La siesta de Luis y Fernando

Lo sé. No le gusta que lo llame, el plano. Pero, me reconocerán, que el ministro de Agricultura, Luis Planas, se ha ganado el calificativo, haciendo un burdo juego con su apellido, de “plano” porque, seamos realistas, en la mayoría de los asuntos trascendentales que atañen a su negociado, está ausente y en una eterna siesta.

No quisiera ser injusto y cebarme con él, pero dado que él es la máxima autoridad del Estado en la materia, creo que es más necesario que nunca sacarle los colores y exigirle que esté a la altura del cargo que ostenta. Ahora bien, soy consciente que las responsabilidades, al igual que los éxitos, suelen ser compartidos y por ello, es igualmente pertinente que fije la mirada, y la plumilla, en su mano derecha, Fernando Miranda, secretario de Estado, que lleva muchos años en cargos de alta responsabilidad en el Ministerio, tanto con el PSOE como con el PP, constituyendo así, lo que algunos denominamos el aparato del Estado y otros califican como la continuidad y estabilidad que la acción gubernamental requiere.

Uno y otro, Luis y Fernando, Fernando y Luis, conforman una pareja ausente que mira desde la barrera, como las vacas al tren, lo que está ocurriendo en el sector vacuno de leche.

Un sector productor, exhausto, tras dos años en pérdidas y que tras 3-4 meses ganando algo de dinero, pecado mortal para algunos, tiembla con las ofertas a la baja que les presentan las industrias lácteas. Lamentable y denunciable la actitud de la empresa Puleva, perteneciente al grupo francés Lactalis, que ha presentado bajadas de 9 céntimos, más o menos de 60 a 51 céntimos, y que ha provocado los ganaderos tiren su leche por el desagüe a modo de la protesta al ver que el coste del pienso no baja, por mucho que los índices oficiales reflejen una bajada que no acaba de llegar a las explotaciones, que el forraje, producción altamente dependiente del regadío, será un bien escaso y precio de Rolex y que, para más inri, el agua para sus explotaciones escasea, por lo que, como imaginarán, se encienden las alarmas en el campo.

Un sector industrial, diverso y complejo, donde conviven, y se acuchillan mutuamente, proyectos empresariales volcados en la leche líquida, unos con marca propia, otros con marca blanca de distribución y algunas, compatibilizando ambos mercados, también industrias con fuerte presencia de queso, productos lácteos como el yogur, tan banalizado como la propia leche líquida, y finalmente industrias con la mirada puesta en los productos industriales como la nata, la leche en polvo o los sueros. En fin, un guirigay de manda madre.

Tan diversa y compleja como la orientación de dichas industrias son sus intereses empresariales y así, en estos momentos, la empresa láctea de capital francés Lactalis con unas marcas de leche líquida como Puleva y President, que sufren en sus ventas frente al empuje de las marcas blancas, con una marca blanca para la distribución donde no hay margen alguno, y un potente apartado de quesos como Flor de Esgueva, El Ventero, Gran Capitán, Presidente, Galbani, etc. que, imagino, sufrirá el embate de las ingentes toneladas de queso barato que vienen de Centroeuropa y que son nacionalizados, según parece, tras ser oportunamente loncheados en territorio peninsular,  por todo ello, los máximos dirigentes del grupo Lactalis (no olviden sus marcas comerciales ya que el nombre de Lactalis no aparece en los lineales) han decidido reventar el mercado lácteo estatal y provocar una revolución, a la baja, que, si bien en un primer momento lo pagarán los ganaderos, no olviden que será el conjunto de la cadena láctea, industrias y distribución incluidos, quienes pagarán las consecuencias de esta afrenta de los galos.

Llegados a este punto, me permitirán que me descojone con el programa de 10 medidas presentado por la patronal láctea FENIL, para más inri, presidida por Ignacio Elola, presidente asimismo de Lactalis, que entre otras lindezas menciona que es necesario garantizar el volumen suficiente de producción y aprovisionamiento de leche para sus industrias y asegurar un valor para los productos lácteos que permita garantizar una remuneración justa para los eslabones de la cadena. Me lo reconocerán, tiene guasa la cosa. Mala leche diría yo, viniendo el escrito de quienes provienen, pero, en fin, una burla más que tienen que aguantar los productores.

Volviendo al inicio del artículo y recordando aquel anuncio de Mitsubishi donde un pastor le preguntaba al conductor, ¿y qué piensa Franco de todo esto?, lanzo públicamente, pero aprovechando que en el Palacio Ministerial no me leen los que debieran hacerlo, la siguiente pregunta: ¿qué piensa el dúo Luis y Fernando de lo que está ocurriendo en el sector lácteo? ¿Qué piensan de la actitud de Lactalis que está empujando al resto a la baja? ¿Qué piensa de la actitud de otras empresas y cadenas que, tras lo de Lactalis, han ofertado precios a la baja, más o menos idénticos?, en definitiva, queridos Luis y Fernando, despierten de la siesta y presten un poquito de atención al sector lácteo.

 

 

 

 

Xabier Iraola Agirrezabala
Editor en Kanpolibrean

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