El problema del relevo generacional en el mundo rural español

No hace falta haber  tener grandes conocimientos socio – económicos para asumir que el problema del relevo generacional en el mundo rural está muy unido a la despoblación del mismo.

En efecto, la creciente despoblación del medio rural en España (y en otras muchas partes de la Unión Europea) es, lamentablemente, un buen ejemplo de un problema, sin duda grave, que afecta, de manera sumamente importante, a todo nuestro sector agrario, pero forma probablemente más aguda si cabe al sector ganadero (que, en general, es más sufrido porque requiere trabajar en él los 365 días del año).

Es verdad que la población española (entendiendo por tal a las personas que residen de forma permanente en España) está creciendo de forma importante. Así, por ejemplo, en el año 2008 nuestra población era de 45,7 millones de habitantes y en el año 2022 ha subido a 47,4 millones (esto sí, al saldo migratorio le corresponden unas  + 484.000 personas).

Y en este contexto es importante señalar que la proyección de nuestra evolución demográfica apunta, de continuar las actuales circunstancias socio – económicas, a que, en el año 2037, España tendrá una población del orden de los 51,7 millones (con un saldo migratorio de unas + 200.000 personas) y en el año 2073 la mencionada población llegará a los 53 millones, con un saldo migratorio de + 300.00 personas y un saldo vegetativo, en razón del envejecimiento poblacional, de unas – 260.000 personas.

A tener en cuenta la importancia de la población inmigrante, porque es un factor realmente a destacar en nuestro sector agrario dado que éste se nutre cada vez más de ella. Actualmente, según la ONU, esta población en España se acerca a los 7 millones de personas (cerca del 15 por 100 de la población total).

Bien es cierto que, oficialmente, en enero del pasado año 2022, la población extranjera residente en España era de unos 5,4 millones de personas (casi un 12 por 100 de la población nacional).

Pero, a pesar de estos crecimientos poblacionales, la realidad es que la despoblación del medio rural, es un hecho innegable y presente; así, entre los años 2010 y 2022, nuestra población rural ha disminuido del orden del 8 por 100 y sigue su envejecimiento,  su estancamiento vegetativo y, algunos municipios rurales, registran un crecimiento vegetativo negativo.

La mencionada despoblación fue especialmente importante en el periodo 1950-75 del siglo pasado. En esta época el crecimiento económico global español alcanzó tasas espectaculares; ello provocó grandes trasvases poblacionales desde las regiones atrasadas hacia las regiones punteras (industriales). Las grandes protagonistas de los movimientos migratorios interiores fueron las familias rurales que se desplazaron al medio urbano.

Actualmente, las personas que están empadronadas en España, en municipios rurales (las áreas rurales abarcan el 84 por 100 del territorio nacional), con menos de 30.000 habitantes y con una densidad población de menos de 100 personas/km2, unos 6. 670 municipios,  son sólo unos 7,6 millones (alrededor del 16 por 100 de la población española) y de estas personas, en mor del mencionado envejecimiento (ligeramente atenuado por la inmigración) alrededor del 14 por 100 (alrededor de 1 millón) tienen 70 a más años.

En el año 1950, prácticamente el 50 por 100 de la población española, unos 28 millones de personas, vivía en el  medio rural.  Ello quiere decir que, entre los años 1950 y 2022  nuestro medio rural ha perdido del orden de unos 6.5 millones de personas, a pesar de que nuestra población total, en el periodo mencionado, ha crecido en más de 19,5 millones de personas.

Si a todo lo expuesto añadimos que la edad media de los responsables de nuestras empresas agrarias supera los 60 años de edad; que alrededor del 42 por 100 tiene más de 65 años y que sólo del orden de un 0,5 por 100 tiene menos de 25 años, está todo aclarado.

A este desaguisado ha contribuido, sin duda, la desincentivación de la vida rural  y la propia estructura institucional de España con diferentes administraciones, en general poco coordinadas y unas realidades territoriales que presentan grandes diferencias.

Con todos los datos referenciados en la mano y aun teniendo en cuenta las excepciones, que afortunadamente existen (por desgracia, pocas), la grave problemática del relevo en el mundo agrario (caracterizado además, por comportar un trabajo duro y socialmente poco reconocido) es muy fácil de entender.

Cambiar el signo de esta evolución es extremadamente difícil y se necesita una voluntad política firme a medio – largo plazo, con independencia de los colores. Una voluntad que debe ir acompañada de una férrea disposición de afrontar importantes acciones estructurales y financieras, que atraigan al mundo empresarial (rural e industrial) y, sobre todo, a la juventud y al talento.

Y la verdad es que, al menos yo,  no veo esta voluntad por parte alguna, pero igual, como tantas veces me sucede, estoy muy equivocado ¡ojalá!

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *