La Porcicultura mexicana en este 2023: situación actual y retos inmediatos
El ciclo del negocio de la producción de cerdo en México encontró en este año 2023 su punto más bajo en su rentabilidad económica. Diferentes factores coincidieron en tiempo y espacio para llevar a un sector de tradición en este país, a trabajar en «modo a prueba de fallas», como lo harían las computadoras cuando no cuentan con las condiciones suficientes para operar de manera convencional, y lo hacen realizando solamente sus funciones más básicas, tratando de no colapsar.
Los efectos post pandemia arrastraron a una crisis económica mundial, que, junto con la disminución de compra de China, a mediados del año pasado, distorsionaron el comercio de la carne de cerdo en todos los países exportadores, de manera particular en los Estados Unidos (EE.UU.).
En el año 2022, el mercado externo de los EE.UU. se contrajo en términos de volumen un 10 por 100, en comparación con el año 2021, encontrando en México un mercado muy conveniente para colocar gran parte de este excedente a precios de remate.
Esta realidad coincidió, por un tipo de cambio peso/dólar muy fortalecido, con una menor exportación mexicana a global.
La consecuencia de esta doble circunstancia generó una pérdida de competitividad mexicana en el mercado mundial, resultando que una gran cantidad de carne porcina, se quedó en México, para comercializarse internamente.
A lo expuesto, se sumó a un crecimiento en la producción nacional, dejando un entorno con una manifiesta sobreoferta, en medio de la temporada de cuaresma, dando como resultado un escenario donde los costes de producción del kilogramo de cerdo vivo, rondaron los US$1,94 y los precios de venta oscilaron entre US$1,50 y US$1,27.
El mercado cobró su factura, en razón de la ley de la oferta y la demanda. Así, como resultado de esta situación, en nuestras granjas retrasaron las ventas, generando cerdos cebados con un excedente de peso, alimentando un escenario complejo para los productores, aunque en contraste, los precios de venta al consumidor final, no reflejaban ningún beneficio, pese a la disminución tan pronunciada que se vivía en el sector primario.
La razón de este hecho hay que buscarla en la realidad de la cadena de valor de la carne de cerdo. La misma estaba vulnerada en su eslabón final, colaborando a una inflación, que en 2022, superaba los 7,5 por 100 y para colmo, como medida de remediación, las autoridades gubernamentales decidieron abrir las puertas a la entrada de cupos de importación libre de arancel, provenientes de distintos países.
El Gobierno justificó las medidas tomadas, alegando el objetivo de ofrecer carne más accesible, a un país que cuenta con más de 55 millones de personas clasificadas en el nivel de la pobreza.
Se relajaron los controles sanitarios, causando especial preocupación la carne proveniente de Brasil, tanto por las condiciones sanitarias de este país, como por su capacidad productiva y sus bajos costes de las materias primas.
Un factor inesperado sucedió durante el mes de mayo de este año, y es que nuevamente el mercado cobro una víctima más.
En esta oportunidad fue la cadena de la producción de granos, la que generó una situación compleja a causa de una sobreoferta de producto, la misma redundó en una bajada del precio del kilo de maíz que cayó de US$0,45 a US$0,33.
Esta importante caída del precio del maíz afectó muy negativamente a la rentabilidad de los agricultores, pero, en contraste, dio una oportunidad a los sectores pecuarios, entre ellos el de la porcicultura, de recalcular sus costes de producción.
De manera paralela, poco a poco comenzó a fluir la comercialización de cerdos, bajando el peso de venta en las granjas, mejorando el precio a la entrega y aligerando la presión para los porcicultores, no sin dejar una estela de daño para muchos productores, algunos de los cuales, durante esta crisis, tuvieron que disminuir su inventario para sobrevivir, y otros tantos, tuvieron que cerrar por las enormes pérdidas económicas en sus negocios.
Los precios internacionales han mejorado recientemente, y traen la promesa de brindar mejores condiciones en un futuro, que cada vez es más difícil de anticipar.
Nuevos retos siguen apareciendo, como lo es la aprobación de la Proposición 12 del Estado de California, confirmando que no se puede dar nada por sentado desde el punto de vista político, no solo por lo difícil que será para las empresas mexicanas dar cumplimento a estos nuevos requerimientos que se exigen para seguir comercializando en la entidad norteamericana con mayor poder económico, sino porque los demás proveedores internacionales, que atienden actualmente este mercado, de no acreditar que sus estándares en bienestar animal cumplen con la exigencia demandada, buscarán mercados alternativos.
Y no podemos olvidar aquí que la industria cárnica de México ha levantado la mano en anteriores ocasiones, lo que podría comprometer nuevamente los precios de venta del cerdo vivo de nuestro país, por una la generación de competencia desleal con producto importado, que pudiera llegar perfectamente a nuestros mercados por debajo de nuestro coste de producción.
La evolución del sector productivo mexicano está en proceso; sin embargo, habrá que ver lo que nos tiene preparado la oferta y la demanda en el corto y en el mediano plazo, e intentar vencer los retos que acechen a nuestro sector, para poder seguir vigentes en este exigente negocio.
Jorge Iván Espinosa Vázquez
Médico Veterinario Zootecnista
Diplomado en Agro negocios, TEC de Monterrey
Director General de la Unión Regional de Porcicultores de Jalisco (URPJ)
Coordinador del Consejo Técnico de la Organización de Porcicultores Mexicanos (CT-OPORMEX)
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