Elección del tipo genético y rentabilidad de la vaca nodriza (I)
La productividad anual por hectárea en las explotaciones de vacas nodrizas depende de la carga ganadera (CG), del número de terneros destetados por vaca y año (TD) y del peso medio de los terneros al destete (PD), de modo que responde a la expresión:
kg de ternero/ha = CG (vacas/hectárea) x TD (terneros destetados/vaca) x PD (kg/ternero).
El tipo de vaca a utilizar debe estar condicionado por la base forrajera disponible, la demanda del mercado (Denominaciones de Origen, IGP, marcas de calidad, etc.) y la calidad de la mano de obra y de los servicios veterinarios disponibles.
En la España seca semiárida a priori parece razonable adoptar vacas de pequeño–mediano formato – razas autóctonas Retinta, Avileña, Morucha, Berrendas, Alistana, etc. de peso vivo 550-600 kg – con buenos índices reproductivos de fertilidad (85-92 por 100), facilidad de parto, (2-4 por 100 de partos distócicos) longevidad (12-13 años de vida útil) y maternales de producción de leche (media diaria de 5-6 kg durante lactaciones próximas a 6 meses).
Estas vacas deben ser gestionadas en línea pura o cruzadas con toros Charolés, Limusín o Rubio de Aquitania que generan terneros al destete con 210-240 kg a los seis meses de edad. Esta alternativa permite, en fincas con producciones medias anuales en torno a 1.500 kg de materia seca, lo que equivale a unas 850-900 Unidades Forrajeras Leche (UFL), cargas ganaderas próximas a 0,5 vacas/hectárea (ha) y una suplementación alimenticia entre 600 y 700 kg de “tacos” comerciales (600-700 UFL) por reproductora tipo y año.
La producción en línea pura con razas autóctonas e incluso el cruzamiento industrial han experimentado en los últimos años una significativa regresión, de manera que la mayoría del censo de la España seca lo integran fundamentalmente vacas cruzadas en diverso grado (600-650 kg de peso vivo), servidas fundamentalmente por toros Limusín, y explotación en pureza de las razas Charolés (800 -850 kg), Limusín (650-700 kg) y Rubia de Aquitania (850-900 kg).
Esta realidad es fruto o consecuencia, de la demanda del mercado de animales que exhiban, en el cebo y al sacrificio, unos índices productivos competitivos: crecimientos medios diarios entre 1,5 y 1,7 kg, índices de conversión del concentrado menores de 5 kg/kg, rendimientos canal entre el 58 y 64 por 100 y proporciones elevadas de piezas nobles.
El uso de los mencionados tipos genéticos ha derivado en un porcentaje ostensible de distocias al parto (10-40 por 100), muy variable según genética (alto en Charolés y parece que muy bajo en la Rubia de Aquitania), tamaño de explotación, disponibilidades de mano de obra y servicios veterinarios especializados.
Con estos tipos genéticos se logran pesos individuales al destete elevados (240-280 kg a los 6 meses), pero a costa de cargas ganaderas más bajas (0,33-0,45 vacas/ha) y suplementaciones alimenticias elevadas entre 900 y 1.000 UFL/vaca y año.
Evidentemente, un incremento de la carga ganadera supondría un aumento inexorable de la suplementación alimenticia.
Bajo una fertilidad media de un 85 por 100 (de 100 vacas presentes paren 85), una estimación de la productividad en términos de kilogramos de ternero destetado por hectárea, según tipos genéticos explotados en el ecosistema de la Dehesa, puede obtenerse si se aplica la ecuación sencilla expresada al principio de estas líneas una cantidad determinada de kilogramos por hectárea, como se expondrá en la segunda parte del presente artículo.
Dr. Argimiro Daza
Catedrático de Producción Animal
Profesor Emérito de la Universidad Politécnica de Madrid
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