Las plagas que más perjudican a la alimentación animal en el mundo

 

 

 

 

 

 

 

 

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En este sexto artículo agronómico, con el que cierro la serie sobre la sanidad vegetal de ciertas materias primas y su relación con la alimentación animal, espero ofrecer algunas conclusiones ante esta cuestión tan relevante para la seguridad alimentaria global, en un contexto como el actual, climáticamente cambiante y geopolíticamente inestable.

Como hemos visto en los artículos publicados con anterioridad, la sanidad vegetal del cultivo es uno de los múltiples factores que condicionan la composición y el valor nutricional de las materias primas en su camino «desde el campo hasta el comedero», aunque tales efectos varían según la planta afectada, el organismo nocivo, el momento del ciclo productivo, etc.

A su vez, diversos hongos causantes de enfermedades vegetales, como Fusarium sp. y Aspergillus sp., producen micotoxinas perjudiciales para la salud animal (OMS), mientras las pérdidas de rendimiento en los cultivos por la acción de estos u otros organismos nocivos, afectan a la disponibilidad y al precio de las materias primas, al desperdicio alimentario, etc.

Todo ello repercute negativamente en la alimentación animal, directa o indirectamente, siendo la alimentación determinante para la productividad del ganado y uno de los principales costes de las explotaciones ganaderas.

En este sentido, podemos afirmar que las plagas y enfermedades vegetales más perjudiciales para la alimentación animal en el mundo son, sin duda, las que afectan a los cultivos clave en las dietas de los animales de producción, comentadas en artículos anteriores.

Entre todas y, según los datos de las organizaciones especializadas, como EPPO o EFSA, destacan los insectos perforadores y barrendadores, como los del género Helicoverpa (H.zea, H.armiguera…), Chloridea virescens o Spodptera Frugiperda, además de otros insectos, como Popillia japonica, así como los nemátodos del género Meloidogyne (M.enterolobii, M.naasi, etc.). Sin olvidar otros riesgos asociados a estos organismos que también resultan perjudiciales como, por ejemplo, la generación de resistencias a las sustancias activas o la aparición de adaptaciones a las variedades de cultivos resistentes, por parte de estos organismos nocivos.

Actualmente, disponemos de herramientas para hacer frente a estas amenazas para la alimentación animal (y humana), como el control biológico, la mejora vegetal, los controles oficiales, o las campañas de concienciación (como “#PlantHealth4Life” de la EFSA), entre otras.

Sin embargo, aún podemos y debemos mejorar los recursos materiales, legales o económicos disponibles, y la investigación, pública y privada, especialmente ante las nuevas amenazas como las “superbacterias” o el posible papel de la agricultura en la transmisión de las resistencias a los antimicrobianos (RAM) que presentan estos organismos…

Sobre esta cuestión, según un estudio reciente  difundido por The Lancet  (GBD 2021 Antimicrobial Resistance Collaborators*, 2024),pese a las cifras tan preocupantes de mortalidad de la población para 2050 recogidas en el mismo, se desconoce ,por el momento, cómo podría afectar a la futura carga RAM la convergencia del uso “excesivo y continuado de antimicrobianos, tanto en la salud humana como en la agricultura” con diversos factores, debido a la falta de previsiones recientes.

Sin embargo, ya existen investigaciones, como las de Universidad de País Vasco, que señalan a la protección de cultivos, al uso de excrementos animales en los suelos agrícolas o al riego con aguas residuales, como posibles vías de transmisión de esta RAM.

Es decir, todo apunta nuevamente, en línea con las conclusiones reflejadas anteriormente y con el enfoque One Health (Una sola salud), que reconoce las interacciones e interdependencias entre la salud ambiental, animal y humana, a que la agricultura y/o la propia protección de cultivos frente a las plagas y enfermedades, tendría un papel relevante en esta cuestión tan crucial para la salud pública como son las “superbacterias”.

Al igual que todo apunta a que la lucha contra estas plagas y enfermedades de los vegetales, que también afectan a la alimentación animal en el Mundo, continuará siendo uno de los retos más importantes para nuestro sistema agroalimentario, globalizado e interdependiente.

Al fin y al cabo: ¡Sin agricultura nada!

 

 

 

 

 

Carmen Morera Martínez
Ingeniera Agrónomo
Cuerpo de Ingenieros Agrónomos del Estado

 

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