La inteligencia seca en España

Ruego perdonen ustedes, en esta oportunidad y de manera excepcional, el tono de los próximos párrafos de la presente nota, pero es que me encuentro realmente enfadado y dolido. Las razones de mi actual estado anímico las pretendo exponer a continuación.

Verán ustedes: me parece que, en España estamos yendo, en muchos aspectos, para atrás como los cangrejos: Pienso que ello es debido, al menos en una medida significativa, a muchas de las actuaciones llevadas a término y a  ciertas medidas tomadas, en estos últimos años, por el Gobierno de la Nación; un gobierno altamente populista y muy regular gestor, especialmente en los ámbitos económico y de desarrollo estructural (destruyendo, por ejemplo, solo en el año 2021, ciento y pico embalses y azudes).

Es verdad que, a las mencionadas actuaciones y medidas poco afortunadas, hay que añadir, sin duda alguna, los graves efectos surgidos, a nivel personal, social y profesional, atribuibles directamente a la grave pandemia generada por la COVID – 19.

Esta conjunción de hechos ha acelerado, desde unas perspectivas estéticas, éticas y morales, un proceso social manifiestamente regresivo, de tipo cangrejal, que está dando lugar, en nuestra sociedad, a veces incluso por vía legislativa, a una serie de actitudes, en muchas facetas de la vida cotidiana, muy alejadas de la eficiencia y de la eficacia comportamentales y también muy ajenos a ellas, tanto a nivel personal como social y profesional.

La consecuencia, insisto desde una perspectiva global, es que España se ha ido sumergiendo lenta, pero inexorablemente, en un “pantano” donde claramente prima la mediocridad, asomando en él, a medida que pasa el tiempo, cada vez menos “brotes verdes”.

Este proceso de inmersión en la mediocridad está arrastrando a nuestro país, como una consecuencia lógica del mismo, a una situación social que técnicamente se conoce como de “animalización”, con las repercusiones que la misma tiene en muchos e importantes aspectos cotidianos de vida.

Y es precisamente en este contexto regresivo y sumamente complejo, dónde la expresión “inteligencia seca” cobra un gran protagonismo. La mencionada expresión de “inteligencia seca” la escuché hace poco y por primera vez,  a don Luis del Val en una entrevista realizada, creo que por don Carlos Herrera en la COPE.

Me pareció sencillamente genial y perfectamente aplicable, por ejemplo, a muchos casos de las cadenas alimentarias en la actual realidad agraria española (el artículo de don Xavier Iraola Agirrezabala, publicado en este mismo número del Boletín de ÁGORA TOP GAN, es un buen ejemplo de ello). Por esta razón y con el permiso de don Luís, me he permitido apropiarme de ella.

Por mi parte la deseo aplicar al sector del vacuno de leche, un sector que, en su primer eslabón y durante muchos meses estuvo sumido en pérdidas, en razón de los precios de venta obtenidos por la leche generada en las ganaderías. Esta realidad aceleró el cierre de granjas y así, a lo largo del año 2022, según Unión de Uniones, cerraron casi dos granjas de vacuno de leche al día ¡tremenda y  muy negativa noticia para nuestro país!

Es verdad que, en estos últimos meses, la situación había cambiado y así la mayoría de los ganaderos que quedaban en España (alrededor de unos 10.500 – 11.000 cuando en el año 1992 había 145.000) lograban, durante los meses mencionados, unos ligeros beneficios porque cobraban de media, por cada litro de la leche producida por sus vacas, alrededor de unos 60 – 61 céntimos de euro.

En este contexto el IPOD (Índice de Precios Origen-Destino) de la organización agraria COAG situaba en el 67 por 100 el margen, que la  industria y la distribución han estado aplicado en los últimos meses a la leche de vaca (mientras que el mismo había superado el 100 por 100 en los años 2020 y 2021); determinando que, en los últimos 16 – 18 meses, la leche en los lineales haya visto incrementar su precio en cerca de un 50 por 100.

No obstante, desde el pasado mes de marzo, la “tortilla” ha ido cambiando para las ganaderías de vacuno de leche, cuyos costes reales de producción, para la denominada “leche tipo”, pueden situarse actualmente en el orden de los 59 – 61 céntimos de euro por litro. La razón del mencionado cambio está en lo que están percibiendo, ahora mismo, los ganaderos por la leche de sus vacas.

En efecto, la mayor multinacional láctea que opera en España y que marca lógicamente  las pautas de precios de compra la leche a las ganaderías redujo inicialmente a la hora de firmar los nuevos contratos lácteos, por ejemplo en Cataluña,  su oferta del precio de compra de la leche en un 15 por 100 aproximadamente (es verdad que, en algunas regiones, esta reducción acabó siendo significativamente menor, del orden de un 7 por 100).  Pero, en cualquier caso, estos precios de compra a la baja abocan de nuevo a estas ganaderías a una situación de pérdidas que, en no pocos casos, son realmente notables e inasumibles.

Y está realidad, que acontece ahora mismo en España y que va a tener de seguir las cosas así unas consecuencias muy importantes para el sector y para el propio país, acontece ante la aparente pasividad de las Administraciones y, lo que es aún mucho más grave, ante la indiferencia total de la propia sociedad.

Lo expuesto, entiendo, constituye, un clarísimo ejemplo de “inteligencia seca”, tanto de las Administraciones, como de sociedad y de la cadena alimentaria que aquí nos ocupa y no precisamente en su primer eslabón.

Estimados lectores: espero haber fundamentado y justificado ante ustedes, con los párrafos que anteceden, mi actual estado de ánimo ¡muchas gracias!

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito

 

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