algunas especies silvestres y la ganadería extensiva y/o semi – extensiva.

En la U.E. la mencionada coexistencia se vuelve cada vez más complicada por las crecientes presiones sociales a favor de la protección de las especies silvestres y, como no podía ser de otra forma, esta realidad también afecta negativamente a nuestra ganadería.

En este marco acabo de leer en RUMINEWS un interesante artículo sobre el buitre, escrito por don Óscar Caso, un veterinario que ya lleva 23 años trabajando en explotaciones ganaderas, con el que estoy absolutamente de acuerdo. Se trata de un escrito que aconsejo fervientemente leerlo a todos, pero especialmente a los proteccionistas y ecologistas teóricos.

Por mi parte, llevo ya unos años exponiendo en algunas de mis clases y en conferencias muy concretas, el creciente problema que, en determinadas zonas de España, suponen actualmente los buitres, básica y lógicamente, para la ganadería sujeta a modelos extensivos y/o semi – extensivos.

El buitre, como es por todos bien sabido, es un ave carroñera y precisamente por esta razón, su presencia en la naturaleza es muy necesaria, porque, a través de su “función original, limpiadora, sanitaria,”, ayuda muy positivamente a la eliminación de muchos residuos. No obstante, cuando por las razones que fueren no tiene la posibilidad de ejercer adecuadamente su función natural, es cuando se originan los problemas.

En este sentido no se debe olvidar que, desde mitad de los años 90 del siglo pasado, a raíz de la aparición de la  Encefalopatía Espongiforme Bovina, quedó terminantemente prohibido a nivel general en España dejar cadáveres o restos de animales muertos en el campo o en el exterior de las granjas (como hasta entonces era el caso, por ejemplo, en algunas granjas avícolas o porcinas).

No obstante, cierto es que las explotaciones ganaderas, sujetas a modelos extensivos de producción, cuando se encuentren dentro de las Zonas de Protección para la Alimentación de Especies Necrófagas, sí  pueden dejar, bajo ciertas condiciones y control, los cadáveres o restos de animales en el exterior,  para ayudar a la alimentación de estas especies necrófagas, siempre y cuando, obviamente, estas explotaciones estén debidamente autorizadas.

Por lo expuesto y como sucede con otras especies silvestres (por ejemplo, con el jabalí, con el conejo o con el lobo), con el buitre se hace necesario y perentorio, llevar a cabo una adecuada política de gestión integral y, por ende, protectora del mismo.

Debe tratarse de una gestión que implique, entre otras cuestiones, la acotación de sus zonas presenciales, la correcta logística en la ubicación y en el manejo de los muladares (por ejemplo en C-L hay más de 60 destinados a la alimentación de las aves necrófagas) y, paralelamente, su control poblacional.

Cuando esta gestión integral no existe el buitre, sencillamente para poder sobrevivir, modifica de forma obligada por las circunstancias carenciales sus comportamientos ancestrales  y deja de ser el ave que sólo se ocupa de un animal en situación terminal y/o de incapacidad y/o enfermo y se convierte en un animal relativamente depredador.

Es decir, este buitre, acuciado por la necesidad, por el hambre, agrede, en la medida de sus posibilidades, a animales vivos que están en situación de indefensión y/o sin posibilidad de huida,

Se trata en este caso, sin duda, de una actuación ajena a su propia naturaleza definida por un modelo de alimentación necrófaga (recordemos, por ejemplo, la acción de buitres hambrientos en una vaca viva en Canencia o sus ataques grupales a animales vivos en la zona de Guadalajara).

No se trata aquí en absoluto de criminalizar al buitre; muy al contrario. El buitre es un animal realmente magnifico, un exponente relevante de nuestra biodiversidad y está protegido por la ley. El buitre, en condiciones adecuadas del medio dónde se ubica, nunca caza ni ataca; lo que si hace es actuar, como ya se ha expuesto, como un “agente sanitario”.

Con su gran envergadura y elevado peso, con una distancia de punta a punta de ala superior a los dos metros y medio, no puede perseguir a ninguna presa; se trata sencillamente de un ave velera, de un ave planeadora, que ha desarrollado, en algunos casos y en algunas zonas, insisto por una pura necesidad de sobrevivencia, un comportamiento agresor atípico.

Esta realidad está creando coyunturalmente, a las ganaderías extensivas y semi – extensivas de ciertas zonas de nuestro país, nos guste o no, un problema todavía, en general, pequeño pero creciente, que no conviene ignorar, como se pretende en muchos casos, ni minusvalorar.

En este sentido sería muy positivo que la Administración Central y las Administraciones Autonómicas, dónde este problema existe y es real, tomaran cartas en el asunto y adoptarán las medidas pertinentes para solucionarlo.

Bastantes problemas tienen ya los ganaderos de extensivo con la fauna silvestre, como para que se les sume el de unos buitres hambrientos y desatendidos. Es llover sobre mojado.

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.

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