La tenaza que asfixia al campo

En realidad quería escribir hoy acerca de la muy precaria situación por la que está transitando, fundamentalmente a nivel del primer eslabón de la cadena (el primario, el  del productor), el sector de la avicultura de carne en nuestro país, que, desgraciadamente, da para muchos ríos de tinta, como lo iremos viendo a partir de la próxima semana.

Pero, ante la manifestación del sector agrario, que tuvo lugar en Madrid promovida por la asociación “Alma Rural”, he decidido, una vez más, ser políticamente incorrecto y escribir acerca de la TENAZA que, poco a poco, de no cambiar, a corto plazo, mucho las cosas nos acabará asfixiando irreversiblemente.

Paralelamente asumo el tener que seguir haciendo frente al pago del “peaje”, que comportan las mencionadas incorrecciones, en distintos ámbitos, porque no me queda otra. Así se lo refería el otro día a nuestro colaborador y gran junta-letras,  don Xabier Iraola Agirrezabala, con cuyas opiniones me siento, la mayoría de las veces, muy  identificado.

Esto sí, espero que tomen buena nota de lo que voy a exponer a continuación nuestros lectores de otras regiones del globo, especialmente de Portugal y de Latinoamérica, para que, en ellas, sus sectores agrarios, agrícolas y ganaderos, no caigan en el “pozo”, económico y de incomprensión social, como lamentablemente sucede en España.

Esta situación viene de lejos aunque, en mi opinión, la misma se ha ido exacerbando notablemente a lo largo de este último par de  años, en razón de las actuaciones del componente más radical de nuestro actual Ejecutivo y de una parte de la propia sociedad civil (léase animalistas,  proteccionista, veganos, etc.).

Lo referenciado pivota en el hecho de que nuestro mundo rural en general, pero especialmente nuestra ganadería y en ella de forma muy destacada la ganadería intensiva, sufre una gran falta de respeto, de consideración y de comprensión enormes;  tanto por parte de nuestra sociedad, muy mayoritariamente urbanita, como, por parte, de nuestros poderes públicos, especialmente de los ubicados en la zona más a la izquierda de nuestro arco parlamentario (donde medra una serie de personajes que desconoce totalmente y no le importa lo más mínimo, el mencionado mundo rural).

Y así, el sector, a nivel primario, y en él, especial aunque no únicamente, el pecuario, ha de soportar, por una parte, las consecuencias de la aplicación de una serie de normativas agrarias, ganaderas y medioambientales, claramente incoherentes y “anti – sector”, que nacen, en su mayoría, de la ignorancia; sirva como pequeño ejemplo de ello  la “Ley de Protección y Derechos de los Animales” (una Ley, sin duda, necesaria, pero, desde su nacimiento, mal planteada).

Por otra, nuestro sector ha de hacer frente a un notable incremento de los costes en varios capítulos: en el caso de la alimentación de la base animal (del orden de un 20 por 100 o más); en el de la energía (estamos hablando de un coste del orden de media de los 200 euros/MWh); en el de la propia mano de obra (afectada por una inflación oficial del 6,5 por 100); en el de la escalada de los precios de los materiales necesarios para la reparación y el mantenimiento de los alojamientos y de las instalaciones, etc. etc.

Y no por último, nuestro ganadero también ha de soportar, por parte de los primeros compradores, unos bajos precios por los productos que generan con tanto esfuerzo en sus granjas que, en muchas ocasiones, estos bajos precios dan lugar, en sus negocios a los que se dedica en cuerpo y alma, a un tercer margen bruto muy cercano a cero o, incluso, en no pocas ocasiones, negativo.

Precios que están a su vez condicionados por las “guerras internas” de las grandes cadenas de distribución y por la propia situación de los mercados, a su vez dependiente de las disponibilidades interiores totales, D.I.T. donde las importaciones juegan su papel trascendental y de la utilización interior total, U.I.T.

Y todo ello, lamentablemente, ante la indiferencia real y el beneplácito, de la gran mayoría de las Administraciones y de una parte muy importante de la propia sociedad (increíble, pero cierto).

Sin ignorar aquí la sazón que aportan paralelamente algunos posicionamientos y manifestaciones tan dañinos como improcedentes como los que nacen, con relativa frecuencia, del Ministerio de Sanidad y Consumo, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y/o del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.

Creo que, con lo expuesto hasta aquí, queda dibujada, a grandes rasgos, esta enorme tenaza que castra y asfixia, poco a poco, pero sin descanso, el desarrollo integral sostenible (económico, técnico, social y medioambiental) de nuestro sector.

Espero que estas líneas, escritas con una gran tristeza, puedan tener una utilidad para intentar lograr evitar que, en otras regiones del Mundo, se comentan los mismos e importante errores, que estamos cometiendo en España, en la temática aquí referida.

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.

 

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