Sigue el fuego amigo; objetivo: el porcino de capa blanca
Estuve la semana pasada en la ciudad de Zafra, invitado por los organizadores del XII Congreso Mundial del Jamón. En el mismo, me cupo el honor de impartir la conferencia inaugural que versó sobre el presente y el futuro del mercado de la Unión Europea (U.E. – 27). para los productos generados por nuestra ganadería (con una mención especial al porcino de capa blanca).
A la hora del “tente en pie” y como no podía ser de otra forma, varios asistentes se me acercaron para mostrar su acuerdo con las grandes líneas de lo que había referido, pero, sobre todo, para poner en evidencia su preocupación por el creciente protagonismo de una serie de factores externos.
Factores que están incidiendo de una manera no precisamente positiva en el mercado pecuario tradicional en general y particularmente en el del sector del porcino de capa blanca (léase veganos vegetarianos, flexitarianos, pescetarianos, nuevos alimentos, alimentos plant based, nuevos concentrados, alimentos tradicionales, carnes cultivadas, etc. etc.).
Y tenían toda la razón, porque como exponía la semana pasada, en el correspondiente boletín de ÁGORA TOP GAN, al hablar del pollo de aptitud preferente carne, también el porcino de capa blanca está sufriendo, además de lo expuesto, la incidencia del denominado “fuego amigo”, que, inicialmente, emana de la artillería que utilizan las cuatro principales instituciones sobre las que pivota la actual administración de U.E. – 27.
En este caso me refiero a la ley que, si no hay cambios antes de su entrada en vigor, obligará, en el ya cercano año 2025, a las empresas ganaderas porcinas, sustentadas en la base animal conformada por el porcino de capa blanca, a ampliar sus instalaciones o a reducir su censo.
Esta cuestión es muy problemática en amplias regiones de nuestra geografía porque hay ayuntamientos que niegan las autorizaciones de ampliación. A esta realidad debe añadirse el coste que una ampliación supone y el hecho de que muchas granjas no pueden cumplir con los requisitos que exige la misma.
Por su parte, las reducciones censales comportan, en principio y en general, una significativa afección negativa del tercer margen bruto de las empresas implicadas, en razón de del aumento de los costes fijos por unidad producida a causa de la disminución de la pérdida de eficacia de la economía de escala.
En este contexto debe tenerse en cuenta que la mencionada normativa establece, por ejemplo, que la superficie de suelo libre para cada lechón destetado y para cada unidad productiva criada en grupo deberá ser, como mínimo, de 0,2 metros cuadrados/cerdo en animales con un peso vivo de hasta diez kilos.
La mencionada superficie deberá irse ampliando proporcionalmente al peso del animal. Así, deberá der de 0,24 metros cuadrados cuando el peso oscile entre los 10 y los 20 kilos; de 0,3 metros cuadrados con pesos unitarios entre 20 y 30 kilos; de 0,45 metros cuadrados con pesos entre 30 y 50 kilos; de 0,65 metros entre 50 y 85 kilos y así sucesivamente.
Ante esta perspectiva, no es de extrañar que desde el propio sector se exprese reiteradamente el malestar que la futura aplicación de esta modificación normativa está generando y también se manifeste el justificado temor de que la misma vaya a comportar, con una visión a corto – medio plazo, un cierre significativo de empresas del sector.
Y es que desgraciadamente, en la actualidad, la producción pecuaria de la U.E. – 27 no sólo tiene que enfrentarse a los factores de incidencia externa mencionados, sino que, además, ha de soportar el “fuego amigo”, vía legislativa, originado en algunos despachos, ocupados por tecnócratas teóricos y/o “iluminados bienintencionados, pero ignorantes”, pertenecientes a la administración de la Unión Europa en Bruselas.
Y, claro es, así “le luce el pelo a la ganadería de la U.E. – 27”, en un mercado cada vez más global y menos controlable.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito
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