La invasión de Ucrania versus materias primas agrícolas

Hace ya dos meses que se inició la invasión rusa de Ucrania y este importante conflicto geopolítico, como no podía ser de otra forma, está teniendo, como ya lo he comentado en alguna otra ocasión, un gran impacto en los mercados de las materias primas, al igual que en otros muchos mercados (por ejemplo, en el de la energía y/o en el de los carburantes, o en el del hierro).

Centrándonos en las materias primas agrícolas, me permito recordar, una vez más, que los dos países afectados, Ucrania y Rusia, son para nosotros referentes en lo que atañe directamente al girasol, al maíz y al trigo.

El impacto de la mencionada invasión está siendo realmente brutal y así, en las dos semanas siguientes al inicio de las hostilidades, los precios de las principales materias primas, en el mercado de físicos, apoyados en los mercados de futuros, subieron más de 100 euros.

Paralelamente, debe tenerse en cuenta, que la situación de precios elevados ya era una realidad, antes de la mencionada invasión, como lo expuse en la charla que di en su día en Zafra. En efecto, estábamos inmersos en una situación realmente  compleja por mor de la incidencia de los fondos especulativos (muy activos, en el ámbito de la materias primas, desde principios del año 2021); de los recortes en la producción en el Hemisferio Sur (a causa  de la sequía) y también en algunas zonas de Europa y de los precios de los fletes.

Paralelamente, tal y como lo referencié en la conferencia que di hace un par de semanas en La Coruña, invitado por el Grupo   Golden Agri Ibérica, España es uno de los Estados de la Unión Europea (U.E. – 27) que se ha visto más afectado por la mencionada invasión dado que nuestro país ha importado anualmente cantidades muy importantes  desde Ucrania (por ejemplo cerca del 29 por 100 de nuestras importaciones de cereales y cerca del 64 por 100 de las de girasol, han procedido del país actualmente invadido).

Obviamente, en un futuro a corto plazo, las cosechas en Ucrania se verán muy afectadas (los análisis hoy disponibles hablan, con todas las reservas que la actual situación comporta, de unas pérdidas globales de las futuras cosechas superiores al 50 por 100, al margen de los problemas para sacar los productos de Ucrania ante los destrozos de las infraestructuras portuarias).

En estos momentos, finales de abril, la situación, dentro de su gravedad, se ha tranquilizado un poco porque la oferta está presente, pero la llamada “prima de guerra de los 100 euros” se mantiene (y, en mi opinión, se mantendrá durante bastante tiempo) sobre unos precios, no se olvide, que ya eran altos.

Es verdad es que España y la U.E. – 27, podrán cubrir sus necesidades desde otros orígenes (lo están haciendo ya). Así, por ejemplo, Argentina, Sudáfrica y/o Estados Unidos para el maíz (aunque la U.E. – 27 debe hacer concesiones en lo que se refiere a los OGM y a los niveles de pesticidas) y Francia (que dispone de stocks importantes)  Rumania y/o Bulgaria, para el trigo.

No obstante, los precios de las materias primas agrícolas seguirán elevados (entre otras razones por los precios de los fertilizantes, de la energía, de los combustibles y del propio coste oportunidad).

Consecuentemente nos esperan unos próximos meses (a pesar de las previsiones de buenas cosechas en Argentina, Brasil y Estados Unidos y de la propia nuestra) de unos precios de las materias primas agrícolas  elevados lo que afectará significativamente a los costes de las producciones pecuarias lo que, a su vez, repercutirá finalmente en la cesta de la compra.

Y, en España, como no suele ser infrecuente, “llueve sobre mojado” y la mencionada situación se ve acompañada por una política económica, en mi opinión, muy poco afortunada. El resultado final es que estamos inmersos en una importante espiral de inflación que afecta directamente, como no podía ser de otra manera, a los precios dañando, de forma significativa, el poder adquisitivo neto (P.A.N.) de los ciudadanos.

Está por ver cómo todo lo expuesto afecta y, sobre todo, va a ir afectado a los consumos de los productos ganaderos, con lo que ello puede suponer para nuestro sector pecuario, tanto más cuando, actualmente, gran número de países del  Mundo (entre ellos muchos a los que exportamos nuestros excedentes) también pasan por situaciones económicas difíciles.

La pregunta del millón aquí es ¿y cuándo se va a normalizar la situación?

Mi respuesta a la misma es doble; por una parte, lo que se va a instaurar, en su día, será una “nueva normalidad”, bastante distinta por cierto a la normalidad que regía antes de la pandemia (años 2017 y 2018); por otra, con suerte, esta “nueva normalidad” no va a estar significativamente implementada antes del año 2024.

Plagiando al Quijote y a don Juan (del Tenorio), “cuán largo me lo fiais…”. Ya, pero es lo que hay.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.

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