El síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS) (I)
Durante los últimos 33 años, la edad de Jesucristo, tenemos un actor dentro de nuestras empresas porcinas que nos produce, además de graves pérdidas económicas, insondables quebraderos de cabeza, que afecta tanto al bienestar de los animales como al de las personas que estamos involucradas, llegando a ser un problema insidioso que moralmente también nos pasa factura.
Es el virus del Síndrome Reproductivo y Respiratorio Porcino (SRRP) o Porcine Reproductive and Respiratory Síndrome (PRRS) que nos da sus siglas de común referencia.
Es un virus ARN – Astuto – Resistente y Noqueante. En el año 1980 se hablaba de una enfermedad misteriosa en porcino, llegando a aislarse el virus en el año 1991.
Durante los primeros años del decenio de los 90 se conoció su forma de diseminación cerdo a cerdo, por semen y aerosol, desarrollándose las primeras vacunas. A finales de los años 90 se identificaron diferentes cepas y se asociaron a diferentes fases de producción y sistemas productivos.
En el año 2000 se establecieron diferentes prácticas para su control como la exposición natural, cierre de granja, vacunas adicionales y separación de fases.
En el año 2010 se empezaron a utilizar sistemas de filtración de aire, periodos largos de despoblación, nuevas vacunas.
Hoy en día, en prácticamente todo el mundo de producción porcina, excepto en Brasil y Australia, muchos cerdos continúan siendo baja por el PRRSv, incluso más que nunca.
Algunos trabajos científicos refieren que la edición genética puede proteger a los cerdos del PRRSv. Sus estudios se basan en remover parte de los genes (proteína CD-163) responsables de que entre el virus en las células y provoque la enfermedad. La edición de dicha proteína del virus nos facilita proteger a los cerdos frente al PRRSv, lo cual puede ser de utilidad futura, ya que las medidas de profilaxis aplicadas hasta el momento demuestran insuficiente eficacia.
En los Estados Unidos, con un plantel de seis millones de cerdas reproductoras, reportan una estimación del impacto económico de esta enfermedad que llega a los 1.000 millones de dólares, sumando los 664 millones de costes directos más los indirectos, lo que supone una media de pérdida de 166 €/cerda/año y alrededor de 4,67 €/cerdo producido (Torremorell, M 2023).
En Canadá reportan pérdidas de 150 millones anuales.
Los rangos publicados y comentados en diferentes foros científicos nos arrojan variaciones por cuadro clínico de entre 100 y 500 €/cerda/año redondeando para más fácil discernimiento.
Lógicamente, en la gravedad de los cuadros clínicos tenemos numerosas variables, entre ellas las manidas cepas de alta virulencia con las que estamos muy familiarizados a un lado y al otro del océano.
Cada año el virus PRRS se disemina de unas granjas a otras, siendo más rápida su difusión dependiendo de numerosas variables. Una hipótesis es que unas cepas sean más infecciosas que otras con el resultado de mayor capacidad de transmisión entre cerdos y granjas, como mencionó Marcello Melini de la Universidad de Minnesota el pasado mes de septiembre.
En la segunda parte del presente artículo se tratará la situación en nuestro país.
Antonio Palomo Yagüe
Dr. en Veterinaria
Prof. Facultad Veterinaria UCM
ADM Animal Nutrition Spain
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