Los burros, ¿qué los diferencia de los caballos? (III)

Tal y como lo avanzaba en la segunda parte del artículo, publicado la semana pasada (Boletín nº 159 de ÁGORA TOP GAN) vamos a iniciar esta tercera hablando de los cascos de los burros porque existen variaciones en la conformación de los cascos.

El casco del burro tiene una angulación mayor, siendo de aproximadamente 61,6° frente a los 50,5° el del caballo, y una superficie solar en forma de U. La pared dorsal del casco de los burros es un 25 por100 más gruesa comparándola con la de un caballo de similar altura. El tamaño y el número de túbulos córneos también son diferentes, teniendo una pared del casco con un 10 por 100 más de humedad y una estructura más elástica, siendo más difícil que se astille o se rompa la parte más externa del casco, cosa que sí ocurre en el caso de los cascos de los caballos.

El pelaje del burro también es más largo y seco que el del caballo.

En cuanto a las constantes físicas, los burros tienen diferente temperatura (menor), frecuencia cardiaca (mayor) y respiratoria (mayor), que los caballos. También los valores del análisis hematológico y bioquímico difieren respecto a los del caballo, así como las dosis de medicaciones, por lo que es muy importante tener en cuenta estas referencias y no tratar a los burros como caballos pequeños.

En lo que refiere a la reproducción sexual, también encontramos diferencias con el caballo.

Las yeguas son poliéstricas estacionales, siendo la primavera la mejor estación reproductiva, en cambio, en burros, la función reproductiva se ve menos afectada por la estacionalidad.

La duración del estro es parecida en burras y en yeguas, pero la duración del diestro es más larga en burras.

Las burras son en general más activas durante el estro que las yeguas. Las burras tienen un comportamiento algo más parecido a las vacas, montándose unas a otras cuando están en celo, cosa que no es normal ver entre las yeguas. Realizan también un movimiento acompañado de sonido con los belfos superior e inferior cuando están en celo. Sin embargo, la eversión del clítoris y la micción frecuente, así como la extensión de las extremidades posteriores, es menos frecuente y más discreto en burras que en yeguas.

El burro, cuando está cerca de burras en celo, va a aparentar distante, continuando comiendo el pasto, como no interesado en ellas, pudiendo ser bastante largo este periodo de tiempo, pero de repente, exterioriza el pene y rápidamente se aproxima a la burra en celo y la cubre. No tiene ese comportamiento de recela que sí presenta el caballo semental.  En su estado natural, el burro se siente más atraído por las burras que por las yeguas, pero burros que han sido entrenados para cubrir solo yeguas, es muy probable que no admitan cubrir burras.

El período de gestación en yeguas es aproximadamente de 11 meses ± 11 días, mientras que en burras puede oscilar entre los 12-14 meses.

Los ruchos o pollinos, nombre que reciben las crías de las burras, tienen un comportamiento más independiente que el de los potrillos (crías de las yeguas). El potrillo va siempre junto a su madre, rara vez suele alejarse de ella, mientras que el rucho puede separarse de su madre bastante, aunque ésta no lo perderá de vista en ningún momento. Es bastante típico que sean las burras las que llaman a sus crías y van en su busca, dada su tendencia a hacer oídos sordos.

Como puede verse, existen bastantes diferencias, tanto anatómicas como fisiológicas y comportamentales, entre los burros y los caballos. Es por ello que, aunque tengan cosas en común con el caballo, deben tratarse y explorarse como especies distintas que son, y por tanto conocer sus peculiaridades.

Añadiremos que, una dosis de paciencia nunca viene mal cuando se trabaja con burros.

 

 

 

 

Dra. Rosana Domingo Ortiz, PhD, Cert. Esp. Ceq
Dpto. Medicina y Cirugía Animal
Facultad de Veterinaria CEU Cardenal Herrera

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