La evolución de la demanda de alimentos en España: factores coadyuvantes

El otro día dicté un complejo seminario que llevaba el mismo título que el encabezamiento de la presente nota. El objetivo era analizar algunos factores de índole económica y en base social, que coadyuvan a la evolución de demanda de alimentos, especialmente los ligados a la proteína animal,  en España.

Basándome en lo acaecido en el coloquio posterior a la charla, que fue largo y tenso, me permito afirmar que lo expuesto, que no es precisamente un tema baladí, causó un impacto importante en los asistentes.

Es verdad que toda mi exposición se refirió, por razones obvias, a España, pero no me cabe duda alguna que varias de las cuestiones tratadas en ella son también aplicables a muchas regiones de LATAM.

Evidentemente, en una nota como la presente, con una extensión limitada, solo puede referenciar un breve resumen de lo que expuesto a lo largo de 4 horas. No obstante, para poder hacerse ustedes una idea más aproximada de las principales cuestiones que traté les recomiendo encarecidamente la lectura y el estudio de dos informes.

En primer lugar, el informe titulado “INGRESOS Y GASTOS: UNA ECUACIÓN QUE CONDICIONA NUESTRA CALIDAD DE VIDA”, publicado por la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada); en segundo lugar, el informe  del  Instituto Nacional de Estadística (INE) que lleva por título “LA ENCUESTA DE CONDICIONES DE VIDA DE 2022, CON DATOS DE 2021”.

En la práctica, en España, asumo que,  aproximadamente, en un 80 – 85 por 100 de los consumidores (clientes y compradores) las características cuantitativas y cualitativas de su demanda de alimentos, especialmente los basados en la proteína de origen animal, están muy directamente relacionadas con la realidad de sus economías domésticas.

En nuestro país como ya lo he expuesto en más de una ocasión, la situación general de  muchas economías domésticas es, cuanto menos, delicada. En los últimos 15 años, hablando siempre en euros de cada año, los ingresos medios domésticos han aumentado del orden de un 12 por 100 pero y aquí está el quid de la cuestión, los gastos han aumentado, en el periodo de tiempo mencionado, del orden de un 30 por 100 (especialmente a causa de la luz, el gas, los alimentos, las hipotecas, etc.).

En lo que a los alimentos se refiere, la situación se ha agravado más en los tres últimos años (2021 – 2023). En este periodo, por ejemplo, el pan ha visto incrementar su precio en más de un 20 por 100, los huevos y la leche en más de un 40 por 100.

Actualmente en España, hay unos 19 millones de hogares. Lo expuesto en los párrafos anteriores da lugar a que unos 3 millones de los referidos hogares se sitúen por debajo del nivel de pobreza una vez pagados lo suministros básicos y la vivienda. Una de las consecuencias de esta situación es el importante incremento del subarriendo de habitaciones que ya afecta, a finales del presente año, a más de 1,4 millones de hogares.

Así mismo, en el informe de CARITAS se pone de manifiesto que el número de familias que residen en viviendas inseguras (pisos compartidos o cedidos sin contrato en vigor y/o en situación de desahucio) supera actualmente al 20 por 100 (más de 4 millones de hogares) y, paralelamente, más de 5,5 millones de familias viven en viviendas inadecuadas (que no cumplen las condiciones mínimas para poder garantizar una vida cotidiana digna). Es decir, cerca del 50 por 100 de las familias de nuestro país viven en hogares que no son técnicamente suficientemente adecuados.

Los hechos descritos se proyectan en una realidad de fragilidad económica creciente en la cotidianidad de las familias y así, más de 3 millones de familias en España tienen graves dificultades en mantener un equilibrio económico que les permita afrontar simultáneamente los gastos habitacionales y las otras necesidades básicas.

Visto desde otra perspectiva la calidad de vida en España, de acuerdo con el INE (instituto Nacional de Estadística),  descendió  en el año 2022 a niveles del año 2018 por culpa de la gobernanza y el medioambiente.

El deterioro económico medio de las familias de nuestro país, que se proyecta al total de la sociedad, como es lógico, se traduce, por ejemplo, en un descenso del consumo de carne en los hogares que ha pasado de 2,4 millones de toneladas en el año 2013 a 1,8 millones de toneladas en el año 2022; paralelamente el consumo global de pescado ha pasado, en estos 10 años, de 1,23 millones de toneladas a 0,9 millones. En cuanto a los huevos se ha pasado de un consumo estimado de 223 huevos per cápita en el año 2013, al actual de unos 160 huevos (25,23 Kg) per cápita.

Por lo tanto, la reducción en la demanda de alimentos, especialmente los de origen pecuario, tiene una de sus raíces en la situación de precariedad económica creciente de una parte importante de la sociedad española; la misma es un importante factor coadyuvante de la evolución de la mencionada demanda y se suma a los cambios, promovidos por la COVID-19, en los hábitos de consumo y a todas las campañas orquestadas en contra del consumo de la proteína de origen animal.

En definitiva; “llueve sobre mojado” y, en mi opinión, a corto – medio plazo, va a ser muy difícil cambiar la tendencia de la mencionada demanda porque la misma es básica, aunque no exclusivamente, de naturaleza estructural.

 

 

 

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito

 

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