Septiembre; la tormenta perfecta
El mes de septiembre arranca para el sector lácteo con una de las encrucijadas más importantes a lo largo de su historia. El debate ya no será si se han de cubrir los costes de producción de los ganaderos -algo que a todas luces es evidente- sino demostrar si realmente las industrias lácteas y la distribución quieren seguir transformando y vendiendo leche.
El verano se ha convertido en uno de los más calurosos de la historia y aunque algunos piensen que eso sólo afecta al turismo y al aire acondicionado la verdad es que es mucho más trascendente de lo que pudiera parecer.
El calor ha afectado directamente y de forma considerable a la producción por vaca como siempre lo ha hecho. La diferencia es que este año las llamadas “olas de calor” comenzaron en el mes de mayo y se han sucedido una tras otra sin dar descanso a los animales.
El otro factor determinante caído del cielo ha sido precisamente la sequía. Regar se ha convertido en una misión casi imposible y los cultivos de secano se han echado a perder en su inmensa mayoría. Sur, centro y norte del país han visto como la alimentación para los animales desaparecía después de cada parte meteorológico.
La guerra de Ucrania ya estaba ahí antes del verano y la subida de la luz, el gasoil o los medicamentos tres cuartos de lo mismo. Eso ha provocado que nuestro país el censo de vacas se haya reducido como nunca lo había hecho antes. El resultado, de nuevo, una drástica reducción de la producción.
El espejismo que algunos han querido ver se llamaba reducción del consumo en el periodo estival. En septiembre ese colchón ofrecido por el consumo desaparecerá y lo hará, además, en un contexto de crisis económica. Las familias tendrán que decidir entonces, con los niños a las puertas del colegio, si pueden seguir apostando por esas bebidas vegetales de moda o por un producto que aunque pase del euro en los lineales seguirá siendo más barato, completo y saludable. La otra opción será mandar a las criaturas en ayunas a la escuela.
Todo lo anterior y lo que tenga que venir coincidirá con una nueva campaña de negociación de contratos lácteos. Las industrias conocen mucho antes de que lo publique el Ministerio de Agricultura y, por ese motivo, ya están buscando leche incluso donde no la hay. El escenario para el sector lácteo será claro; “la leche más cara será no tener leche”.
Cubrir los costes de producción es algo garantizado por Ley aunque algunos pretendan seguir estirando el debate hasta el infinito. Lo que toca ahora es que la cadena alimentaria continúe funcionando en todos sus eslabones. Los ganaderos saben lo que es aceptar lo que les ofrecen porque la leche sólo se conserva dos días en el tanque.
Ahora el resto de actores parecen haber entendido que tener una planta de envasado parada dos días no es viable y que dejar de reponer leche en los lineales no es una opción viable. Lo dicho, en septiembre, la tormenta perfecta.
David Frontela
Periodista
Comunicación AGAPROL
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