Lechazo de I.G.P. de Castilla y León, garantía de calidad
El fin principal que mueve al sector para dotar al lechazo que se cría en Castilla y León de una marca de calidad, es proteger un producto que se obtiene y consume de manera tradicional desde los tiempos de la colonización romana, el cual nuestros asadores cuidan y preparan de forma magistral.
El sistema que se utiliza en Europa para diferenciar los productos de excepcional calidad es el de las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) y de las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP).
La IGP reconoce la calidad de un producto como consecuencia de sus características propias que lo definen, influenciado por el medio geográfico en el que se producen las materias primas y por el factor humano que trabaja siguiendo unos métodos concretos en su producción.
El Lechazo de I.G.P. se obtiene exclusivamente a partir de las razas autóctonas de Castilla y León; se trata de las razas Churra, Castellana y Ojalada, y el mencionado lechazo se alimenta únicamente con leche materna.
RAZA OJALADA RAZA CHURRA RAZA CASTELLANA
Estas razas mencionadas están perfectamente adaptadas al medio en el que se ubican y a unos sistemas de cría tradicionales, lo que da lugar a que este producto tenga una calidad que se puede calificar de insuperable.
Importante poner de manifiesto la forma en que se identifica al lechazo I.G.P. de Castilla y León,
El acto final del proceso de control en la producción de lechazos, se fundamenta en la calificación de las canales en las que se colocan cuatro vitolas en cada extremidad, por cada lechazo calificado, esto es: que cumpla todos y cada uno de los parámetros contemplados en la normativa. En las vitolas figura la fecha de sacrificio, el logotipo del Consejo y un número correlativo de control.
Vitola
También se coloca una etiqueta de control por lechazo calificado donde figura el logotipo del Consejo, un número correlativo de control y la fecha de sacrificio.
Etiqueta de control
Una particularidad importante de este tipo de identificación es que las vitolas colocadas en las cuatro patas del lechazo no se quitan en el cocinado, aguantan la temperatura del horno de tal forma que dichas vitolas se sirven en el plato, permitiendo de esta forma que la identificación llegue al consumidor final de una forma clara y directa.
A través de los códigos de cada vitola se puede trazar el lechazo permitiendo conocer el Operador comercial que ha vendido el lechazo, el matadero donde ha tenido lugar el sacrificio, el lote al que pertenece, la persona que lo ha calificado etc. etc.
Es decir, que el proceso técnico seguido garantiza la trazabilidad del producto.
Beatriz Sánchez Iglesias
Directora Técnica
C.R.IGP Lechazo de Castilla y León.
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