El verbo escuchar
Dice mi amigo Fernando, madrileño aunque de origen castellano, que lo más sencillo es lo que yo hago, dedicarme a escribir, sólo a escribir y a repartir estopa a diestra y siniestra. Sin aportar soluciones y sin comprometerme con nada, piensa él. Quizás no le falte razón en alguna de sus apreciaciones pero la verdad es que, visto el momento que vivimos, no es plato de gusto sacar a la palestra temáticas, acciones, actitudes y/o ausencias, cuando lo más placentero sería sacar el botafumeiro semanalmente y repartir incienso a todo pitxitxi. Sería, seguramente, más gratificante para ellos y para mí, pero, lo siento mucho, eso no va con la actitud de este juntaletras.
No escribo para agradar a los de arriba si no para dar voz a los que pisan tierra y la trabajan aunque, de vez en cuando, tengo que reconocer que uno se lleva una sorpresa y esta misma semana, fui invitado a una visita a una explotación ganadera de Eider Mendoza, candidata a diputada general de Gipuzkoa por el PNV, donde además de comprobar el pánico a los animales aunque con el toro limusin Fénix de más de 1.000 kilogramos de peso pasó la prueba del algodón dándole de comer pero, más allá de la anécdota, me encontré con una persona que conjugaba perfectamente el verbo escuchar. Me pareció que era consciente que no estaba en campo propio y adoptó la sabia actitud de escuchar a la gente del sector, actitud pocas veces vista.
En esa visita, cómo no, se habló de la difícil situación que vive el sector productor. En el subsector de vacuno de carne, aprovechando que la visita fue en una explotación de carne, nos encontramos con un sector conformado, en el caso vasco al menos, por cientos de explotaciones de vacas nodrizas que engordan sus propios terneros y unos cuantos cebaderos, pero la realidad es que la falta de rentabilidad del engorde hace que los ganaderos con vacas se desprendan lo antes posible de sus pasteros para que se engorden en los cebaderos que, a pesar de su relativa economía de escala, siguen pasándolas canutas.
Los precios abonados por la carne al ganadero, quizás sean los más altos de los últimos tiempos, pero aun así, salvo excepciones, la realidad es que es un sector productor que vende a pérdidas y que se ve necesitado de un alza en los precios para así, cubrir los costes de producción que se encuentran en un nivel máximo, y obtener ese margen de beneficio, esa rentabilidad que permita insuflar vida al ganadero y a sus familias.
El sector de vacuno de carne en Euskadi, y me atrevería a decir que en el conjunto de la Cornisa Cantábrica, está conformado por miles de explotaciones donde el vacuno es una actividad complementaria a otra, principal, ajena al sector primario, es decir, son en su gran mayoría, ganaderos mixtos o pluriactivos, tal y como se les denomina en la nueva jerga comunitaria.
Este sector, donde el factor medioambiental de mantener en perfectas condiciones las tierras familiares y gestionar el territorio más próximo es en muchos casos el que mayor peso tiene, se encuentra en la tesitura donde los ganaderos mixtos se están hartando de destinar parte de los ingresos obtenidos fuera del campo para tapar los agujeros provocados por el ganado y consiguientemente, abandonando la actividad y con ello, abandonando la gestión del territorio, con todas las consecuencias medioambientales que ello tiene para su entorno más próximo pero, también, para el conjunto de la sociedad.
Pues bien, el sector de vacuno de carne cuenta en estos momentos con un instrumento como es el Observatorio Agroalimentario impulsado por el Gobierno Vasco y más concretamente, con un informe, público, que recoge los costes de producción del conjunto de la cadena cárnica y en dicho estudio comprobamos que el coste de producción al ganadero es de 7,59 euros/kg., es decir, hablando pronto y claro, en números redondos, unos 2 euros más de lo que están percibiendo los ganaderos actualmente. Por no hablar, de los ganaderos que venden directamente a carnicero, quienes en muchos casos, no todos, ni siquiera han actualizado sus precios en el último año.
Ahora bien, tal y como ocurre en otras producciones, el precio percibido por el productor viene, en gran parte, por el precio de venta al público y en el sector cárnico, como en otros, la distribución organizada tiene un peso cada vez mayor, muy especialmente, en el caso vasco, donde la venta en distribución está prácticamente copada por dos cadenas, Eroski y BM, cada una con su política propia, con sus características, sus manías, pero con su peculiar política de precios donde la rentabilidad de los ganaderos queda relegada a un segundo plano.
Al parecer, unos y otros, se resisten a alzar el PVP por temor a perder cuota de mercado dado que según sus estudios la gente está volcándose hacia alimentos más económicos pero, todos ellos, en su mix de oferta cárnica, ofertan todo tipo de carnes y de toda gama de precios, sin percatarse que, al menos en nuestro caso, la negativa a subir el PVP final mantiene al sector productor en pérdidas.
Como he dicho previamente, hasta ahora, eran muchos los que estaban habituados y dispuestos a tapar agujeros creados por la actividad ganadera con fondos provenientes de otra actividad pero, esta situación va cambiando a marchas forzadas, y de seguir así, más pronto que tarde, faltará carne del país en los lineales y en las carnicerías.
Termino. Señores vendedores de carne, distribuidores y carniceros, al menos en lo que respecta al sector ganadero, aprendan a conjugar el verbo escuchar.
Xabier Iraola Agirrezabala
Editor en Kanpolibrea
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