No al tópico del viejismo (II)

Doris Lessing
Premio Nobel a los 88 años de edad

Continuando con lo expuesto en la primera parte de nuestro artículo: la realidad es que las personas mayores somos independientes y funcionalmente autónomas y podemos desarrollar muchas actividades de participación y colaboración.

Hoy, las personas mayores formamos un grupo numeroso y heterogéneo, tanto por la edad como por nuestros conocimientos.

Una gran mayoría no somos analfabetos digitales, y nos preocupan la incertidumbre política y los vaivenes sociales. Tenemos experiencia y somos expertos en muchas cosas. Queremos que se cuente con nosotros.

Una sociedad lúcida y avanzada, se debería apoyar en las personas con más experiencia y conocimientos, y procuraría que siguiesen activas como asesores o como guías de los jóvenes que comienzan.

No debemos caer en el tópico del viejismo, acuñando con él lo que creemos que es una lacra para el desarrollo: la edad. Necesitamos tener protagonismo para poder enseñar y transmitir una visión humanista de la sociedad; una visión que impida las desigualdades extremas.

Y una cuestión muy importante a temer en cuenta; la generación actual de los mayores estamos acostumbrados a luchar por causas justas y dignas desde nuestra juventud.

Quizás las personas mayores, en estos tiempos, debamos seguir luchando por la defensa de los valores humanos. «Es bueno que nos mantengamos conectados con otros, hacer vida social, compartir nuestros pensamientos e inquietudes con los demás, deliberar sobre ellos. Y buscar a quién y cómo ayudar para sentirnos útiles”, concluye Pepa Espinós

No debemos asumir que la Real Academia de la Lengua Española incluya en la definición del término vejez «achaques, manías y actitudes propias de la edad de los viejos”.

Y no queremos una segunda juventud, esta etapa ya está superada.

Ahora está en nuestras manos vencer el VIEJISMO, romper con los estereotipos y cánones de la vejez, asumiendo, todos,  la existencia de una senda positiva en la realidad del incremento de la edad caracterizada por:

  • Sí a hacerse mayor, entendido como cuidarse, como activarse, como volver a enamorarse, como descubrir, como hablar de derechos o como construir nuevos sueños.
  • Sí a estar orgullosos de nuestra edad y de haber llegado hasta donde hemos llegado.
  • Sí a mantenernos concienciados socialmente y preocupados por la incertidumbre política y las injusticias del presente.
  • Si a asumir que formamos un grupo numeroso y heterogéneo.
  • Sí que somos personas diferentes entre sí, y con necesidades diferentes.

Esto sí, nos unen: la serenidad, la experiencia, la sabiduría, el respeto, la independencia, la tranquilidad, la templanza, el coraje y la fuerza.

Bernard Shaw, dramaturgo y premio Nobel, decía que “no dejamos de jugar porque nos hacemos viejos; envejecemos porque dejamos de jugar”.

En conclusión, una sociedad lúcida y avanzada debe dar protagonismo a las personas con más experiencia y conocimientos, ofreciéndoles oportunidades para que sigan activos y útiles.

¿Mi edad? ¡Qué importa! Tengo los años necesarios para no tener miedo y hacer lo que quiero y siento».

 

 

 

 

 

Omar Romano Sforza*
Director ilender Ciencia & Tecnología S.L

*en la primera parte del artículo cometimos un
 error en el primer apellido del autor ¡Perdón!

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