Nueva Zelanda pondrá un impuesto a las flatulencias de las vacas

De acuerdo con lo que se ha publicado en EL ECONOMISTA y en Boletín Digital de AGAPROL,  Nueva Zelanda será el primer país del Mundo que gravará a los ganaderos por las emisiones de su ganado.

El plan del Gobierno será debatido con el sector hasta finales de año. La medida es de gran relevancia debido al peso del sector en la economía.

El país tiene un censo de cinco millones de habitantes y 36 millones de ovejas y vacas ha presentado un plan pionero contra las emisiones agrícolas. Nueva Zelanda impondrá a partir de 2025 un impuesto a los eructos y las flatulencias de los bóvidos para intentar reducir los gases de efecto invernadero que produce el metano que generan estos animales.

La primera ministra, doña Jacinda Ardern, ha difundido este martes un comunicado en el que apenas hay detalles sobre el plan; no precisa cuánto espera recaudar ni detalla cómo se aplicará el gravamen o la forma de medir las emisiones.

El Gobierno neozelandés mantendrá reuniones con los ganaderos hasta el 18 de noviembre para perfilar la medida. La hoja de ruta del Ejecutivo de Wellington pasa por aplicarla a partir del año 2025 y forma parte de la promesa de alcanzar la neutralidad de emisiones contaminantes en el año 2050.

El caso de Nueva Zelanda es muy especial dado que casi la mitad de las emisiones del país proceden del sector pecuario, principalmente del metano generado por los 26 millones de ovejas y los 10 millones de vacas, con que cuenta aquel país.

La medida tendrá gran relevancia debido al peso del sector agrícola en la economía: representa el 10 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB) neozelandés y el 65 por 100 de los ingresos del país por sus exportaciones.

También hay que señalar que la propuesta incluye incentivos para los agricultores que reduzcan las emisiones, que podrán compensarse mediante la reforestación. En concreto, el dinero recaudado será devuelto a la industria mediante la financiación de nuevas tecnologías, investigación e incentivos para los trabajadores del campo.

Pero, el plan no convence a todas las asociaciones agrarias. Hay quien considera que esta política provocará una reducción en el número de granjas de vacas y ovejas en el país.

Así, la asociación neozelandesa Federated Farmers, uno de los principales grupos de presión de la industria, respondió en un comunicado, recogido por la agencia Efe, que este proyecto gubernamental «acabará con las zonas rurales de Nueva Zelanda» y verá como muchas granjas serán reemplazadas por zonas con arbolado.

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