Situación actual del sexaje del semen en el porcino de capa blanca
La elección del sexo de la descendencia en los humanos y en el mundo animal, ha sido uno de los objetivos más buscados en la reproducción, a lo largo de toda la historia. Se han empleado multitud de métodos sin éxito y la gran mayoría sin ningún fundamento científico.
Los ganaderos, desde que se iniciaron los primeros sistemas productivos, han valorado criar animales machos o hembras, según las diferencias productivas entre ellos. La gran especialización de la producción ganadera actual, ha acentuado esta necesidad.
En el caso del ganado porcino los núcleos genéticos que determinan programas muy especializados para alcanzar las características productivas de las cerdas o de los verracos, asumen la pérdida del 50 por 100 de los animales obtenidos, por no corresponder al sexo que se ha trabajado.
Por otra parte, en los esquemas productivos, donde se obtiene los animales destinados a la producción final, una selección del sexo, permitiría, entre otras cuestiones, una mejor adaptación de las instalaciones, la adopción de un manejo más específico, una mejor calidad cárnica e, incluso, evitar barreras legislativas como puede ser la castración, en el caso de machos.
A principios del siglo XX la estadounidense Nettie Maria Stevens, descubrió que la determinación del sexo es de origen cromosómico, comprobando que el cromosoma sexual del macho es de bastante menor tamaño que el de la hembra.
El sexo de mamíferos está determinado por los cromosomas sexuales X e Y. El ovocito femenino cuando es fecundado siempre aporta el cromosoma X, mientras que el espermatozoide cuando fecunda puede aportar el cromosoma X o el cromosoma Y; en el primer caso la fecundación daría una hembra (XX), y en el segundo un macho (XY)
Con esta base fisiológica, a partir de la década de los años setenta del siglo pasado, se desarrollaron diversas técnicas de sexaje del semen, cuyo fundamento eran aprovechar las posibles diferencias que pudiesen tener los espermatozoides X, respecto de los Y.
En este sentido, se empleó la centrifugación de los eyaculados en medios con distintos gradientes de densidad, que pudiesen seleccionar espermatozoides por sus diferencias volumétricas y de peso. También se han trabajado las diferencias de motilidad espermática en distintos medios físicos sometidos a voltaje o a contracorrientes. A nivel biológico también se ha intentado utilizar técnicas inmunológicas.
En todos los casos reseñados no se encontraron resultados que mostrasen una proporción de sexos con marcadas diferencias, respecto a la obtenida de forma natural.
En el año 1983 Garner y colaboradores, lograron identificar y diferenciar poblaciones de espermatozoides X e Y, gracias a la utilización de equipos de citometría de flujo, junto al empleo de fluorocromos con afinidad a la cromatina del espermatozoide, permitieron marcar las diferencias entre ambos espermatozoides.
Una vez identificados cada espermatozoide con la tecnología “sorted” de estos equipos, el espermatozoide pasa sucesivamente por un campo electromagnético que permite la selección de ambos tipos de espermatozoides. Con esta metodología Johnson en el año 1991 consiguió la primera camada sexada en conejos.
Hasta la fecha se ha conseguido gran cantidad de descendencia con el sexo seleccionado, siendo en el ganado vacuno donde más se ha trabajado, incluso el semen sexado se ha llegado a comercializar.
En el ganado porcino de capa blanca la primera camada, generada utilizando semen sexado, se obtuvo en el año 1993. Lamentablemente la técnica utilizada en aquel entonces no se ha llegado a implementar, debido a diversas barreras que limitan su uso.
Entre las mismas caben destacar: la velocidad de obtención de espermatozoides es lenta; en porcino está aproximadamente entre los 12 y los 20 millones de espermatozoides por hora.
Fuente: Garner DL, Evans KM, Seidel GE. 2013. Sex-sorting sperm using flow cytometry/cell sorting. Methods Mol Biol. 2013; 927: 279-95. doi: 10.1007/978-1-62703-038-0_26. PMID: 22992923
A ello hay que añadir que, durante su procesamiento, los espermatozoides sufren importantes daños estructurales, lo que determina una baja viabilidad a la hora de ser utilizados; paralelamente hay una importante dificultad para su conservación lo que desemboca en un significativo encarecimiento de las dosis seminales y en la necesidad de utilizar otras técnicas de reproducción asistida junto a equipos de personal muy especializados.
En definitiva, al día de hoy, mayo 2023, no se dispone de una técnica que sea lo suficientemente eficiente y eficaz, para poder ser aplicada, con visión económica, a escala comercial en el ganado porcino de capa blanca.
Raúl Sánchez Sánchez
Dr. en Veterinaria
Científico Titular del INIA-CSIC
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