El vacuno de carne y su nudo gordiano

Es cierto que lo que voy a exponer a continuación es aplicable en nuestro ámbito geográfico, al menos parcialmente, a otros sectores ganaderos (por ejemplo, al del ovino de carne).

No obstante, me ha parecido especialmente interesante centrarme, en la presente nota destinada a este Boletín de ÁGORA TOP GAN, en el vacuno de carne, porque su situación global constituye un caso digno de ser analizado (y de este análisis deben tomar, en mi opinión, buena nota algunos países de LATAM como, por ejemplo, Argentina).

Como se lo explicaba la semana pasada a un grupo de mis alumnos, la compleja situación global actual afecta, con matices, a todas las ganaderías cuya base animal está constituida por animales de renta. Pero, centrándome en el vacuno de carne no cabe duda alguna que este sector se está enfrentando a una coyuntura realmente compleja.

Por una parte, este sector ha visto aumentar en estos últimos meses, de forma muy importante, sus costes de producción en razón del brutal encarecimiento de las materias primas, especialmente de las más nobles y necesarias, y de los principales insumos, léase las subidas, sin asíntotas a la vista y por ejemplo, del gas, de la electricidad y de la mano de obra (y no se minusvaloren aquí las últimas maniobras de los sindicatos destinadas a lograr una mejora en los salarios a partir de una nueva subida del salario base).

Paralelamente, estamos inmersos actualmente en España en una espiral inflacionaria (concatenación del incremento de los precios) que genera grandes tensiones en la cadena alimentaria, especialmente en el eslabón de la distribución (donde, históricamente, hay unos notables enfrentamientos entre cadenas, que se están recrudeciendo últimamente).

Todo ello genera un NUDO GORDIANO que  coincide con “locura vacacional 2022” de mis conciudadanos. Se están pagando verdaderas locuras, para poder “disfrutar” de vacaciones en lugares “ad hoc”.

Esta realidad no hace sino complicar la situación inflacionaria mencionada (veremos qué pasa en septiembre, cuando, sí o sí,  habrá que afrontar la recomposición de una, en general, muy maltrecha economía familiar post- vacacional y donde vamos a sufrir, si los Dioses no lo remedían, un  notable incremento de los impuestos ¿carburantes a tres euros el litro?)

Y que nadie olvide aquí que, en España, los años 2022 y 2023 son años electorales y que estamos a unos 18 meses vista de unas, a priori, muy complicadas elecciones generales (que seguramente tendrán lugar, si no hay ninguna hecatombe política, en noviembre o diciembre del próximo año 2023). Esto da lugar, siempre en mi opinión, a que el Ejecutivo no tome las medidas adecuadas para controlar la inflación y poner orden.

En efecto, en España no se está aplicando ninguna política de control de precios (por ejemplo, en mi pueblo los carburantes han estado subiendo 2 y 3 veces semanalmente durante las últimas semanas, anulando los efectos de las medidas de apoyo gubernamentales), tampoco hay control de rentas; ni hay recortes en los gastos públicos; ni hay ningún control de la oferta de dinero gravándole con altas tasas de interés, etc. etc.

Todo ello crea a la postre una enorme incertidumbre en el sector desde la perspectiva del corto – medio plazo.

Tampoco hace falta indicar que el nudo gordiano descrito genera, en razón del inevitable aumento de la carestía de este producto (ya de por sí no barato), una caída significativa en el consumo de la carne de vacuno y el desvío del mismo hacía otras carnes (avícolas y porcina, fundamentalmente),

Cierto es que, en España, los consumos globales de todas las carnes se están reduciendo. Es una consecuencia  ligada directamente a la significativa reducción de la renta real disponible de un porcentaje elevadísimo de la población. En España, en el “concepto de la Unión Europea” tenemos 10 millones de pobres y más de 3,5 millones de personas que requieren de ayudas sociales para poder llegar a final de mes.

Finalmente, no creo que la época estival pueda generar una recuperación coyuntural significativa del sector, a causa de la esperada reactivación de la hostelería y del turismo (especialmente del foráneo), pero, en cualquier caso, una vez pasada esta época estival, la situación se tornará más crítica y, probablemente, también empezará a bajar la producción y con ella, la oferta.

Y menos mal que el sector y en él su interprofesional, PROVACUNO, están llevando a cabo una muy admirable gestión de consolidación comercial, de promoción y de internacionalización, que se traduce en un incremento constante y positivo, de nuestras exportaciones.

Y ello, a pesar de alguna manifestación de la OIE (respecto de las carnes rojas) y las nefastas actuaciones llevadas a cabo por ciertas personas del ejecutivo, hablando mal de nuestros ganaderos, que son unos grandes profesionales; poniendo en duda la calidad y seguridad de nuestras carnes, que son realmente ejemplares, o fastidiando directamente mercados tan importantes como el argelino. Desgraciadamente, en España, algunos miembros de nuestro actual Gobierno tienen una manifiesta tendencia al cainismo.

¡Sólo le faltaban estos ataques al nudo gordiano del sector vacuno de carne!

Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.

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