La Cunicultura: una alternativa para la seguridad alimentaria en zonas rurales
Se estima que de hoy al año 2050 la producción global de alimentos en nuestro planeta debería aumentar entre un 50 y un 70 por 100. Esta estimación se fundamenta en el aumento continuado de la población mundial (estimada en más de 10,000 millones de habitantes en el año 2050) y en los significativos cambios en los regímenes alimenticios (Naranjo, 2022).
De acuerdo a unas consultas bibliográficas realizadas por Rota (2016), la ganadería proporciona aproximadamente el 26 por 100 del total de proteínas y el 13 por 100 del total de calorías que consumen las personas (esto sin considerar su aporte en micronutrientes esenciales, tales como: la vitamina B12, la vitamina A, hierro, el zinc, el calcio y la riboflavina). Se trata de aportes que lo convierten a la producción ganadera en un sector clave para contribuir a garantizar la seguridad alimentaria
En muchas partes del Mundo una parte significativa de los referidos aportes nutricionales se obtienen en explotaciones ganaderas de pequeña dimensión, que son fundamentalmente manejadas por una mano de obra familiar.
Según la FAO (2024), alrededor del 90 por 100 de las granjas del mundo (aproximadamente unos 600 millones) son de propiedad de las familias que las gestionan directamente. Este sistema de producción es crucial como medio de vida para las personas de limitados recursos económicos de las zonas rurales, para lograr alcanzar su seguridad alimentaria y para la creación de empleo.
En términos generales, la producción pecuaria a pequeña escala se caracteriza por el mejoramiento de las condiciones de vida de los hogares campesinos, porque requiere una mínima inversión y se fundamenta en un mejor aprovechamiento de los recursos nutriciones disponibles.
En este contexto, la cunicultura constituye una de las mejores opciones disponibles, debido a que permite combatir exitosamente los índices de pobreza, proporcionando una alimentación nutritiva a la sociedad y generando empleo en las zonas rurales.
La cunicultura es considerada como una actividad con un alto potencial productivo, debido a la brevedad de sus ciclos reproductivos y a la elevada prolificidad de esta especie. Una sola coneja es capaz de producir anualmente casi la totalidad del consumo de carne que una persona adulta necesita para alimentarse bien durante este periodo de un año (una coneja reproductora puede generar perfectamente anualmente 36 conejos cebados con destino al consumo, lo que equivale a 54 kilogramos/año de carne de excelente calidad).
Además, la carne de conejo es considerada un “alimento funcional”, lo que significa que no solamente tiene un alto valor nutricional, sino que además aumenta el nivel de salud de sus consumidores y su bienestar, amén de ayudar a disminuir su riesgo de enfermedades.
Por otra parte, la producción cunícola se puede llevar a término en instalaciones elaboradas con materiales de la región; el coste de la producción y de la mano de obra son baratos en relación a otras especies de interés zootécnico.
Por las razones enumeradas la FAO incluye a la producción cunícola dentro de las alternativas productivas zootécnicas destinadas a mejorar la seguridad y la calidad alimentaria de los pequeños productores, tanto en áreas rurales como urbanas.
Mary Cruz Durán García
Zootecnista
Investigadora asistente del IDIAF
Lic. en Producción Animal – UASD
Máster en Producción y Sanidad Animal – UPM
mary.duran02@gmail.com
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