Las razones de los fallos vacunales

 

Nunca nos había preocupado tanto que las vacunas muestren toda su efectividad. El uso de vacunas en ganadería ha sido esencial para conseguir controlar y en algunos casos incluso eliminar algunas enfermedades. Hoy, con las mayores restricciones impuestas al uso de los antibióticos, las vacunas se han convertido en una herramienta esencial, incluso para controlar aquellos procesos infecciosos que consideramos comunes, y en muchos casos endémicos de nuestras granjas.

Algunos productos vacunales son tan efectivos que cuando no se usan las consecuencias son rápidas y evidentes. Quizás uno de los ejemplos más claros sería la vacuna frente a la circovirosis porcina. Usarla o no, puede suponer tener o no tener problemas graves en la fase de crecimiento/engorde de los cerdos.

Ha sido precisamente con este tipo de productos, cuya eficacia estaba claramente probada, que nos hemos empezado a encontrar con situaciones que apuntaban claramente a un fallo vacunal.

Pero, ¿cuáles son las principales razones para que una vacuna falle?

Entre las principales causas de los fallos vacunales encontramos las siguientes:

  • La vacuna no se ha aplicado o se ha aplicado a una dosis insuficiente. En ocasiones, si los volúmenes a aplicar son pequeños (volúmenes de 1 ml o inferiores) es posible que se cometan errores en la dosificación, especialmente si usamos jeringas pensadas para inyectar volúmenes mayores o jeringas de mala calidad. La falta de vacuna o la aplicación a una dosis inferior a la que corresponde afectará su eficacia. Cuando se debe vacunar un número importante de animales es conveniente asegurarse que todos ellos han sido vacunados. Siempre se debería comprobar que las dosis usadas corresponden con el número de animales que deberían haberse vacunado. Es demasiado frecuente encontrar desajustes.
  • Aplicación errónea de la vacuna. Un producto vacunal viene diseñado para ser usado por una vía determinada. Por ejemplo, un producto vacunal que debe aplicarse por vía intramuscular perderá eficacia si en lugar de aplicarse en músculo queda aplicado en grasa o en tejido sub-cutáneo. Esto sucede cuando se usan agujas de dimensiones generalmente inferiores a las recomendadas o cuando el ángulo de aplicación no es de 90 grados con la piel, lo que produce que el producto quede depositado en un tejido distinto al que debería.
  • Mala conservación de la vacuna. La mayoría de las vacunas deben conservarse en condiciones de frío. La pérdida de estas condiciones bien sea porque la temperatura es demasiado elevada o baja (congelación), puede afectar su eficacia. En aquellos casos en que la vacuna conste de dos fracciones que deban ser reconstituidas antes de su aplicación, el producto reconstituido deberá ser usado inmediatamente, no siendo posible su conservación para aplicaciones futuras. Es todavía demasiado frecuente encontrar refrigeradores de mala calidad o muy viejos en las granjas lo que aumenta la posibilidad de tener problemas durante la conservación.
  • Mezcla de vacuna con otros productos. La creatividad no tiene límites, y en busca de una mayor eficiencia en el trabajo no es raro encontrarse con situaciones donde una vacuna en concreto se ha mezclado con otra vacuna, con antibióticos o con productos anti-inflamatorios. Las mezclas deben venir siempre avaladas por el fabricante y en ningún caso deberían realizarse “inventos en las granjas”. Por lo general para conseguir una buena eficacia vacunal la vacuna incorpora un adyuvante. La misión del adyuvante es la de producir un proceso de inflamación local que estimule el sistema inmunitario del animal vacunado buscando con ello una mayor eficacia. La combinación con anti-inflamatorios u otros productos con efectos similares reducirá la eficacia.
  • Presencia de inmunosupresores durante la vacunación. Las micotoxinas tienen un claro efecto inmunosupresor, si los animales que deben ser vacunados están consumiendo un alimento que esté contaminado con ellas reducirán la eficacia vacunal hasta el punto de que algunas investigaciones evidenciaron que los animales vacunados no generaban seroconversión.
  • Presencia de otros procesos infecciosos en el momento de la vacunación. Es sabido que las vacunas no deberían aplicarse a animales enfermos. Sin embargo, esto no siempre es fácil, pues los planes de vacunación están planificados en base a la edad o fase de producción. Sucede a veces que, en el momento de la vacunación, los animales están sufriendo una recirculación viral que si bien puede ser suave, desde el punto de vista clínico, disminuirá la eficacia vacunal.

Como vemos, son bastantes los motivos que pueden estar detrás de una eficacia reducida de los productos vacunales utilizados. Una correcta investigación nos permitirá detectar cuál de ellos es el causante y solucionarlo.

 

 

 

 

Enric Marco
Licenciado en Veterinaria
MarcoVetgrup; SLP

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