Nuestra sociedad va virando, poco a poco, hacia los alimentos plant-based y las proteínas alternativas

Ya me perdonarán, pero tengo la impresión, cada vez con más certeza, que nuestro sector pecuario no se acaba de enterar, no se quiere acabar de enterar o, sencillamente, no tiene la mente abierta como un paracaídas en pleno descenso y, por esta razón, como decía Einstein, esconde la cabeza bajo tierra y no está valorando adecuadamente la proyección de la  alimentación humana, desde la realidad actual a un futuro a medio plazo.

Lo explicaba la semana pasada. No parece, al menos aparentemente, que cause excesiva preocupación, al mencionado sector pecuario, que España ya sea al cuarto mercado minorista de Europa en lo que atañe a los alimentos plant – based. Los mismos registrarán un incremento de sus ventas en nuestro país, en el periodo 2020 – 2023, que superará claramente los dos dígitos positivos, mostrando, al menos en mi opinión, hacia dónde va virando, poco a poco, nuestra sociedad,

Esta realidad, junto con las ya expuestas en notas anteriores mías, da lugar a que el sector cárnico siga perdiendo mercado, por ejemplo, en España (pero también en muchos Estados de la U.E.). Así, en nuestro país, en el año 2022, en lo que al consumo en el hogar se refiere, las carnes volvieron a perder casi un 13 por 100 en volumen y esta caída afectó a todos los segmentos, pero especialmente al de las carnes frescas y también al de las carnes congeladas.

Así, la carne fresca de pollo retrocedió prácticamente un 13 por 100; la de vacuno, más de un 19 por 100; la de porcino casi un 11 por 100; la de conejo más de un 19 por 100 y la de ovino/caprino retrocedió otro 19 por 100. Las carnes transformadas también perdieron mercado y retrocedieron, el año pasado, casi un 9 por 100.

Estos retrocesos no se han visto en absoluto compensados por los consumos fuera del hogar. Es verdad, que el consumo de carnes fuera del hogar creció el año pasado, pero sólo, en el caso de las carnes frescas, y en un 2,9 por 100. No obstante, si comparamos el año 2022 con el año 2019 se registró un descenso del 3,3 por 100.

Interesante señalar que mientras el pollo, hablando de consumo fuera del hogar, ganó una cierta relevancia el año pasado con respecto  del año  2021, la ternera perdió cuota y también perdieron cuota la carne de porcino, la carne de ovino y resto de las carnes.

Todas estas tendencias parece se están consolidando en este año 2023.

Y mientras esto sucede, Cataluña, donde la alta gastronomía goza de una elevada reputación a todos los niveles,  aporta 7 millones de euros al Centro de Innovación de Proteínas (CIPA), para desarrollar, inicialmente durante cuatro años, un  proyecto respaldado por The Good Food Institute Europe.

El objetivo inicial del mismo, apoyando a empresas emergentes en el desarrollo de infraestructuras esenciales, es promocionar, por una parte, a una producción sostenible de alimentos de origen vegetal, análogos  a la carne y, por otra, recurrir a procesos fermentativos de ciertos microorganismos, con el fin de generar proteínas animales (carne, lácteos y huevos) confiriéndoles los adecuados textura y sabor. Con ello se buscará reducir el desperdicio de alimentos transformando los excedentes agrícolas y ciertos subproductos en alimentos nutritivos.

Los promotores indican que con la producción de sustitutos de la carne de origen vegetal y con el empleo de la fermentación se pueden reducir, en este sector, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) hasta un 98 por 100, reduciendo la necesidad de tierra con destino a la alimentación animal en un 93 por 100 y la de agua en un 99 por 100.

Paralelamente se desarrollarán, en el mencionado programa, investigaciones neurocientíficas y psicosociales, con el fin de intentar comprender adecuadamente el comportamiento de los consumidores en relación con las proteínas alternativas.

Con independencia de que las afirmaciones de los promotores de este macro – proyecto sean ciertas o no y de que los objetivos fijados se cumplan, lo cierto es que, en mi opinión, los caminos que llevan, en el futuro, a una parte importante de la alimentación de nuestra sociedad, están cada más claros.

Y como muestra, un botón: la COP28 UAE (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de este año 2023), que se va a desarrollar en la Expo City de los Emiratos Árabes Unidos, desde el próximo 30 de noviembre al 12 de diciembre, ha anunciado que dos tercios de las 250.000  comidas diarias, que se estima se van a servir, serán plant – based.

El mensaje que, también en este caso, se está transmitiendo a la sociedad es que el ir a dietas sanas y equilibradas, fundamentadas en vegetales, se fomenta una de las maneras más efectivas de reducir la emisión de los GEI.

Las dietas plant – based, afirman, reducen a la mitad las emisiones originadas por los alimentos de origen animal; al mismo tiempo promueve la salud, evitando el sufrimiento y el sacrificio de miles de millones de animales de renta y de otros tantos animales no domésticos a causa de la destrucción de su hábitat como consecuencia de una deforestación masiva y de la colonización muy importante de las tierras, etc. etc.

En definitiva, damas y caballeros, procuremos ser fundamentalmente objetivos en lo que atañe a esta temática y abrochémonos los cinturones. Preparémonos y procedamos en consecuencia porque, nos guste o no, se avecinan, en el ámbito de la alimentación humana, considerada desde una perspectiva global, unos tiempos, a medio plazo o incluso antes, que se van a caracterizar, sin duda alguna, por unas importantes  turbulencias, técnicas y sociales.

Atisbando todo lo que se avecina, lamento mucho no haber nacido, como mínimo, unos 25 o 30 años más tarde, pero, claro es, manteniendo mi longevidad, tanto física como mental.

 

 

 

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito

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