Un binomio complejo: la España rural y el lobo
Lo afirmaba la semana pasada durante una vídeo – conferencia en la que analicé el futuro de la ganadería extensiva en España: “inmersionar públicamente” en este complejo binomio de naturaleza técnica te puede convertir, en realidad te convierte, soy testigo directo de ello, en una persona “non grata” a los ojos de muchos animalistas (personas que defienden los derechos de los animales), de muchos bienestaristas, y de la mayoría de los proteccionistas.
Desde mi punto de vista, como lo he expresado en multitud de ocasiones, se trata de una cuestión, sin duda compleja pero fundamentalmente técnica, no emocional, cuyo objetivo debería ser lograr un equilibrio técnico (entendido como una situación de estabilidad), en las áreas geográficas donde coinciden el lobo Ibérico (Canis lupus signatus) y la realidad social (en el sentido amplio de la palabra), donde la ganadería extensiva y también la semi – extensiva, asumen aquí un rol de una gran relevancia.
Creo no es erróneo afirmar que la mencionada situación se hizo más compleja, a nivel global, cuando a finales de los años 90 del siglo pasado, en contra de la reiteradamente expresada opinión de muchos profesionales, entre los que me encontraba, se permitió (si se me autoriza a expresarlo así) o, al menos no se intentó evitar adecuadamente, que el lobo cruzara el Duero y colonizara territorios en Guadalajara, Cuenca, Teruel, etc.., donde llevaba extinguido más de medio siglo. Ello facilitó, entre otras cuestiones, el fortalecimiento cuantitativo de la especie.
Finalmente, después de largos y encendidos debates, tanto en el Parlamento como en el Senado, la actual mayoría gobernante en el país consiguió legítimamente, aunque no razonablemente (no se consultó, por ejemplo, a los ganaderos, los principales afectados), con la fuerza de sus votos, que el lobo fuera considerado en toda España desde el 22 de septiembre del año 2021 una especie absolutamente protegida puesto que fue incluida en el Listado de Especies Silvestres en régimen de Protección Especial, Lespre (Ley 42/2007). Ello significa, ni más ni menos, que desde aquella fecha del año 2021 no está permitida su caza deportiva.
Lo cierto es que la actual importancia cuantitativa del lobo en nuestro país, probablemente con más de 400 manadas loberas que originaron el año pasado, en el medio rural, del orden de unas 30 incidencias diarias (que ocasionaron, de acuerdo con los datos registrados más de 14.000 muertes en los ganados) hace cuasi imposible su coexistencia asumible con la ganadería extensiva.
Los debates, las discusiones y las controversias que lleva generando esta cuestión desde hace no menos de 25 – 30 años ha dado lugar recientemente a un nuevo y, tal vez, importante capítulo.
En efecto, el pasado martes, 23 de abril, el Pleno del Congreso de los Diputados por 180 votos a favor, 155 en contra y 7 abstenciones, acordó iniciar la tramitación de una proposición de ley, impulsada por el Partido Popular (PP), para que el lobo, al norte del Duero, deje de ser una especie con el actual nivel de protección y pueda ser cazada. Obviamente de forma técnicamente ordenada y adecuada; no se trata de eliminar al lobo, sino de hacer realmente posible la cohabitación real entre la ganadería y el lobo.
Ahora tenemos por delante un espinoso y largo recorrido administrativo, y un no menos largo debate, con la mayoría de los argumentos, a favor y en contra, expuestos; pero, esto sí, los promotores de esta iniciativa han logrado que el proceso haya iniciado su compleja singladura.
Creo tener muchas dudas acerca de a dónde nos llevará la mencionada tramitación, pero hago mía la afirmación de la estadounidense Suzy Kassem (poeta, filósofa, activista de derechos humanos, ensayista y comentarista): LA DUDA MATA MÁS SUEÑOS QUE EL FRACASO y, en este caso, dado que tengo varios sueños, procuraré no dudar.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito
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