Alimentación y rentabilidad de la vaca nodriza (I)

A priori es preciso recordar al ganadero que la alimentación y la sanidad son los factores de mayor influencia en la productividad de la vaca nodriza.

El coste de alimentación asciende a valores próximos al 50 por 100 de los costes totales de la producción en fincas en propiedad y entre el 60 y el 80 por 100 en fincas arrendadas, variable según región y comarca. Por ello, es interesante que se optimice la alimentación suplementaria, en cantidad y calidad, aplicada en los meses donde el pasto no satisfaga las necesidades nutritivas de los animales.

En el ecosistema de la Dehesa la oferta media anual de pasto se aproxima a 1.500 kg de MS (materia seca) por hectárea con variaciones frecuentes entre 800 y 2.000 kg según área y año. En la España húmeda, en las zonas costeras de climatología favorable, tales cifras pueden alcanzar entre 8.000 y 10.000 kg de MS/ha, mientras que en el interior y en áreas de montaña con inviernos más largos se reducen al intervalo 2.000-6.000 kg de MS/ha según altitud y año.

Esta oferta de pasto permite cargas ganaderas de 0,3 a 0,5 vacas por hectárea y de 1 a 2 vacas por hectárea en la Dehesa y España húmeda respectivamente y que haya que hayan de ser suplementadas, en mayor o menor cuantía, entre 6 y 8 meses dentro del periodo junio-febrero en la Dehesa y durante 3-5 meses de invernada (diciembre–abril) junto con bajas suplementaciones puntuales en verano en la España húmeda.

Tradicionalmente la técnica pecuaria ha sugerido y recomendado como factibles estrategias reductoras del coste de alimentación de la vaca nodriza un variado abanico de mejoras pratenses y forrajeras que aumentan la productividad y calidad del pasto y la biodiversidad: abonado con superfosfato de cal el pasto natural; establecimiento de praderas de trébol subterráneo; cultivos de cereales forrajeros, veza-avena, altramuces  etc. en la Dehesa y praderas polifitas; cultivos de maíz forrajero, veza, triticale; rotación maíz/raigrás italiano etc. en la España húmeda.

Cualquier estrategia de mejora debe estar precedida, en primer lugar,  por un análisis económico previo del coste de la energía producida, en términos de MS, UFL (unidades forrajeras leche) o energía metabolizable (EM)/kg de MS, que incluya de una parte los costes de laboreo, semillas, abonado, tratamientos fitosanitarios, recolección, transporte y almacenamiento, mano de obra, amortizaciones y costes de oportunidad por hectárea y, en segundo lugar, por la consideración técnica de la mejora conseguida en términos de MS, UFL o EM por hectárea.

El coste/ha (C) del kilo de MS o de la unidad de energía se obtiene mediante la expresión:

C = [E + M(n-1)]/n (P-p)

En ella significan:

E = coste de establecimiento de la pradera o cultivo,

M = coste anual de mantenimiento, n = persistencia de la pradera en años,

P = producción/ha de la pradera o cultivo en MS, UFL o EM,

p = producción anual del pasto natural/ha en MS, UFL o EM.

Como puede deducirse en caso de praderas o cultivos anuales n = 1 y por lo tanto C = E/(P-p).

Así, por ejemplo, una pradera que se establece sobre un pasto natural cuya producción anual media es de 700 UFL/ha, de 3 años de persistencia y cuyos costes de establecimiento y mantenimiento fueran 480 y 140 €/ha, si la producción media anual fuera 1.300 UFL/has el coste C/UFL sería:

[480 + 140 x (3-1)]/3 x (1300-700) = 0,42 €.

A partir de este dato el ganadero tendría que cotejar este resultado con el precio y calidad de la UFL de los variados alimentos que le ofrece el mercado.

En la segunda parte de este trabajo, se seguirá profundizando en esta temática, que es fundamental en el devenir de toda ganadería de esta naturaleza.

 

 

 

 

Argimiro Daza Andrada
Dr. Ingeniero Agrónomo
Catedrático de Producción Animal
Profesor Emérito UPM

 

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