La fiesta de la protección animal (II)

Continuando con  lo expuesto en la primera parte de nuestro artículo hay que admitir que es cierto que los animales de compañía se adaptan a vivir con el hombre y le pueden reportar beneficios como evitar la ansiedad y la depresión a personas que viven solas e, incluso, con fines terapéuticos; las mascotas evocan ternura y afecto.

La ley propone la creación de centros públicos de protección animal pues “corresponderá a los ayuntamientos la recogida de animales extraviados y abandonados y su alojamiento en un centro de protección animal”.

Para ello, deberán contar con un servicio de urgencia día y noche (art. 22). Ojalá que los consistorios dispusieran de los mismos medios para las personas. Si se trata de perros, gatos y/o hurones deberán entregarlos en adopción, no sin antes haber sido esterilizados, o con el compromiso de que lo harán en su próximo destino (artículo 23). La esterilización es posiblemente la peor práctica de maltrato pues priva a los animales de su capacidad reproductora y de su sexualidad.

Los propietarios de perros deberán acreditar un curso de formación que les capacite para su tenencia responsable (art. 30). Los perros con funciones específicas en el medio rural, como los de pastoreo y guarda del ganado, se consideran animales de compañía y, para poder criarlos, los propietarios tienen que estar inscritos en el Registro de Criadores; también tienen que estar geolocalizados permanentemente (art. 38).

Estos animales nada tienen que ver con los perros urbanos, así como los perros y hurones de actividad cinegética como función específica, que la ley también los considera animales de compañía; sus propietarios tienen que inscribirse como criadores si quieren criar cachorros (art. 39). Al ser considerados animales de compañía (mascotas), los más de ochocientos mil cazadores españoles temen que con estas medidas se pretenda una abolición encubierta de la caza. La ley es una afrenta al medio rural en su conjunto.

Los gatos de los hogares tienen que identificarse con microchip y castrarse obligatoriamente antes de los seis meses de edad, salvo los que se registren como reproductores (art. 26). La ley trata con mimo a las colonias felinas de gatos comunitarios que tienen que estar identificados, censados y esterilizados para evitar que produzcan afecciones urbanas y no acaben con la biodiversidad de la zona (arts. 46 y 47), por ser animales carnívoros muy voraces.

La ley incorpora un régimen sancionador con infracciones leves, graves y muy graves, con multas que van de quinientos (las leves) a doscientos mil euros (las muy graves) (arts. 80-87).

A una parte importante de la sociedad le preocupa saber quién paga esta fiesta  animalista, pues la ley va a crear una gran red clientelar de organismos, instituciones y centros y empleos que habrá que mantener.

¿No tenemos urgencias sociales más perentorias?

En España existen en estos momentos más de trece millones de personas (casi el 28 % de la población) que viven en riesgo de pobreza y de exclusión social.

 

 

 

 

 

 

Antonio Purroy Unanua,
Dr. Ingeniero Agrónomo
Catedrático de Producción Animal

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