Ucrania y nuestro sector pecuario
Ruego se consideren los humildes párrafos que siguen un muy sentido homenaje, repleto de profunda admiración, a la Nación Ucraniana y a su sufrida población. Paralelamente, los mismos pretendo sirvan de condena total y absoluta, a la injustificada e injustificable barbarie rusa incrementada, si cabe, por las actuaciones del “escuadrón de la muerte checheno” cuyos componentes no han dudado en afirmar que “terminarán jugando al fútbol con las cabezas de sus enemigos”. Esperemos que la sensatez acabe imponiéndose lo antes posible y que esta locura, engendrada, sin duda alguna, por una mente enferma, termine pronto.
Ucrania tiene una superficie de 603.550 km2 y su población, antes de esta guerra, se acercaba a los 41,5 millones de personas. Era, por la dimensión de su Producto Interior Bruto (PIB), la economía número 56 del Mundo. Interesante señalar también de acuerdo con su IDH de Naciones Unidas (Índice de Desarrollo Humano), que es utilizado para valorar el nivel de vida de un país y su progreso, ocupaba el lugar 77 (España, con un IDH de 0,905, ocupa el puesto 25 del mencionado ranking).
A Ucrania se la considera el “granero” de Europa. En términos relativos es el segundo país del Mundo por tierra agrícola productiva; la superficie agrícola ocupa el 70 por 100 del país. En la relación de tierra cultivable/superficie total también es el segundo país del Mundo detrás de Dinamarca y es el quinto exportador mundial de grano.
España ha sido, hasta la fecha, un gran cliente de Ucrania en el ámbito agrario. Así, por ejemplo, el año pasado España compró a Ucrania más del 40 por 100 de todos los cereales que importó; aquí se incluyen cerca de 3 millones de toneladas de maíz, por un valor cercano a los 460 millones de euros, lo que supuso casi el 27,5 de las importaciones efectuadas por nuestro país de este cereal; también compró alrededor del 18 por 100 del trigo importado (Ucrania es el mayor exportador de trigo del Mundo), el 62 por 100 del aceite de girasol importado (en Madrid ya hay algunas grandes superficies que lo han empezado a racionar; 2 litros/persona); el 31 por 100 de las tortas de aceites vegetales importadas y algo más del 15 por 100 de las leguminosas grano foráneas; también importamos de aquel país abonos y fertilizantes. Nuestra balanza comercial con Ucrania es muy negativa, con unas importaciones totales por un valor de 1.027 millones de euros y unas exportaciones totales por valor de sólo 173 millones.
Como explicaba la semana pasada a mis alumnos, estamos, en el sector agrario en general y en el sector pecuario en particular, en medio de una “borrasca o tormenta económica perfecta” que hace sufrir directamente y mucho, a ganaderos y a agricultores.
En efecto, por una parte tenemos un coste disparado de la energía (la electricidad por las nubes y el barril Brent acercándose a los 110 dólares; lo que nos puede llevar, en razón de nuestra situación económica global y a corto – medio plazo, a un récord absolutamente histórico del precio de los carburantes); por otra, está la sequía del presente invierno; y no por último están los bajos precios que perciben los ganaderos por sus productos (cuando, paralelamente, estamos inmersos claramente en una espiral inflacionista o inflacionaria).
Sin ninguna duda, nuestro sector agrario (y, por lo tanto, también en él, el pecuario) será uno de los grandes damnificados por la invasión rusa de Ucrania (tanto más, cuanto más tiempo se tarde en alcanzar la paz).
Nos guste o no, a medio corto – medio plazo, estamos ante una nueva y significativa escalada de los costes de producción en el sector agrario lo que obligatoriamente deberá comportar un encarecimiento sustancial del precio de los alimentos (especialmente significativo, si se aplica de una vez, eficiente y eficazmente, la “remodelada” Ley de la Cadena). Es decir, que si no hay un milagro económico (y no parece que con el actual Ejecutivo pueda haberlo), nos vamos a un IPC del presente año con dos dígitos.
Pero aun siendo todo lo expuesto realmente grave para nuestro sector, lo que es, para todos nosotros, infinitamente más duro, más grave y más doloroso, son los millones de desplazados que esta atroz guerra está originando y los miles y miles de muertes inocentes e innecesarias que está trayendo consigo la sinrazón rusa (como, por ejemplo, la de la joven ucraniana de 26 años, Anastasia Yalanskaya, asesinada cuando llevaba comida a los perros que cuidaba en un refugio).
Verdaderamente, créanme, hay veces que escribir una simple nota se le hace a uno muy, muy cuesta arriba y se le pone el corazón a llorar.
Carlos Buxadé Carbó.
Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.
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