Mujeres rurales, más por hacer
Hace muy poco, el 15 de octubre pasado, celebrábamos el día de las mujeres rurales.
En los últimos años, los avances en el reconocimiento del papel de las mujeres en los pueblos, en las actividades económicas que en ellos se desarrollan y en la toma de decisiones que les afectan como habitantes en el territorio, han sido muy importantes.
El apoyo y compromiso de las administraciones implicadas, donde así ha sido, claro, pero, sobre todo, el impulso del asociacionismo rural en las comarcas y regiones, el papel cada vez más relevante de FADEMUR, la federación estatal de asociaciones de mujeres rurales, y el orgullo y la reivindicación de las propias mujeres rurales, lo han hecho posible.
Después de décadas de trabajo en el desarrollo rural, a través de las acciones destinadas a mejorar las explotaciones agrarias, primero; las cuestiones ambientales ligadas a la agricultura y la ganadería, después; y, finalmente, la diversificación de la actividad económica en los espacios rurales, hoy, se muestra como indispensable para una política de desarrollo rural efectiva, el apoyo -y reconocimiento- a la participación de las mujeres en el liderazgo y el emprendimiento rural. Y se trata, además, de una cuestión de justicia.
Los avances en el ámbito de la agricultura y la ganadería se pueden certificar comprobando que hoy, un tercio aproximadamente de los titulares de explotación -los y las que figuran en los papeles- son ya mujeres y que cada vez son más las mujeres jóvenes que se incorporan como jefas de explotación a cargo de las empresas agrarias.
También hay más proyectos de titularidad compartida, 1.345 en estos momentos en España, un 70% del total en Castilla y León y Castilla-La Mancha, las dos Comunidades Autónomas donde más se ha impulsado esta figura-, pero sigue siendo un número todavía muy bajo.
Conviene recordar que las titularidades compartidas son un mecanismo para impulsar la presencia de mujeres como titulares de las explotaciones, pues está pensada para parejas que comparten el trabajo y la gestión de la explotación.
La Ley de titularidad compartida de las explotaciones agrarias fue fruto de un trabajo a tres bandas, entre el Ministerio de Agricultura, con la ministra Elena Espinosa al frente, el Ministerio de Trabajo, con Octavio Granado como secretario de Estado de la Seguridad Social, y Teresa López, presidenta de FADEMUR. No es fácil que entre la administración y la sociedad coincidan los objetivos y se alcance la meta en forma de Ley, como fue el caso.
Tuve la oportunidad de trabajar con ellos en aquellos momentos. Años después tuvimos el honor, en Castilla-La Mancha, de poner en práctica todos los conocimientos adquiridos, y aprobar el, todavía, único Estatuto de las Mujeres Rurales en vigor en España, donde se exige la paridad entre hombres y mujeres en los órganos de dirección de las entidades representativas en el ámbito agrario y rural, y se compromete a la administración regional a priorizar y discriminar positivamente, siempre, a las mujeres en todas las convocatorias de ayudas.
Hace unos días, las mujeres rurales de FADEMUR me invitaron a celebrar su aniversario número veinte, precisamente para que hablara del Estatuto y aportara algunas ideas. Compartí mesa redonda con Octavio Granado, que sigue manteniendo la ilusión y el compromiso con las ideas de la visibilidad y el reconocimiento del papel de las mujeres en el medio rural.
Hablamos de la Ley de Titularidad compartida y de sus efectos positivos, pero convinimos en que es muy insuficiente, en que queda demasiado por hacer. Cuanto antes nos pongamos en marcha para actualizarla, mejor será la situación de las mujeres en el ámbito agrario y más proyectos compartidos y sostenibles de nuestra agricultura y ganadería familiares, tendremos en nuestros pueblos. El tiempo apremia.
Se lo debemos a todas las mujeres que, de una u otra forma, se dedican al sector agrario.
Francisco Martínez Arroyo
Ingeniero Agrónomo del Estado
Vocal Asesor del MAPA
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