España: la caída del consumo alimentario en los hogares

Este es un tema que he puesto reiteradamente de manifiesto, en estos últimos meses, en mis clases y también en alguna de mis charlas; pero hasta el momento, en mi opinión, el mismo no ha merecido demasiada atención ni consideración o apenas si las ha merecido, a pesar de su importancia y trascendencia, a los niveles económico y social.

La realidad es que el consumo alimentario en los hogares de nuestro país, de España (actualmente tenemos más de 19,1 millones), se sitúa, en la actualidad, en el nivel más bajo de los últimos 20 – 25 años (me fundamento para realizar esta afirmación en mis propios estudios y en los datos publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y por el Banco de España).

El Banco de España, por su parte, atribuye al importante incremento del peso de la población de origen extranjero, unido a la significativa peor evolución reciente del consumo en este colectivo, al menos en una parte significativa, la creciente debilidad que está presentando el consumo medio por hogar que, además, muestra una tendencia en la misma dirección y sentido negativos.

Así, desde una perspectiva cuantitativa, en el año 2020, un año atípico en razón de los efectos de la pandemia de la COVID – 19, los hogares españoles consumieron unas 32.000 toneladas de kilolitros; en el año 2023 este consumo no llegó a las 27.000 toneladas y todo parece indicar que, en este año 2024, no se estará lejos de las 26.000 toneladas, si no se produce un importante repunte en el último trimestre del año (un ejemplo paradigmático de lo que se está exponiendo lo puede constituir el aceite de oliva que ha caído a las 286 toneladas (cerca de un 40 por 100 menos que hace 25 años)).

Un efecto directo y claro que está teniendo el proceso inflacionario mencionado (y que nuestro Ejecutivo sigue empeñado en minusvalorar), es el incremento del consumo de las marcas de distribución.

Actualmente, nada más y nada menos, que un 50 por 100 largo de la cesta de la compra de los residentes en España está conformado por productos de marca propia de la distribución.

La consecuencia directa de esta realidad es que los formatos comerciales que más se están beneficiando, registrando ligeros incrementos positivos, son las tiendas de descuento y los supermercados, mientras los hipermercados resisten este tsunami (paralelamente, se constata una caída en volumen de casi del 8 por 100 en las tiendas tradicionales).

A su vez, en razón de la inflación real de los precios, especialmente importante en este sector, el consumo en los hogares, en términos monetarios (en euros de cada año), se situó en el año pasado (año 2023), en los 90.000 millones de euros; es decir algo así como unos 7.000 millones de euros más que en el año precedente, año 2022 (y de nuevo el aceite de oliva puede ser uno de los ejemplos más representativo de esta situación).

De acuerdo con los primeros datos que se están manejando y de nuevo a expensas de lo que pueda acontecer en este último trimestre del año, esta cifra podría llegar e incluso ser superior, en el presente año 2024, a los 95.000 millones de euros.

Y ello, a pesar de que la supresión o reducción del IVA en los alimentos básicos, pasta, aceite de oliva, fruta fresca, leche, huevos…, podrá llegar a significar, en el presente año 2024, un ahorro del orden de los 2.500 millones de euros para los hogares españoles; teniendo en cuenta que, a partir de este septiembre, esta medida de ahorro se suavizará (pasando, por ejemplo, los alimentos con IVA del 0 por 100 a un IVA del 2 por 100 y los que tenían un IVA reducido del 5 por 100 pasarán a tenerlo del 7,5 por 100).

A significar y para concluir, la mencionada inflación también ha afectado al consumo fuera del hogar. En efecto, los precios de los diferentes canales de alimentación, en él existentes, han aumentado oficialmente durante el año pasado cerca de un 6 por 100.

Ello ha comportado una reducción del consumo fuera del hogar situándose el mismo en algo menos de 150 kilolitros por persona (un 25 por 100 menos que antes de la pandemia y un 2,5 por 200 menos respecto del año 2022). No obstante, el gasto aquí, gracias a la tan mencionada inflación, aumentó el año pasado en un 3 por 100 alcanzándose los 35.000 millones de euros.

La cuestión fundamental está en cómo va a evolucionar esta situación en los próximos 2 -3 años porque la misma, con alguna excepción (caso de los huevos para consumo, por ejemplo) no deja o no dejará de afectar negativamente a las empresas ganaderas.

Desgraciadamente nuestra política económica es, como tantas veces lo he manifestado públicamente, global y técnicamente considerada, muy poco acertada y ahí están, especialmente para los que no lo creen así, los hechos y los datos, para colaborarlo.

Y es que, como dice aquel viejo adagio, no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír.

 

 

 

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito

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