Piropasmosis equina (II)

Continuando con lo expuesto en la primera parte del presente artículo, publicada la semana pasada en el Boletín nº 141 de Ágora TOP GAN, hay que incidir en el hecho de que la piroplasmosis equina tiene una importancia económica en lo que se refiere al comercio internacional de caballos.

La razón de ello es debida  a que las regulaciones de importación restringen el movimiento de equinos infectados a países como USA, Canadá, Australia, México, Brasil, Argentina, Chile, Singapur y Japón entre otros.

Paralelamente esta enfermedad puede llevar también a pérdidas económicas  con la generación de abortos, al existir una transmisión transplacentaria en el caso de T. equi, pudiendo nacer potros enfermos, portadores asintomáticos o haciendo que la gestación se interrumpa y no logre llegar a término, como se muestra en la siguiente figura:

Y en última instancia, estas pérdidas generadas por la enfermedad pueden deberse simplemente al tratamiento del animal infectado.

Por otra parte, se produce una disminución del rendimiento deportivo de los caballos en sus fases más crónicas, mientras que en los cursos agudos puede incluso llegar a producir la muerte del animal.

La piroplasmosis también es responsable de producir abortos, o del nacimiento de potrillos enfermos.  Muchos de los casos crónicos se encuentran subdiagnosticados, debido principalmente a la inespecificidad de los signos clínicos, siendo responsables de una anemia de menor o mayor intensidad (en función de la carga parasitaria y de la respuesta del hospedador, íntimamente relacionada con su edad), cólicos recurrentes, pérdida de masa corporal, etc.

En cuanto al diagnóstico, por un lado, tenemos la identificación directa del agente realizando un frotis sanguíneo. Los métodos de tinción tipo Romanovsky, como el de Giemsa, dan los mejores resultados, pero el bajo nivel de hemoparásitos en animales portadores hace muy difícil la detección de éstos, especialmente en el caso de infecciones por B. caballi, por lo que de forma rutinaria se suele recurrir directamente al análisis serológico.

La prueba recomendada por la OIE para el movimiento internacional de caballos es el ELISA tipo competitivo (cELISA). La prueba PCR presenta mayor especificidad y sensibilidad que las pruebas serológicas y el frotis, por lo que también es usada con frecuencia en el diagnóstico.

Por lo que respecta al tratamiento, el dipropionato de Imidocarb (Imizol) es el más utilizado, sobre todo para infecciones de Babesia caballi. Para infecciones por Theileria equi,, que es más resistente se utiliza Buparvaquona y oxitetraciclina.

Algunos caballos necesitarán además tratamiento de soporte como fluidoterapia, transfusión de sangre en casos graves de anemia o antibióticos en caso de infección bacteriana secundaria.

La prevención en zonas endémicas es muy difícil por no decir imposible. En zonas no endémicas se debe controlar la entrada de caballos, siendo requerido normalmente dos análisis negativos de dos laboratorios distintos para poder entrar a estos países.

Hoy en día no existen vacunas eficaces así que, el control de los vectores y de la entrada de animales, permitiendo solo el paso a aquellos libres de infección, es lo que se debe hacer en la práctica para mantener controlada esta patología.

 

 

 

 

 

Dra. Rosana Domingo Ortiz, PhD, Cert. Esp. Ceq
Dpto. Medicina y Cirugía Animal
Facultad de Veterinaria CEU Cardenal Herrera

 

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