Las alternativas a los productos pecuarios
Más de una vez he comentado, en alguna de mis notas, oportunamente publicadas en el Boletín Digital de ÁGORA TOP GAN, la importante influencia que tiene, en la realidad cotidiana, la situación social, con clave económica, por la que atraviesa España en estos últimos meses y, muy especialmente, en este postrer cuatrimestre de este año 2022.
Esta influencia compleja también afecta a lo que atañe al consumo global, tanto cuantitativo como cualitativo, de una mayoría de los productos cuyo origen es pecuario y este hecho tiene, lógicamente, sus motivos.
Refresquemos un poco la memoria después del parón veraniego. Tengamos en cuenta que, en España, su población global asciende a unos 47,5 millones de personas. De ellos, el 88,5 por 100, unos 42 millones, tiene la nacionalidad española y un 11,5 por 100, unos 5,5 millones, tiene nacionalidad extranjera.
En el marco de la población con más de 18 años, que vive en España, hay actualmente del orden de unos 350.000 veganos reales; más de un millón de vegetarianos; unos 6,5 millones de flexitarianos y unos 23 millones de omnívoros.
Por otra parte, la renta neta por persona se puede estar situando, en este último cuatrimestre del año 2022, alrededor de los 12.400 euros y la inflación global se sitúa claramente en los dos dígitos y veremos dónde termina.
Estas realidades, unidas a una clara sensación de preocupación económica y de inestabilidad laboral, desembocan en que hoy, en España, cerca de 11 millones de personas estén en riego de pobreza (el 22 – 23 por 100 de la población global) y de ellos, cerca de 4 millones de personas sufren “privación material severa (PMS)”.
Lo expuesto, unido a las consecuencias sociales que ha tenido y está teniendo, la pandemia originada por la COVID – 19, está dando lugar a importantes cambios en una serie de hábitos y en algunos comportamientos, por parte una parte muy significativa de nuestra sociedad. Ello también ha afectado, lógicamente, a la propia alimentación y ha colaborado, por ejemplo, a abrir más la puerta a las alternativas alimentarias vegetales.
Es evidente que estas alternativas representan una modificación paradigmática en el sector de nuestra alimentación y constituyen una realidad innegable en una transición hacía un “modus vivendi” definido por una convivencia, más o menos pacifica, entre los productos de base animal y los productos de base vegetal.
Lo expuesto se ha visto reflejado, por ejemplo, en el nacimiento de la “Asociación Española de Productores de alimentos y de bebidas vegetales» cuya importancia presente y, sobre todo futura, no debe ser, en ningún caso, minusvalorada.
De este sentido debe tenerse muy en cuenta que el 60 por 100 de las personas que habitan en nuestro país reconoce consumir, no pocas veces en clave económica, productos de base vegetal y lo que es más importante: un 50 por 100 de ellas considera seriamente la posibilidad de aumentar este consumo en los próximos años en detrimento, obviamente, del consumo de productos de origen animal.
En España, desde una visión social, este fenómeno de cambio también viene impulsado por el incremento del flexitarianismo que a su vez está unido, por una parte, al incremento porcentual de las personas de tercera y, sobre todo de cuarta edad y, por otra, al incremento, especialmente en las personas de segunda y tercera edad, muy propensas en dar un mayor protagonismo a la innovación y, sobre todo, a las soluciones que ellos entienden que son más respetuosas con el medioambiente, en el sentido amplio de este concepto.
Ante la situación descrita, hace falta desarrollar con urgencia, desde la propia Administración, sin presiones partidistas, un marco legal adecuado y estable, que evite confusiones, empezando por las semánticas (tema que requiere una solución correcta y que en Francia, por ejemplo, ya se ha empezado a abordar), y que, paralelamente, encauce adecuadamente a un sector que está, indiscutiblemente, en alza.
Siempre he defendido la idea de que “no se pueden poner puertas al campo”, pero, en este caso, hay que parcelar adecuadamente este campo, para evitar conflictos y para que estas alternativas constituyan un beneficio para todos.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
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