Fracturas en los caballos de carreras

 

 

Los caballos de carreras suelen ser generalmente caballos de raza Pura Sangre Inglés (PSI). Sus características, morfología y fisiología, hacen que sea la raza más adecuada para el tremendo esfuerzo físico que realizan durante la carrera, así como en los entrenamientos.

El PSI es un caballo que crece más rápidamente que otras razas y también es un caballo que empieza a entrenarse a una edad mucho más temprana que caballos que realizan otras disciplinas. Lo normal en un caballo de cualquier otra raza y disciplina, es que sea entrenado a partir de los 3 años de edad, mientras que el PSI de carreras puede empezar a competir a los 2 años, lo que significa que ha tenido un entrenamiento previo a más temprana edad.

Este dato, añadido a la dureza del entrenamiento y  de las propias las carreras, hacen que, siendo relativamente jóvenes, presenten fracturas con más frecuencia que caballos de otras disciplinas. En algunos casos suelen ser fracturas con mal pronóstico y ello `puede comportar que el caballo  deba ser finalmente sacrificado.

La incidencia de fracturas en los caballos de carreras se sitúa entre el 1% y el 2%, aproximadamente. Y estas fracturas ocurren sobre todo en las extremidades anteriores. Se ha descrito también que estas fracturas tienen mayor probabilidad de ocurrir en la tercera y cuarta curva de una pista ovalada y también en la recta final.

Las fracturas que tienen lugar pueden clasificarse en “catastróficas”, que suponen el sacrificio humanitario del caballo, y “no catastróficas”, las que no necesariamente incluyen la eutanasia del caballo.

La mayoría de las fracturas que afectan a los caballos de carrera son una manifestación de una lesión por esfuerzo repetitivo que comienza como una pequeña lesión ósea focal que se extiende para formar una fisura que se vuelve progresivamente más grande, y finalmente culmina como una fractura completa.

Por estas razones, muchas lesiones ‘no catastróficas’ representan una etapa temprana de lesiones potencialmente «catastróficas». Los huesos que mayoritariamente se ven afectados son los sesamoideos proximales, la primera falange y el tercer metacarpiano.

Las fracturas más frecuentes son las fracturas por fatiga. Esta se produce como resultado de una cantidad anormal de estrés aplicado al hueso normal, es lo que habitualmente se conoce como “fractura por estrés”. La fractura por estrés comienza con tensión ósea subclínica (aunque sí es detectable por gammagrafía), y luego progresa a la fractura por estrés propiamente dicha una vez que se distingue una línea de fractura en la radiografía.

En el caballo de carreras, las fracturas por estrés ocurren en zonas que por razones anatómicas y razones biomecánicas parecen susceptibles a desgaste acumulado. Estas incluyen el tercer metacarpiano y metatarsiano, el ilion, la tibia, primera falange y la espalda.

Los factores de riesgo que van a influir para que se produzcan las fracturas en el caballo de carreras son:

  • Ejercicio

El daño por fatiga en el hueso ocurre durante un período de días o semanas y a menudo se precipita por un cambio reciente en la actividad, especialmente si se produce un incremento  de carga en el entrenamiento. Factores de riesgo relacionados con el ejercicio incluyen la falta de integración de velocidades de galope en regímenes de entrenamiento, distancia acumulada en las superficies entrenadas, tanto de carreras como de entrenamiento, y retorno al entrenamiento después de períodos significativos de descanso.

El riesgo de fractura por estrés puede ser estimulado al reducir la proporción de trabajo a baja velocidad y aumentar la frecuencia del trabajo de alta velocidad en intervalos cortos.

  • Superficies de trabajo

El tipo de pista utilizada en el entrenamiento y las carreras influye en la incidencia de fracturas de extremidades distales. Hay evidencia de que las pistas de tierra tienen tasas más altas de lesiones (incluyendo fracturas) que las carreras en césped.

  • Edad y sexo

Estudios realizados, con caballos de carrera, en  el Reino Unido  evidencian que el entrenamiento y las carreras, realizadas a los dos años de edad, pueden conferir una disminución a largo plazo en el riesgo de fractura en comparación con los caballos que comienzan a los tres o cuatro años.

Existe cierta discrepancia entre si es más beneficioso que estos caballos empiecen a competir a los 2 años o a los 3 años. Hay quien dice que los que empiezan a los 2 años tienen carreras más largas y más fructíferas, mientras que otros tienen opiniones contrarias, prefiriendo empezar a los 3 años.

En cuanto al sexo, en general, parece ser que las potras tienen mayor riesgo de fractura que los potros, en particular los que afectan a la pelvis. Son necesarios más estudios para corroborarlo.

Lo que si resulta evidente, al menos en mi opinión, es que se hace necesario profundizar en el análisis y estudio de la cuestiones reseñadas en este artículo, con el fin de intentar reducir, en la práctica, las fracturas en los caballos de Pura Sangre Inglés destinados a las carreras.

 

 

 

 

Dra. Rosana Domingo Ortiz, PhD, Cert. Esp. Ceq
Dpto. Medicina y Cirugía Animal
Facultad de Veterinaria CEU Cardenal Herrera

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