El imparable declive de la producción de carne de caprino en el seno de la Unión Europea (U.E. – 27)
Dado que esta semana voy a intervenir, dictando la conferencia inaugural, en un curso que va a versar sobre GANADO CAPRINO y que se va a desarrollar on line, en el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Castilla y León y Cantabria (COIACLC), me ha parecido interesante y oportuno, dedicar mi colaboración de esta semana en el boletín de ÁGORA TOP GAN, sobre todo para los lectores de LATAM, a escribir sobre este ganado; en esta oportunidad, en el aspecto de su aptitud cárnica (quedando pendiente de una nota próxima el tratar su producción láctea).
El ganado caprino fue domesticado alrededor de unos 8.000 años a.C. y pertenece a la especie Capra aegagrus hircos; un mamífero artiodáctilo de la subfamilia Caprinae, que, durante muchos siglos, tuvo una gran trascendencia, como productor de carne y leche, en la historia de la humanidad.
Actualmente, no suele ser frecuente que se hable de esta especie, especialmente en el seno de la Unión Europea, probablemente por su poca importancia cuantitativa que no cualitativa, que también es real a nivel mundial.
A nivel mundial, en lo que a la producción de su carne se refiere, se estima que el ganado caprino, sumando las producciones oficialmente controladas y la producción de autoconsumo a nivel rural, puede generar anualmente del orden de unos 8 a 9 millones de toneladas. Esta cifra viene a suponer, por ejemplo, del orden del 3 por 100, aproximadamente, de la producción de carne avícola en el Mundo.
En lo que se refiere a la Unión Europea (U.E. – 27), la producción total de carne de caprino en la actualidad, partiendo de un censo de alrededor de los 11 a 11,5 millones de cabezas de los cuales, aproximadamente, la mitad se ubican en Grecia y en España, puede situarse alrededor de 38 – 40 mil toneladas anuales (lo que supone un consumo per cápita medio de unos 100 gr por persona y años; es decir, insignificante).
Esta cifra de 38 a 40 mil toneladas puede suponer, aproximadamente, la tercera parte de lo que se producía hace unos 25 años en la entonces Unión Europea, constituyendo una muestra irrebatible del declinar de la importancia cuantitativa de esta especie, como productora de carne, en la Unión.
En España, actualmente puede haber del orden de las 70.000 ganaderías que tienen caprino en sus bases animales (muchas veces junto al ganado ovino) y la producción de carne de caprino se puede situar, desde una perspectiva global, alrededor de las 10 – 10,5 miles de toneladas anuales.
Ello puede suponer un 40 por 100 menos de lo que se producía, en nuestro país, hace un cuarto de siglo (sacrificándose, hoy, del orden de 1,1 – 1,2 millones de cabezas anuales lo que supone, aproximadamente, la mitad de las cabezas sacrificadas por aquel entonces).
Ello significa que el consumo per cápita estimado en España ha pasado de los 0,5 – 0,6 Kg por persona y año de principio de los años 90 del siglo pasado a 0,2 Kg por persona y año actuales (frente, por ejemplo, a un consumo aparente per cápita de carne fresca y transformados de porcino de unos 50 kilogramos).
Y todo ello tiene lugar cuando se trata, en general, de una producción pecuaria sostenible y que da lugar a una carne con un sabor delicioso que, además, ofrece una gran versatilidad en la cocina.
Si en paralelo a lo expuesto para la carne de caprino se analizara la evolución relativa y absoluta de los consumos, en la U.E. – 27 y en España, de las carnes de ovino, de conejo, de caballo y de exóticos (por ejemplo, avestruz) se podría constatar el drástico cambio, cuantitativo, pero también cualitativo, en los hábitos de consumo de proteína de origen animal en nuestras sociedades, en los últimos 50 años.
Y, así, los mismos se han ido focalizando, a mi entender de forma irreversible y cada vez más, dígase lo que se diga, en el consumo de carne y transformados del porcino (fundamentalmente de capa blanca), en el consumo de carne avícola (fundamentalmente de pollo y, en mucha menor medida, de pavo) y en el consumo, aunque de forma mucho más discreta, de carne de vacuno.
Y ello cuando en la Unión Europea (y también en España), el consumo global de carne, que, según la EOM, era, en el año 2018, de unos 76 Kg per cápita (y en España de unos 99 Kg. per cápita) se ha reducido significativamente en esta última media docena de años.
Y una de las “víctimas” de esta evolución ha sido y es, la carne de caprino.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito
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