Binomio “Genética – Nutrición” en el cerdo ibérico
El cerdo es un pilar fundamental en el desarrollo de nuestra cultura y debería recibir el reconocimiento que se merece, y cuando digo esto, aparte de hacerle algún monumento más en alguna plaza, quiero decir que también habría que dedicarle más inversión en su desarrollo científico – comercial.
Durante siglos y hasta la fecha, desde Galicia a las Islas Canarias, ha sido un elemento básico de nuestra alimentación, que hoy en día, se ha llevado a una excelencia gastronómica con algunos productos de razas autóctonas como el cerdo ibérico, el Chato Murciano, el Porco Celta o el Cochino Negro Canario.
A parte de la importancia gastronómica, el cerdo ibérico tiene una importancia económica de mucho peso en el PIB final de nuestro país, ya que se sacrifican más de 3,5 millones de cabezas al año, alrededor de un 10 por 100 de la producción porcina total.
Y así, como en el cerdo blanco las últimas décadas se han llevado avances científicos en todas las patas de la producción, en el cerdo ibérico queda mucho por hacer, sobre todo en las áreas de la genética y la nutrición.
Hasta la fecha, en este subsector la mayoría de los esfuerzos tecnológicos que se han invertido han sido en estudiar sus parámetros de calidad de carne, que son bien reconocidos, y pocos en mejorar su productividad, eficiencia y homogeneidad de los productos. Nos encontramos hoy con una población de una raza local que ha sufrido poca presión de selección, de bajo rendimiento productivo y elevada aptitud adipogénica.
Está repartida en diferentes subpoblaciones prácticamente desconectadas entre si y donde podemos identificar hasta 5 estirpes diferentes y sus mezclas. Entre este maremágnum de estirpes de ibérico puro, cabe la posibilidad de su cruce con machos Duroc y alimentar al producto final de muchas maneras, con pienso o con bellota, durante 10, 12 o más de 14 meses.
En toda esta heterogeneidad productiva del subsector, hay combinaciones genético-nutricionales muy extremas no descritas hasta la fecha que habrá que ajustar tanto sus programas de alimentación, mediante estudios de modelización nutricional, como sus programas genéticos con modelos de selección modernos.
Por un lado, el desarrollo de modelos genéticos de selección del cerdo ibérico, están dirigidos para superar los retos productivos y de calidad de carne más deseados por todo el subsector, mejorar la productividad numérica de las cerdas, la vitalidad de los lechones durante la lactación, la eficiencia en el crecimiento, morfología y grasa intramuscular como principales factores de calidad de carne.
Según los datos de referencia nacional publicados por BDPORC IBÉRICO, desde el año 2018 hasta 2024 la evolución productiva de la raza parece estancada, el resultado promedio del número de lechones destetados por camada ha sido tan sólo de 17,4 a 17,2, el número de lechones nacidos totales por camada de 8,5 a 8,7, mientras que para este mismo periodo el porcentaje de bajas en lactación por lechones nacidos totales evoluciona del 13,5 por 100 al 16,9 por 100.
Y en cuanto a la grasa intramuscular, según los datos propios de mediciones por ecografía por ultrasonidos de miles de animales a lo largo de más de 8 años, existe una gran variabilidad y margen de mejora entre las subpoblaciones estudiadas que se mueven entre el 3,73 por 100 y el 5,32 por 100.
Estos esquemas de mejora genética suelen ser intra – rebaño, se llevan a cabo, mediante el estudio exhaustivo de parámetros de parentesco y productivos de interés para esa subpoblación, estableciendo un plan de cubriciones dirigidas, un control de consanguinidad y el diseñando de un modelo matemático BLP (Best Linear Predictors) que evaluará los reproductores.
Y por otro, el desarrollo de modelizaciones nutricionales, por ejemplo, para el crecimiento existen funciones paramétricas sigmoideas que expresan el cambio de peso de los animales en función de su edad, como la ecuación de Gompertz, que en condición de alimentación ad libitum y por optimización no – lineal con datos de pesos observados a lo largo del tiempo se puede calcular sus parámetros óptimos y específicos de una población de cerdos ibéricos anteriormente no descrita o que han evolucionado genéticamente y poder definir con más precisión su estrategia de alimentación.
Por todo esto, podemos concluir que, a pesar de algunos esfuerzos ya realizados por instituciones públicas y privadas sobre el desarrollo de algunas virtudes del cerdo ibérico, en el desarrollo científico del binomio “Genética – Nutrición” aún nos queda un mundo por descubrir.
Guillermo Usero Alonso
Ingeniero Agrónomo/Zootecnista/PhD
Especialista en nutrición animal
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