Algo así no puede suceder nunca

Siempre lo he dicho: en todo colectivo humano, por muy profesional que éste sea, como es el caso de los empresarios pecuarios (lo que antaño definíamos como ganaderos, para que nos entendamos) siempre hay, inevitablemente, algún que otro cernícalo que anda suelto (utilizo aquí el vocablo “cernícalo” para definir a un individuo ignorante, rudo y pazguato).

Estos cernícalos con sus comportamientos desadaptados y problemáticos, desafían los valores que caracterizan a los mencionados empresarios y, paralelamente, infringen un daño terrible a la imagen del global de  la actividad ganadera (lo cual, obviamente, da “munición” a los  conocidos colectivos “anti – producción pecuaria”).

En esta oportunidad, al hacer mención a los cernícalos, me estaba refiriendo concretamente a dos individuos detentores de una granja en Alhama de Murcia. A ellos se les ha instruido diligencias como presuntos autores de un delito relativo a la protección de la flora, fauna y animales domésticos y que, como investigados, junto con las diligencias instruidas, han sido puestos a disposición del Juzgado de Instrucción de Totana (Murcia).

La granja en cuestión fue investigada el pasado mes de febrero por la Guardia Civil, gracias a la colaboración ciudadana. La Benemérita fue alertada por el supuesto mal estado en que se encontraba la base animal de la misma.

Cuando efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil se coordinaron con el Servicio de Inspección Veterinario de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (CARM) y realizaron la correspondiente inspección de la mencionada granja, se encontraron con un elevado número de cabezas de ganado ovino y caprino en muy malas condiciones higiénico-sanitarias y en un avanzado estado de malnutrición.

Se constató que los animales se encontraban en un estado caquéctico, con elevados síntomas de desnutrición y con cojeras severas. Paralelamente se hallaron animales muertos y restos de cadáveres en avanzado estado de descomposición, que estaban esparcidos por varias dependencias.

Durante la inspección también se puso de manifiesto que los animales no disponían  ni de forraje ni de pienso y que lo único que tenían a su disposición eran cítricos que estaban mezclados con excrementos.

Ante la situación descrita, los inspectores del Servicio de Inspección Veterinario de la CARM determinaron que la explotación ganadera no reunía las condiciones mínimas desde el punto de vista higiénico – sanitario y que, en ella, se atentaba contra el bienestar animal.

Hechos de esta naturaleza hacen, como lo manifestaba al principio de la presente nota, un daño terrible, enorme, a la producción animal y también, claro está, a los buenos empresarios ganaderos que en España son, como ya lo he expuesto también al principio, una gran inmensa mayoría.

Y así sucede que, a los ganaderos, a quiénes nosotros calificábamos, en nuestra intervención en el 22º Congreso AECOC de Productos Cárnicos y Elaborados de la semana pasada en Lérida, como “súper héroes”, la sociedad, mayoritariamente urbanita y cada vez más alejada, física y emocionalmente del medio rural, ante hechos como los aquí descritos, se escandaliza, con razón, generaliza, sin ninguna razón, y no duda en calificar a todos de villanos, de mal tratadores de animales y de un largo etcétera, aplicado aquél refrán que dice:” por una mosca que maté, me llamaron matamoscas”.

Espero y deseo, muy sinceramente, que, a estos dos individuos, les caiga rápidamente encima la LEY (con mayúsculas) y con todo su peso.

Y lo espero y lo deseo por dos razones fundamentales; la primera, para que sirva, para todos, como un “aviso a navegantes” y, la segunda, para que nuestra sociedad urbanita tome muy buena nota de que, en nuestro país (y, por supuesto, en la Unión Europea), a este tipo de gentuza se les castiga adecuadamente.

Estoy realmente convencido de que, en esta oportunidad, mis deseos se harán realidad. Espero no equivocarme.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.

 

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