La U.E.-27 y el transporte de animales vivos: más palos a las ruedas de la actividad empresarial pecuaria

El próximo día 28 de febrero está previsto que lea mi discurso de ingreso en la Real Academia de Doctores de España (RADE). Al mismo le he titulado: “El complejo devenir de la empresa ganadera en la Unión Europea”.

El discurso pretende poner de manifiesto, entre otras cuestiones, que, en la Unión Europea (U.E.), en el caso de la producción pecuaria, el modelo de libre mercado está significativamente distorsionado.

En efecto, la empresa ganadera de la Unión  está muy condicionada por el denominado “Modelo de la Unión Europea de Producción Animal”. El mismo, que afecta directamente su devenir, solo es de aplicación íntegra y obligatoria en el seno de la U.E. – 27, no pudiéndose exigir a los Países Terceros su completo cumplimiento.

El mencionado modelo europeo está conformado por un complejo conjunto de normas (más de 70) y de políticas. Las mismas regulan y condicionan, en gran medida, a la producción en el sentido más amplio del término, al comercio, al transporte, al bienestar de las bases animales a lo largo de sus cadenas y a la calidad y a la seguridad de los productos de origen animal.

Y ahora, la U.E. está focalizando una de sus actuaciones, a través de una futura normativa (presentada el pasado 8 de diciembre) en el transporte de animales vivos de renta (los animales de producción o de renta son aquéllos que se crían o mantienen, para obtener alimentos y/o productos de origen animal y/o para unos fines comerciales o lucrativos).

Y esto acontece, en la actual Unión Europea, que, cuando se cumple el actual Reglamento, en vigor desde el año 2005 (que, sin duda, es susceptible de poder ser mejorado y actualizado, siempre de acuerdo con los actuales conocimientos científicos y técnicos disponibles), se está consiguiendo, en general, lograr tener unos muy notables niveles de seguridad y de bienestar para los más 1.500 millones de animales de renta, que se estima se transportan en la U.E. cada año; por una parte, en el interior de la propia Unión y, por otra, desde la Unión Europea a Países Terceros.

Para España, las importaciones y exportaciones de animales vivos es una cuestión de la máxima importancia. Pero, España, como es bien sabido, es, en el seno de la Unión Europea, un Estado periférico del Sur; por ello, en una buena y creciente parte del año (gracias al cambio climático), las temperaturas diurnas son elevadas, mientras la U.E. pretende, por ejemplo, prohibir los viajes diurnos de animales vivos si la temperatura ambiente excede de los 30ºC.

En este contexto, en lo que atañe al sector de ovino y del caprino de carne, esta cuestión es clave, porque somos estructuralmente excedentarios; dependemos pues de los mercados exteriores (dentro y fuera de la Unión Europea). Exportamos anualmente alrededor de 1.500.000 animales vivos, que van a más de 15 destinos, dentro y fuera de la Unión Europea e importamos unas 250.000 cabezas, básicamente de otros Estados Miembros de la Unión.

Algo similar acontece en el  caso del sector del vacuno de carne donde el transporte de animales vivos, dentro del propio Estado y fuera del mismo, es realmente importante. Por ello, tanto la Interprofesional del sector, PROVACUNO, en un estudio publicado en el pasado mes de septiembre, analizando el posible impacto de las propuestas de la Comisión Europea  y titulado “El bienestar Animal en el transporte de bovinos”, como ASOPROVAC (la Asociación Española de Productores de Vacuno de Carne) han alertado reiteradamente acerca de las muy importantes consecuencias negativas que, para este sector y para España, podría llegar a tener la aprobación final de la mencionada propuesta.

Y es que, como se indica en el título de la presente nota, la Unión Europea parece haberse especializado en poner palos a las ruedas de la actividad empresarial pecuaria que, no se olvide, está inmersa en una “pinza” tremendamente compleja.

En efecto, por una parte, está en la necesidad de asumir, técnica y económicamente, las ya mencionadas normativas, cada vez más restrictivas y limitantes, en el ámbito del “Modelo de la Unión Europea de Producción Animal” y, por otra, debe procurar medrar positivamente en la sociedad en la que está inmersa, a pesar de estar siendo continuamente señalada y hostigada por los sectores proteccionistas, animalistas y medioambientalistas.

Ante estas realidades, el complejo devenir de las explotaciones pecuarias, en el seno de la Unión Europea, queda, entiendo, argumentado y justificado. Y luego nos quejamos, por ejemplo, de las enormes dificultades que tenemos para lograr el imprescindible relevo generacional…

 

 

 

 

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito

 

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