Cuando habla el ministro, sube el pan
En unos momentos tan delicados para la actividad pecuaria (para la actividad agraria en general), en un entorno cada día más complejo (no sólo en España, también en la práctica totalidad de la Unión Europea, en LATAM y en otras regiones del Mundo), lo más lógico y razonable sería esperar poder contar con el apoyo, sin fisuras, de los Gobiernos y de todas las Administraciones Públicas. En España, lamentablemente, no es este el caso.
Por esta razón me siento obligado a dedicar mi colaboración escrita, destinada al presente Boletín de ÁGORA TOP GAN a hablar de la persona que lidera, desde enero del año 2020, el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social en el seno del Gobierno de España. Me refiero concretamente al economista don Alberto Carlos Garzón Espinosa (Logroño, 9 de octubre de 1985).
El mencionado señor Ministro ha presentado, hace unos pocos días, el último informe sobre “Sostenibilidad del Consumo en España”, elaborado de forma conjunta por el citado Ministerio y el Join Research Centre, que es un organismo de investigación de la Comisión Europea. En él se ha determinado el «impacto en la huella del consumo».
En el referido informe se concluye sorprendentemente y en contra de los datos técnicos y científicos disponibles, que la actual alimentación, en la parte que atañe a la proteína animal, de los ciudadanos españoles (la correspondiente producción de estos alimentos, claro es), genera un daño muy importante (el más importante de todas las actividades económicas) al medio ambiente y a la sostenibilidad.
Por esta razón se vuelve a insistir, una vez más, con una recomendación manifiestamente intervencionista, destinada a los ciudadanos que moramos en este país. En ella se nos insta a que consumamos menos carne y bebamos menos leche.
Desafortunadamente no es la primera vez y estoy seguro que no será la última, que el mencionado señor Ministro genera polémica y “pone de manos” al sector ganadero.
En mi opinión el señor Garzón Espinosa tiene una fijación obsesiva con el sector pecuario. Este es el motivo por el cual no duda en criminalizarlo regularmente buscando justificar así su buenismo en lo que respecta al planeta Tierra (quede claro que el término buenismo lo utilizo aquí en sentido peyorativo).
Creo sinceramente que, la mencionada fijación obsesiva, responde, al margen de un manifiesto desconocimiento de lo que actualmente es la actividad pecuaria, a su desmedido afán de protagonismo y de intervencionismo ideológico. Ello define muy bien en él determinadas ideas y actuaciones, tanto sociales como políticas.
Recordemos aquí, a título de ejemplo, ya lo comenté en su día, la polémica que originó, hace unos meses, cuando se permitió la licencia, en un medio de comunicación foráneo, de poner en duda la calidad de la carne producida en España y paralelamente, aprovecho para criticar a los ganaderos por su trato a la base animal en los modelos de producción, especialmente en los intensivos.
Bueno es recordar, en este sentido y una vez más, que España, como Estado perteneciente a la Unión Europea (U.E. – 27), aplica obligatoriamente en todas sus ganaderías la legislación de la Unión Europea referida a la actividad ganadera; también, lógicamente, la que se refiere al bienestar animal y, como es bien sabido, se trata de una legislación que es, sin duda alguna, la más exigente del Mundo.
En realidad estas reiteradas “salidas de pata de banco” del señor ministro responden, insisto, a una estigmatización ideológica constante. La misma genera y éste es el principal problema, un muy importante daño al sector ganadero en particular y a España en general.
En efecto, las mismas influyen muy negativamente en la percepción social de la actividad ganadera, en la aplicación de las necesarias inversiones, dañando paralelamente y de manera muy importante nuestras exportaciones.
Y es que, como dice un viejo adagio: “cada vez que el mencionado señor Ministro pontifica acerca de temas relacionados con la actividad pecuaria, sube el pan”. Esto es así, porque con sus afirmaciones intervencionistas, sólo logra empeorar las cosas; obviamente, sin beneficio para nadie en España; tampoco para él mismo. Y lo que más puede sorprender en este tema: sigue en su puesto.
¡Increíble, pero cierto!
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
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