Geriatría en pequeños animales

 

                         

 

A lo largo de los últimos 20 o 25 años, la supervivencia media de los pacientes en la medicina de pequeños animales se ha incrementado de forma muy notable. Hoy en día es relativamente frecuente encontrar perros con edades superiores a los 15 – 16 años y gatos cercanos a los 20 años.

Este incremento en la esperanza de vida ha conllevado a considerar al paciente geriátrico de una manera diferente al paciente no geriátrico, ya que las alteraciones que aparecen en aquéllos pueden no ser consecuencia de una enfermedad, sino fundamentalmente del envejecimiento.

La geriatría estudia, previene y trata las alteraciones en estos pacientes de edades avanzadas, con el objetivo de intentar garantizar su bienestar y el de sus propietarios.

Además, y como consecuencia de las alteraciones vinculadas al envejecimiento, muchos de estos pacientes no tienen solo una, sino varias patologías o alteraciones concomitantes, requiriendo un enfoque médico integral que no solo se centre en la enfermedad, sino que lo haga en la salud del paciente como un todo.

Esta mayor longevidad de las mascotas está vinculada fundamentalmente a tres factores: en primer lugar, los propietarios de las mismas están cada vez mejor informados y más comprometidos con su salud, demandando mejores servicios veterinarios; en segundo lugar, los veterinarios reciben cada vez una mejor formación en la Universidad y tienen la posibilidad de especializarse posteriormente; y, por último, los centros veterinarios están cada vez más y mejor equipados, contando en muchos casos con equipos de radiología digital directa, ecografía Doppler, tomografía computarizada y resonancia magnética, para poder diagnosticar patologías cada vez más complejas.

Actualmente muchas clínicas y hospitales veterinarios cuentan con programas de salud anuales para pacientes geriátricos pues sus necesidades son, en algunas ocasiones, diferentes en materia de medicina preventiva y terapéutica a las de los adultos o a la de los cachorros.

Estos programas anuales de salud suelen incluir, como mínimo, una exploración física, una analítica sanguínea completa y una evaluación cardiorrespiratoria radiológica y/o ecográfica. Estas pruebas permiten, en gran medida, prevenir la aparición de ciertas enfermedades o ralentizar la progresión de algunos cambios vinculados a la edad, que podrían acortar o empeorar la calidad de vida de la mascota.

Estos chequeos son, además, ligeramente diferentes en cada una de las diversas especies, ya que las patologías vinculadas a la edad no siempre son iguales en perros, en gatos o en otras pequeñas mascotas.

A modo de ejemplo, los pacientes felinos geriátricos sufren con más frecuencia patologías como la insuficiencia renal crónica o el hipertiroidismo, mientras que los perros padecen clínicamente más patologías articulares y cardíacas.

En la segunda parte de este artículo se tratará, ente otras cuestiones,  los efectos que tiene la mejora de la alimentación en la consecución de una mayor expectativa de vida en las mascotas.

Juan José Ramos Plá, DVM, PhD

Profesor de Universidad
Departamento de Medicina y Cirugía Animal
Facultad de Veterinaria – Universidad Cardenal Herrera CEU
www.uchceu.es

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