La persecución del bienestar animal en la granja ¿es siempre una inversión rentable?

Desde una perspectiva económica esta es una cuestión que se me plantea con una cierta frecuencia en mis clases y también en alguna de mis conferencias.

No obstante, antes de entrar a responder a la pregunta planteada, es preciso tener meridianamente claro, por parte de todos, que la situación de bienestar técnico, de bienestar zootécnico, de los individuos, que componen la base animal de una granja, es una CUESTIÓN INDIVIDUAL.

Por lo tanto, el objetivo, en este ámbito, debe ser que el mayor número posible de individuos, que componen la base animal de la granja, se encuentren, en el periodo de tiempo considerado, en una situación real de bienestar animal zootécnico (recalco la palabra zootécnico) o al menos, muy cerca de ella.

La realidad es que, en el espacio de tiempo considerado, cada unidad productiva que compone la mencionada base animal, busca adaptarse, con mayor o menor prestancia,  a las características del entorno que rigen en la granja, en el mencionado tiempo. Características, léase, por ejemplo, ruido, olores, temperatura, humedad relativa, velocidad del aire, intensidad y características de la luz, etc. etc., que son, con mayor o menor intensidad, permanentemente cambiantes.

El éxito final de la mencionada adaptación individual depende siempre de su realidad anatómica, fisiológica y psíquica. En este proceso de adaptación su psique, entendida como una función de su cerebro, le ayuda en este proceso dentro de unos límites, que también son individuales.

El primer objetivo de este proceso clave y dinámico de adaptación del animal a su entorno es el de sobrevivir de la mejor manera que le sea posible. El segundo objetivo es el de expresar, dentro de la resultante, su potencialidad genética y epigenética.

La cuestión es dilucidar, en cada caso, si las actuaciones que realiza el ganadero en los alojamientos e instalaciones de su granja; con la adecuada aplicación en ella de las mejores técnicas disponibles, etc. etc., con el fin de mejorar el bienestar animal zootécnico en la misma, constituyen realmente una inversión rentable.

Recordemos que una inversión es una actividad de naturaleza económica que se fundamenta en dedicar recursos (identificados con sus costes asociados) con la finalidad de obtener siempre un beneficio positivo. Los principales recursos son, en el caso que nos ocupa, el capital geográfico, el capital financiero, el capital humano y el tiempo.

El quid de la cuestión es poder dilucidar si el resultado que se obtiene en la granja, a partir de las inversiones realizadas en ella, persiguiendo, insisto, una mejora significativa en el bienestar zootécnico medio de la base animal es, económicamente hablando, positivo o no.

El mencionado resultado se mide, básicamente, comparando, técnica y económicamente, los parámetros productivos, en el sentido amplio del término, antes y después de las inversiones realizadas. Y no se olvide que un animal puede optimizar económicamente su respuesta productiva cuando se encuentra en una situación de bienestar zootécnico.

En el caso que el mencionado resultado sea positivo se obtendrá un beneficio positivo y las inversiones realizadas serán más o menos rentables en función de la dimensión del beneficio positivo generado. En el caso que este resultado sea negativo estaremos, claro está, ante un beneficio negativo  y, consecuentemente, habrá de analizarse la adecuación, técnica y económica, de las inversiones realizadas y, si se llega a tiempo, replantearse las inversiones a realizar.

Cierto es que, en ocasiones, ante un resultado de un beneficio negativo, el ganadero abandona el pragmatismo y pretende justificar las inversiones realizadas por la supuesta obtención de un beneficio inmaterial generado en la base animal (ejemplo: “ahora a las aves se las ve más contentas”). Es una forma como otra cualquiera de engañarse a sí mismo.

No obstante, en alguna oportunidad, por razones puramente legislativas, el ganadero se ve obligado a afrontar, siempre con el objetivo oficial de buscar “mejorar el bienestar de la base animal en las ganaderías”, unas inversiones que le van a generar un beneficio real negativo o si se quiere expresar con más suavidad “un aumento real de sus costes de producción” (es lo que se avecina ante la futura supresión de todo tipo de jaulas en la producción pecuaria de la Unión Europea).

Por lo tanto y como respuesta a la cuestión formulada: desgraciadamente, no siempre las inversiones que el ganadero realiza o tiene que realizar,  buscando o pretendiendo buscar,  mejorar el nivel de bienestar zootécnico medio de su base animal, son económicamente rentables.

Y esta es una importante cuestión, que deben plantearse, con una visión científica, técnica y pragmática, todas aquellas regiones del Mundo que no están sujetas a las consecuencias de una toma de decisiones legislativas y/o políticas, por parte de partidos políticos o personas, ideológicamente cercanos a grupos animalistas radicales y similares, como actual y desgraciadamente, en ocasiones, sucede en el seno de la Unión Europea.

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.

 

 

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