¿Son únicamente las emisiones de metano de los animales rumiantes los responsables del cambio climático en nuestra sociedad? (II)

Iniciamos la segunda parte de nuestro artículo hablando del agua. Se afirma que: “para producir una hamburguesa de 100 gue se necesitan 2.000 litros de agua”. “Nos están robando el agua de bebida a los humanos”. ¿Diríamos lo mismo cuando nos referimos a la cantidad de agua que se utiliza para regar? o ¿de la cantidad de agua que se utiliza para generar energía eléctrica y que seca los pantanos?

Las personas que presentan estas estadísticas con estas enormes cantidades de agua que se integran a la carne de vacuno, no están teniendo en cuenta el agua de lluvia. Existen tres tipos de agua que deben tenerse en cuenta al llevar a cabo el cálculo de la huella hídrica; el agua procedente de la lluvia (agua verde), el agua de los ríos, lagos y acuíferos (agua azul) y el agua gris (agua que se necesita utilizar para diluir los restos de efluentes de la producción).

El aporte de agua que se le asigna a la carne de vacuno debe incluir necesariamente la llamada agua verde. Esta agua de lluvia (agua verde) cae sobre la tierra y una  parte es absorbida por las plantas que, a su vez, son parcialmente consumidas por los animales. Por lo tanto, una gran cantidad de agua que entra en un animal generador de carne entrará con el alimento sólido, no en forma de agua de bebida.

En este sentido, según Doreau et al. (2012), Caro et al. (2016) and Mitloehner (CLEAR Center), el 94 por 100 del agua utilizada para producir carne de vacuno es agua verde (de lluvia) y solo un 6 por 100 sería agua azul (agua superficial o subterránea). Por lo tanto, según los autores citados, para producir 100g de carne de vacuno se requieren aproximadamente unos 122 litros de agua azul.

Quizás la verdadera preocupación que deberíamos tener seria la del uso excesivo de nuestras reservas de agua dulce (azul) para el riego, ya que el 70 por 100 de las reservas mundiales de agua dulce se destinan al riego de cultivos (FAO, 2020).

Según la FAO (2020) el arroz necesita 340 litros de agua para producir 100 g; el trigo 100 litros por cada 100 g y el maíz 90 litros por cada 100 g. Si nos vamos a la fruta, una manzana requiere 70 litros de agua y una naranja 50 litros.

Y…si ya me he cansado de leer este artículo, salgo y me voy al bar y pido una ración de aceitunas, esta ración habrá necesitado 250 litros para su producción; por otra parte, serán necesarios 106 litros de agua para producir una simple caña de cerveza y se habrán requerido 720 litros para que nos podamos beber, con los amigos, una botella de vino.

Como una primera conclusión a esta segunda parte del presente artículo se puede afirmar  no es erróneo pensar que la sociedad, en general, desconoce realmente cuales son las realidades productivas en el ámbito agrario (agrícola y ganadero) y cuál es su influencia real en el cambio climático.

En la tercera parte del artículo, se abordará el tema de los alimentos y el de la utilización de la superficie agrícola útil, la que la sociedad denomina “tierra”.

 

 

 

 

 

Carlos Javier Fernández Martínez
Catedrático de Universidad
Universitat Politècnica de Valencia (España)

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *