El acuerdo comercial Unión Europea-Mercosur

El principio de este acuerdo se remonta al año 2019, concretamente al día 1 de julio. Lo que sucede es que ante el inminente cierre el mencionado acuerdo que, evidentemente, no deja de ser, en cierta forma, preocupante para los intereses de ciertos sectores productivos del ámbito agrario (agrícola y ganadero) de la Unión Europea, han empezado a sonar nuevas alarmas y a generarse reacciones “ad hoc”.

El caso, tal vez, más significativo de estas reacciones ha sido el generado por el señor Alexandre Bompard, presidente y director general del Grupo Carrefour que está inmerso, en estos momentos, en una compleja operación de reflotamiento de la compañía.

El señor Bompard afirmó el pasado 20 noviembre que su cadena, en Francia y se entiende que en toda la Unión Europea, no comercializará carne de “origen Mercosur” (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), nada menos que por “no cumplir con las exigencias productivas de la Unión Europea”.

No obstante, no es fácil entender esta postura, si no es con una visión centrada en el interés del propio futuro político del señor Bompard.

Debe tenerse en cuenta, en primer lugar, que Carrefour – Brasil es el segundo mercado de la cadena, después de Francia, con el casi 23 por 100 del total de sus ventas brutas y, en segundo lugar, que el señor Bompard ya ha comunicado al presidente argentino, el señor Javier Milei, la intención de Carrefour de hacer grandes inversiones en Argentina con el fin de aumentar significativamente su presencia en el mercado de aquel país.

Y no es fácil de entender que la carne producida en el Mercosur sí es adecuada para los clientes de Carrefour residentes en esta zona del Mundo y no lo sea para sus clientes en Francia.

Como cabía esperar, el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Brasil ya ha emitido una respuesta al aviso de boicot a la carne producida en Mercosur, formulado por el señor Bompard, por “no respetar las normas y exigencias de Francia”.

Brasil, que es el mayor exportador de carne de vacuno y avícola del Mundo (con acuerdos comerciales cerrados con más de 160 países), ha asegurado y garantizado el compromiso de la producción cárnica de Brasil con la legislación y con las buenas prácticas pecuarias, “cumpliendo con los más altos estándares de la propia Unión Europea”.

Y no hay que olvidar aquí que la Unión Europea lleva más de 40 años comprando e importando carne producida en Brasil, certificando la calidad y la sanidad de esta carne, a través de nuestras propias autoridades sanitarias.

Es evidente, como lo manifestaba al principio de esta nota, que este acuerdo no puede dejar de generar una cierta preocupación a nuestros agricultores y ganaderos, porque, en principio, la Unión Europea acabará liberalizando el 82 por 100 importaciones agrarias, mientras que el resto de las importaciones (un 18 por 100) estarán sujetas a compromisos de liberalización parcial, incluidos los contingentes arancelarios para los productos más sensibles.

Así, en el caso de la carne de vacuno, se fijan en 99.000 toneladas anuales de equivalente de peso en canal (EPC), subdivididas en un 55 por 100 de carne fresca y un 45 por 100 de carne congelada, con un derecho de contingentación del 7,5 por 100 y la eliminación, a partir de la entrada en vigor del derecho de contingentación de los contingentes «Hilton» de la Organización Mundial del Comercio (OMC) específicos del Mercosur. El mencionado volumen de 99.000 toneladas se introducirá progresivamente en seis etapas anuales iguales.

En lo que atañe a la carne de aves de corral, se fijan 180.000 toneladas anuales de EPC libres de derechos, subdivididas en un 50 por 100 sin deshuesar y un 50 por 100 deshuesada. El volumen se introducirá progresivamente en seis etapas anuales iguales.

Y, por último, en el caso de la carne de porcino, hablamos de 25.000 toneladas anuales con un derecho de contingentación de 83 euros/tonelada. También en este caso el volumen se irá introduciendo progresivamente en seis etapas anuales iguales.

Es comprensible, aún asumiendo que las cantidades referenciadas son, en mi opinión, perfectamente asumibles por nuestros mercados., que a nuestros agricultores y ganaderos no les acabe de gustar “la música que va a sonar a corto plazo”.

Pero, no les queda más remedio, guste o no, que bailar a su son, procurando que no les pisen demasiado los pies.

Y todo ello sin minusvalorar el hecho cierto que, desde una perspectiva global, el mencionado acuerdo es favorable a la Unión Europea porque el Mercosur liberalizará por completo el 91 por 100 de sus importaciones de la Unión Europea a lo largo de un período de transición de hasta diez años de duración, en lo que atañe a la mayoría de los productos.

 

 

 

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito

 

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