El sector cárnico español y su devenir a medio plazo

Como ya lo he venido manifestando en más de una ocasión, desde el año 2020,  no me cabe duda de que el sector cárnico español, que viene a representar todavía del orden de algo más del 2,6 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB) español, afronta un futuro que se va a caracterizar por una significativa menor producción global, de no cambiar mucho una serie de circunstancias, lo cual, actualmente, no parece que vaya a poder suceder.

Entrando en el ámbito de las cifras: el año 2021, el sector cárnico español produjo alrededor de 7,75 millones de toneladas de carne; en el año 2022, esta cantidad disminuyó del orden de un 2 por 100 y se situó en los 7,6 millones de toneladas. El año pasado, 2023, se volvió a producir un descenso de un 2 por 100 y la producción fue del orden de los 7,42 millones de toneladas.

En este marco destaca el sector del ganado porcino, el sector pecuario más importante del país, que en su producción ha registrado, en el curso de los dos últimos años, un descenso del orden del 6,5 por 100 situándose la misma por debajo de lo que en su día fue la asíntota de los 5 millones de toneladas anuales.

El caso del ganado vacuno de carne es un poco especial. En el año 2022, su producción creció en más de un 2 por 100 en razón del elevado y atípico sacrificio que hubo de vacas de aptitud leche en razón de la marcada falta de rentabilidad de la producción láctea (para los ganaderos era más rentable sacrificar a las vacas menos productivas, que seguir manteniéndolas en sus rebaños). No obstante, en el año 2023, la producción retrocedió en un 5 por 100.

Paralelamente, se han registrado también importantes descensos, del orden del 11 por 100, en la producción de las carnes de ovino y de caprino. En el caso de la producción de carne de conejo, los descensos han sido aún mayores.

La excepción la constituye la carne de ave cuya producción en los dos últimos años ha crecido del orden de un 5,5 por 100. Esta carne se ha convertido, en razón de la evolución de la realidad económica del país, en una “carne refugio”. No obstante la primera propuesta de la Comisión Europea de bienestar animal  fundamentada en un reducción drástica de las densidades de las bases animales en las granjas donde se ceban los pollos de aptitud carne, unida a los nuevos reglamentos europeos relativos al transporte de animales vivos y, sobre todo, de los productos cárnicos, puede dar lugar a un incremento muy sustancial de los precios de esta carne y originar un sustancial cambio de tendencia.

En general se atribuyen estos descensos a la falta de rentabilidad de las empresas pecuarias en razón de los problemas generados por la guerra de Ucrania (incremento importante del coste de muchos insumos, que ya venían siendo altos desde el año 2021); a la sequía y a las dificultades existentes para encontrar un adecuado relevo generacional (lo que incentiva el abandono de la actividad por parte de un número importante de  ganaderos con edades próximas a la jubilación).

No obstante, en mi opinión, no se valoran muchas veces, de forma adecuada, los importantes cambios acaecidos, en razón, básicamente, de la última pandemia originada por la COVID – 19.

Estos cambios han afectado entre otros, a los hábitos alimenticios de los consumidores de la Unión Europea (cada vez más críticos con un consumo elevado de productos cárnicos)  y, paralelamente, en la progresiva consolidación, en nuestros mercados, de los alimentos plant based, de los nuevos alimentos y de los denominados “alimentos tradicionales”.

A ello hay que sumar, especialmente en nuestro caso, en el caso de España, la situación real de la economía de muchas familias.

En razón de todo lo expuesto hasta aquí y en mi opinión, va a ser altamente complejo que cambien de manera importante, al menos en España y a corto – medio plazo, las actuales tendencias que implican la continuidad en la lenta reducción de nuestra producción cárnica.

 

 

 

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito

 

 

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