El adoctrinamiento «anti-ganadería» de nuestra juventud

Francamente me ha sorprendido que, a raíz de un comentario que hice acerca de lo que se podía leer, en contra de la ganadería no ecológica, en algún libro de texto de PRIMARIA en nuestro país, haya recibido en esta última semana, directamente en mi ordenador, cerca de un centenar de correos (que se dice pronto). En la mayoría de ellos me tachan, por expresarlo de forma suave, de incompetente, de exagerado y de generador de alarma social injustificada.

Para mí, y me pongo ahora en las zapatillas del docente, creo que, en estos últimos 8 o 10 años (un poco, sólo un poco, parecido a lo que acontecía en las décadas de los años 50 y 60 de siglo pasado), a través de los libros de texto de Primaria, pero también de Secundaria, se genera un claro adoctrinamiento, en unas determinadas líneas ideológicas, en muchos temas y también, como exponía en el de la ganadería, en el de la industria cárnica, en el de las carnes, la leche, los huevos, las pieles, etc. etc. magnificando, por ejemplo, la bondad de las dietas no carnívoras.

A las edades que tienen los alumnos, en estos niveles de su trayectoria educacional (por otra parte, obligatoria), lo que pone en los libros de texto (y, por supuesto, la actuación de los profesores) ejerce una gran influencia en los infantes y en cierta e importante medida, afecta significativamente a su compresión del complejo mundo que les rodea.

Creo sinceramente que estos y todos, los libros de texto deben ser, ante todo, objetivos. No puede ser que, a través de ellos se pretenda imponer a estos niños una serie de conocimientos y creencias que, al final, sesgan su libertad intelectual y encauzan sus opiniones, castrando su libertad en las mismas.

Como docente (y, en mi caso, me contemplan 46 años de actividad profesional en la docencia) pienso que podemos estar ante un caso de “presión ideológica dirigida”, de dogmatización (exponiendo como no negables principios sujetos a examen y a debate).

Es fundamentalmente por esta razón y así lo explicaba no hace mucho en una charla, que creo realmente grave (y pernicioso), insisto, que se utilicen los libros de texto y  ciertas posiciones ideológicas de algunos profesores para manipular a los niños (porque a estas edades son o deberían ser niños) aportándoles, lamentablemente, unas perspectivas erróneas de ciertas temáticas que son y, sobre todo, va a ser claves en sus vidas.

En lo que a nuestro sector se refiere estas temáticas sesgadas le pueden afectar mucho, porque están ligadas, nada más y nada menos, que a la alimentación (una alimentación correcta en los niños y en los chicos, influye de forma determinante y positiva en su salud, en su habilidad para pensar, para racionalizar, para aprender y para relacionarse con los demás y con sus entornos y también tiene una alta incidencia en su rendimiento escolar).

Como tantas veces lo he expuesto es absolutamente fundamental contextualizar de forma adecuada (sencilla y comprensible) toda la información que se vierte en la formación de los niños. Y así, en este sentido, se hace muy importante informar de cómo el sector pecuario y la propia industria a él ligada, se esfuerzan continuamente, en el sentido correcto y mejoran día a día, poniendo de manifiesto, paralelamente, todo lo de positivo que aportan a la sociedad.

No puede ser que la ganadería, especialmente la ganadería intensiva, sus ganaderos, sus animales de renta y la industria agroalimentaria, sean siempre “los malos de la película”; y no puede ser, porque no es cierto.

No se puede afirmar, por ejemplo, que la base animal de las ganaderías empresariales (me refiero, por ejemplo, a las mal llamadas y demonizadas macrogranjas) está sujeta a un conjunto de praxis inadecuadas, a unas malas condiciones de vida; con poco espacio y pisando sus propias deyecciones.

No se pueden hacer afirmaciones de este calibre, insisto, sin una correcta contextualización y sin más consideraciones técnicas.

Así, no se puede afirmar, con contundencia, que las vacas son un enorme problema contaminante; que para producir, por ejemplo, una hamburguesa se requiere más de 2.000 litros de agua; que comer carne causa un enorme perjuicio al planeta y que, por ello, se debe disminuir drásticamente el consumo de la misma y abrazar las dietas vegetarianas o veganas, etc. etc.

Créanme, con este adoctrinamiento “anti – ganadería” se están sembrando unos vientos que, sin duda alguna, generarán grandes tempestades. Las mismas acabarán perjudicando, que nadie lo dude, a la propia sociedad y muy especialmente, claro es, a la actividad pecuaria.

 

 

 

 

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito

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