«El talento no tiene fecha de caducidad»
El talento no tiene edad.
Esta afirmación, que es absolutamente válida también en el ámbito de la producción pecuaria, en el sentido amplio del término, desafía muchas de las creencias que solemos tener en la sociedad acerca de la productividad, de la innovación y de la contribución a la generación de riqueza, material o inmaterial, de las personas en función de su edad.
A lo largo de la historia, personas, en todas las etapas de la vida, han demostrado que el talento, la creatividad y la capacidad para aportar valor no están limitadas por el tiempo que han vivido.
Así, por ejemplo, desde Mozart, quien componía obras maestras siendo apenas un niño, hasta figuras como Nelson Mandela, que alcanzó su mayor influencia en la vida política en sus últimos años, la edad no define el potencial ni el impacto que una persona puede generar en su entorno.
Al dejarnos llevar por cuestiones anecdóticas, como la edad, estamos cayendo en una trampa social: la de reducir, con una manifiesta simplicidad, el valor de las personas a meros números. La jubilación forzosa, para no mencionar a la jubilación anticipada, es un ejemplo claro de cómo estas reglas sociales, fundamentadas en creencias científicamente no demostradas, pueden afectar de manera negativa a la sociedad y a las personas.
Si bien en algunos casos se argumenta que es necesaria la mencionada jubilación, para dar espacio a nuevas generaciones o porque la capacidad de trabajo físico generalmente va disminuyendo con la edad, pero no así la capacidad intelectual (ésta puede disminuir, es verdad, en rapidez, pero la misma se suele ver muy compensada por la experiencia y la madurez).
Con la jubilación no se tiene en cuenta muchas veces el talento único, la experiencia acumulada y la pasión (fruto de la vocación y de la ilusión), que muchas personas, con una edad avanzada, pueden seguir ofreciendo.
Además, cuestiones como la falta de presupuesto o la eficiencia no deben ser excusas para retirar de forma automática a alguien que aún tiene mucho que ofrecer. La experiencia de vida y laboral es una riqueza invaluable, que muchas veces no puede sustituirse fácilmente por nuevas tecnologías o generaciones más jóvenes.
La mezcla intergeneracional en el ámbito laboral es, de hecho, una fuente de innovación y aprendizaje bidireccional y esta realidad, claramente constatada, debería ser tenida muy en cuenta especialmente en el ámbito del sector agrario de nuestro país (y de la Unión Europea en general) dónde el relevo generación constituye un problema de magnitud creciente.
Por eso, es crucial que las decisiones laborales (ya también las políticas en este ámbito) no se basen en criterios superficiales. La edad, como cualquier otro factor, no debería determinar el futuro laboral de nadie. Cada persona tiene un ritmo diferente y una contribución única que hacer.
Lo importante es evaluar el valor real que se sigue aportando, y no forzar a una jubilación que muchas veces no responde a una disminución del talento, sino a una percepción errada de la realidad.
No nos dejemos llevar por prejuicios y decisiones arbitrarias, como la edad o el presupuesto. El talento es un recurso de un valor enorme, que no caduca con el tiempo y es esencial reconocer su importancia más allá de las convenciones.
Forzar a una persona a jubilarse simplemente por su edad es desperdiciar una fuente de sabiduría y experiencia que podría seguir enriqueciendo a cada organización.
Omar Romano Sforza
Director ilender Ciencia & Tecnología S.L
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