Editorial AGRAPOL: ¿Y ahora por qué no hay leche en los lineales?

Dado el interés de estas reflexiones, nos permitimos traer  a esta ÁGORA TRIBUNA las reflexiones vertidas en la editorial del boletin informativo de AGRAPOL del pasado 20 de octubre:

Las estanterías de los Mercadonas comienzan a vaciarse de leche. Distribución, industria láctea, Gobierno y hasta los consumidores se preguntan qué ha pasado para que en un país occidental y desarrollado se esté dando esta insólita situación de carestía de productos de primera necesidad.

La pregunta tiene una respuesta conocida por todos y que, además, nada que tiene que ver con la guerra de Ucrania, el periodo inflacionista que todos padecemos o la crisis global que afecta a las economías internacionales. Y todos conocían la respuesta porque todos -industria, distribución, administración y consumidores- sabían que era imposible beber leche a precio de agua. En España la leche se ha comprado a 58 céntimos el litro durante años y años ¿Nadie se había dado cuenta de ese pequeño detalle? Todo el mundo sabía que eso era imposible.

Los ganaderos de este país se habían hartado de decírselo a los inspectores cuando iban a firmar los contratos lácteos a sus casas. Las industrias lo sabían porque cuando pedían subidas de precios a la distribución y esta les negaba la propuesta recurrían siempre a la capacidad de aguante de los ganaderos, a fundirse los ahorros de las granjas para que el sistema “siguiera funcionando”. Los gobiernos también sabían la respuesta porque han legislado y mucho sobre el tema aunque, desgraciadamente, no han hecho cumplir esas normas, que ellos mismos habían redactado.

Los consumidores también sabían la respuesta porque cada semana tenían en su cesta de la compra leche a 58 céntimos junto a otros productos de los que nadie duda pero que no pueden ni podrán ser considerados de “primera necesidad”.

Todos sabían que la respuesta estaba en que “sin vacas, no hay leche”. Mirar para otro lado sólo ha demorado lo que se veía venir y todos conocían. Cuando los ganaderos decían que no podían seguir vendiendo a pérdidas la respuesta siempre era la misma; “hay leche de sobra”, “el mercado lo regulará y todo se solucionará”. Pues bien, el mercado ha hablado y lo ha hecho en forma de estanterías vacías.

Se equivocaban los que decían que no podían pagar más a los ganaderos por un producto que “nadie quería”. Los que no estaban dispuestos a pagar por lo que valía en el supermercado ahora se verán obligados a pagar todavía más no para lucro de los ganaderos sino porque simplemente no hay leche. Los ganaderos volverán a responder y en cuanto sus vacas puedan volver a dar leche -dentro de un año o año y medio- estarán al pie del cañón para dar respuesta a las necesidades de los consumidores.

Esperemos que, ahora sí, todos se den cuenta de que para dar esta respuesta los ganaderos también necesitan comer.

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