Equinoterapia

Cuando se me pidió, una vez más, que escribiera para el Boletín de ÁGORA TOP GAN un pequeño artículo, en esta oportunidad acerca de la equinoterapia, imagino que todos, al igual como hice yo, pensamos en niños (y, por supuesto, también en adultos) con discapacidades severas, bien físicas o psíquicas. Más adelante me permitiré abrir este abanico un poco más.

Si analizamos el término “equinoterapia”, podemos decir que está compuesto de dos palabras, equino (caballo) y terapia, por lo que podríamos decir que se trata de la terapia con caballos.

Pero, ¿de qué manera pueden ayudar los caballos en una terapia? La verdad que de muchas maneras.

Hagamos antes un poco de historia y veremos como no se trata en absoluto, de algo novedoso de los últimos años. Allá por el año 430 a.C., Hipócrates, médico muy reconocido en la Antigua Grecia, recomendaba la práctica de la equitación para aquellos pacientes con patologías incurables, con el fin de mejorar, al menos, su estado de ánimo.

En el siglo XVIII, varios médicos hablaban de los beneficios sobre el cuerpo del jinete al ser estimulado por los movimientos del caballo. Posteriormente, en el siglo XIX, un neurólogo francés hacía referencia a que el movimiento del caballo, mejoraba el equilibrio del jinete, así como su control muscular.

Ya en el siglo XX y XXI, se han realizados múltiples estudios, sobre todo en niños con parálisis cerebral y también en pacientes parapléjicos, en los que se han visto mejoras tanto en el aspecto motor como en el psicológico.

Existen distintos tipos de disciplinas en torno a la equinoterapia, tales como la hipoterapia, la psicoterapia, la pedagógica, la social o la adaptada, entre otras.

Los beneficios de la equinoterapia, sea cual sea el tipo de disciplina empleada, se basan principalmente en los movimientos del propio caballo, que transmite al jinete, mejorando su movilidad en casos leves, o impidiendo la atrofia muscular del mismo, en casos graves. También el calor que transmite el caballo tiene efecto beneficioso sobre la musculatura del jinete, al calentar los músculos y mejorar su elasticidad.

En casos como el autismo, donde existe una dificultad a nivel de socialización, de comunicación, de conducta y de interés por las cosas, entre otros, pero sin problemas motores, se ha visto como el uso de la equinoterapia junto con otras técnicas, mejora notablemente la capacidad de socialización del paciente.

Entre los efectos que se han encontrado al establecer la relación niño autista/caballo, están: el desarrollo de la comunicación verbal y no verbal, aumento de la atención y la concentración, incremento de confianza y la autoestima, y el aumento de la capacidad de adaptación al medio externo, entre otros. El simple hecho de cepillar al caballo, de acariciarlo, hace que se establezca una relación importante con el animal, pero incluso con las personas cercanas al mismo.

No hay que olvidar tampoco que esta mejoría sobre el niño, tiene también efecto beneficioso sobre los padres, por un lado emocional, al ver la relación que puede llegar a establecerse entre su hijo y el caballo, y por otro a nivel de aprendizaje de técnicas de aprendizaje que pueden aplicar en casa.

¿Qué tipo de caballo es el idóneo?

Normalmente se utilizan caballos de edad relativamente avanzada, que tengan buen carácter, que sean dóciles, fáciles de manejar, que estén acostumbrados a las personas y sobre todo, que no sean asustadizos ante ruidos o situaciones extrañas. Deben tener una talla media, no muy altos, para favorecer el trabajo del terapeuta, pero con cierta robustez, puesto que en ocasiones lo montarán a la vez el paciente y el especialista.

Hablaba en las primeras líneas de abrir el abanico y no solo limitarlo a personas con patologías. La timidez no es una patología, pero afecta en cierto modo a las relaciones sociales de las personas tímidas. El caballo es de los animales más sensibles que hay. Son capaces de percibir incluso nuestro estado de ánimo. La relación que se establece entre una persona tímida, introvertida, con cierta dificultad incluso para las relaciones sociales, con un caballo, es tan increíble que hace que el simple hecho de estar juntos, caballo y persona, sepan uno del otro cómo están, sin necesidad de mediar palabras, es ese lenguaje no verbal en el que todo está dicho y sobra todo lo demás. Pero además, el caballo permite ser el vehículo o medio para socializar, para establecer relaciones que de otro modo no surgirían pero que gracias a él, al caballo, son posibles.

En definitiva, no solo tenemos a uno de los más bellos animales del planeta, sino que además es uno de los que más beneficios psicológicos, especialmente, puede aportar al hombre.

 

 

 

 

Rosana Domingo Ortiz
Profesora Titular Facultad de Veterinaria CEU
Universidad CEU- Cardenal Herrera

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