Bioseguridad en cebaderos

La bioseguridad en cebaderos plantea retos singulares, dado que la entrada de animales es muy frecuente (cada semana o cada pocas semanas) y en un número importante cada vez. En este marco sería ideal, pero ni práctico ni económico, establecer cuarentenas y chequeos antes de la entrada en cebadero. Pero podría ser posible tomar medidas que reduzcan los riesgos:

  • Inspección de todos los animales entrados en las 24 horas siguientes, como máximo.
  • Tratamiento de aquellos con sintomatología, aislamiento en caso de necesidad.
  • Comprar en granjas de sanidad comprobada.
  • Comprar terneros ya vacunados, desparasitados y habituados a comer pienso.
  • Comprar directamente de granjas o de centros de clasificación que realicen un triaje sanitario.
  • Contratar transportistas con buenas prácticas de manejo e higiene.
  • Establecer corrales de entrada alejados del resto de corrales y donde permanezcan los terneros recién llegados hasta completar su vacunación y adaptación al pienso
  • Diseñar modelos de empleo de corrales “Todo dentro-Todo fuera” e impedir que los animales recién llegados tengan contacto directo con los ya alojados, con sus comederos y sus puntos de agua. La transmisión de patógenos por el aire es posible, pero mucho menos frecuente que tras contacto directo o a través del pienso o el agua contaminadas.
  • Limpiar, desinfectar y mantener un vacío sanitario cada vez que queda disponible un corral o nave.
  • Entrenar al personal en la detección temprana de síntomas de enfermedad y como deben actuar.

Los nuevos animales son, en la práctica, el mayor riesgo para la entrada de agentes patógenos en una granja, pero no el único. En efecto, deben tenerse también en cuenta:

  • Otros animales.
  • Agua, Alimentos y Cama.
  • Trabajadores y visitantes.
  • Vehículos y Maquinaria.

El cebadero no debe permitir el acceso a otros animales, como perros, gatos a los alojamientos, comida o bebederos de los terneros. Deben establecerse protocolos para el control de plagas (insectos, ratas,…). Es fundamental negar el acceso de aves a bebederos, comederos y silos, son una fuente de contaminación por salmonelas muy peligrosa. Los cebaderos, a su vez, deben contar con cercados que impidan el acceso a mamíferos salvajes (cérvidos, jabalíes, zorros,…).

La calidad del agua debe estar asegurada, tanto en su origen como en su distribución y en los bebederos, que deben mantenerse limpios, por higiene y para favorecer un consumo adecuado de agua.

El pienso y los forrajes deben almacenarse de una manera segura, sin riesgo de contaminación por aves o roedores y sin peligro de humedades (fermentación, crecimiento de hongos y micotoxinas). Silos siempre cerrados, en buen estado de conservación, con un vaciado adecuado (ojo a las cúpulas de pienso viejo y apelmazado que se forman y permanecen en los silos que no se remueven).

Las instalaciones adecuadas para mantener los forrajes a salvo de la lluvia y control de entrada para asegurar su calidad y la ausencia de hongos (especialmente en caso de alfalfas o hierba segada y conservada por la propia granja).

Los materiales para encamar también deben llegar y mantenerse en buen estado para evitar la entrada de agentes infecciosos o tóxicos.

La realidad enseña  que los trabajadores de la explotación pueden portar patógenos en sus manos y ropas desde el exterior y entre corrales. Lo ideal es proveer de ropa específica para el trabajo en el cebadero y establecer una rutina de trabajo que vaya de las zonas limpias a las sucias (preparación de leche y pienso, revisión de corrales, tratamiento de enfermos, limpieza de corrales y manejo de efluvios). Es conveniente tener (y mantener) puntos para la higienización de manos y botas.

Los visitantes deben reducirse al mínimo imprescindible (veterinario, nutricionista, mantenimiento, recogida de cadáveres,…). En lo posible deben emplear ropas específicas de la explotación, material de un solo uso o permanecer en lugares fuera del contacto con los animales y zonas de tránsito.

Los vehículos y la maquinaria, quedarán preferentemente fuera de la explotación, especialmente aquellos que visitan varias explotaciones, como camiones de transporte de ganado, pienso, cadáveres; se pueden establecer muelles de carga/descarga para el ganado y un punto de recogida para las bajas.  Los vehículos de trabajadores y otros operarios o visitantes también deben permanecer fuera, en lo posible.

Tractores y otros elementos del cebadero deben permanecer en el mismo cebadero y no compartirse (si es factible), en caso de uso externo deben lavarse y desinfectarse antes de volver a emplearlos en el cebadero.

Las herramientas o accesorios, para el manejo del pienso y de los forrajes deben ser distintos de los que se emplean para la limpieza de los corrales o la extracción de cadáveres. Si no es posible, deben destinarse primero a las funciones “limpias” y lavarse y desinfectarse después de su empleo “sucio”.

Finalmente es conveniente mantener un foso con líquido antiséptico para la desinfección de las ruedas de todos los vehículos que entren o salgan del cebadero.

Y aún cumpliendo con todo lo expuesto el cebadero debe ser consciente de que el “riego cero” no existe, pero que haciendo las cosas bien se puede aproximar mucho a este ideal.

 

 

 

 

 

Francisco González

Biólogo y Veterinario
Asesor en Sanidad y Manejo de cebaderos

 

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