Cosas veredes, amigo Sancho

“Cosas veredes, amigo Sancho” es una expresión que se atribuye al Quijote, aunque al parecer erróneamente, para expresar perplejidad o sorpresa ante un acontecimiento que no esperaba. Pues bien, alguna expresión similar deben utilizar entre la gente de la izquierda abertzale, al observar el giro dado por sus dirigentes ante el proyecto de instalar un parque eólico en la zona de Azpeitia por parte de la empresa noruega Statkraft.

Donde antes veían unos horrendos molinos que arrasarían las montañas y airearían los vientos del maligno ultraliberalismo capitalista, ahora, inmersos en pleno giro copernical con el objetivo de alcanzar las mullidas alfombras de las instituciones, no ven más que unas ligeras y livianas palitas que harán danzar graciosamente las brisas montañeras y todo ello, de la mano de una ONG noruega que, en el apartado de humildad, espiritualidad y bien común, deja a la altura del barro a los franciscanos de Arantzazu.

“Cosas veredes, amigo Arnaldo” masculla un aguerrido miembro de la izquierda abertzale de la comarca de Urola, al asumir las ruedas de molino que debía tragarse, sin pestañear lo más mínimo, al menos cuando se presentase públicamente ante aquellos correligionarios a los que hasta ahora había jaleado para hacer pancartas contrarias a todo aquel proyecto que osase tocar la sagrada e icónica montaña.

Ruedas de molino del mismo tamaño son por otra parte, las afirmaciones de numerosos jefes de compras de industrias lácteas a algunos ganaderos que, para justificar la subida de la leche spot, leche a subasta, se les traslada el mensaje de que todos, incluidos industriales y cadenas de distribución, han caído en la cuenta del agónico momento que viven los ganaderos y que, por ello, han decidido levantar el pie del acelerador y mejorar el precio al ganadero.

El ganadero, no obstante, a similitud del sabio Sancho, es buen conocedor de los personajes que pululan por el sector lácteo y sabe a ciencia cierta, que la mejora de los precios no es por la lástima que da a sus compradores o por una repentina solidaridad para con ellos, sino por la falta de leche en el mercado tras años de ir apretando y maltratando al ganadero hasta dejarlo exhausto.

La paciencia del ganadero, como la de todos, tiene un límite y sobrepasarlo ha sido motivo suficiente para que los ganaderos vayan tirando la toalla, algunos poco a poco, enviando vacas lecheras poco eficientes al mercado de la carne, y otros cuantos, cerrando la puerta de forma brusca y definitiva.

Ahora que los precios al ganadero mejoran, los hay quienes ganan dinero, al parecer algo prohibido a los productores y sólo admitido para otros eslabones, pero no debiéramos perder la perspectiva de la realidad puesto que son inmensa mayoría los que o bien, justo, justo, cubren costes de producción, o bien, los más, quienes siguen perdiendo dinero.

Ahora bien, no se crean que esta situación es algo exclusivo del sector lácteo, ocurre en otros subsectores productivos, tal y como hace pocos días reconocían representantes de los criadores de pollos que, a puerta cerrada, reconocían que se estaba trabajando a pérdidas o los productores de porcino o huevos, no tan lejanos algunos, que se ven abocados a trabajar a pérdidas al ser incapaces de repercutir sus costes al siguiente eslabón de la cadena.

Por cierto, hablando de cadena, no me negarán que para rueda de molino ya tenemos la rueda de molino del ministro Luis Planas que reformó una Ley de Cadena Alimentaria, introduciendo la cláusula por la que, en todas y cada una de las compraventas en el seno de la cadena, debía garantizarse que se cubrían los costes de producción que tenían cada uno de sus eslabones. Tiempo más que suficiente llevamos con esta Ley para caer en la cuenta que lo que se nos vendió como el santo remedio de las injusticias del mercado agrícola, lamentablemente, no es más que una gigantesca rueda de molino.

El sector primario, al igual que el conjunto de la sociedad, en estos momentos de zozobra e incertidumbre, necesita de líderes que sepan aunar los grandes objetivos del medio-largo plazo con la gestión eficaz y eficiente del corto plazo. No necesitamos de charlatanes, vendedores de crecepelos o surfistas de la última ola que aparece por la costa. Necesitamos de líderes que marquen objetivos, implementen estrategias, sepan trabajar en grupo y que, cuando haya que hacerlo, dejar aparcada la sonrisa perenne y sepan decirnos las verdades del barquero, por muy incómodas que nos resulten.

El sector primario, incluyendo sus asociaciones, cooperativas y empresas, así como las instituciones, comenzando desde la más cercana hasta la más lejana, necesitan, como el aire, de líderes, o lideresas, y no liderzuelos sin proyecto que vayan de un lado para otro, sin rumbo, como van las hojas con el viento o que se conformen con gestionar la inercia.

Xabier Iraola Agirrezabala
Editor en Kanpolibrean

 

 

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