En España el pollo es un commodity, mal asunto

No es del todo sencillo explicar, en el marco de la U.E.- 27 de este 2022, que es realmente, en nuestro mundo pecuario un commodity o commoditie, desde la doble perspectiva técnico- comercial y esta misma dificultad, aunque en un prisma algo diferente, también es válida para otras regiones del Mundo, léase, por ejemplo, LATAM.

En principio y en una primera aproximación, un commoditie, que en inglés significa sencillamente mercancía,  es un bien de naturaleza generalista; es decir, que se puede considerar que es notablemente homogéneo, con independencia de las distintas empresas que lo generan. Un commoditie genera, en la inmensa mayoría de los casos, una situación compleja, especialmente a nivel económico, para el primer eslabón de la cadena.

En efecto, esta homogeneidad, es decir, esta carencia de diferenciación en el producto, comporta, al menos a priori, salvo que estemos hablando de un producto que se caracterice por una disponibilidad significativamente inferior su demanda, un posicionamiento económico muy débil por parte de los productores (sea un ganadero individual, un modelo cooperativo o una empresa integradora) frente a sus nichos de mercado (es decir, frente a sus primeros compradores, sean los que fueren).

Esto es lo que está sucediendo lamentablemente y no solo en España, por ejemplo con la leche (me refiero, claro está, a la leche de vaca) y también con la carne de pollo (procedente del producto final más común, en condiciones normales, que es un pollo de un peso canal aproximado de 1, 7 a 1,8 Kg; lo complementa el pollo de asador con un peso canal de 1,2 Kg).

Este pollo, sujeto a un modelo de producción pecuario altamente intensivo, técnicamente muy eficiente y muy eficaz, constituye la gran mayor parte de la producción del sector avícola de carne en España, que actualmente es el segundo productor de carne de pollo en la Unión Europea a 27 y también el segundo, detrás de Polonia, en lo que se refiere a la globalidad de la producción de carne de ave.

Actualmente el consumo aparente de carne de pollo debe de estar en España alrededor de los 18 Kg/persona y año (mientras que el consumo global aparente de carne se sitúa cerca de los 50 kg/persona y año, la inmensa mayor parte en forma de carne fresca)

En nuestro país el 75 por 100 de esta producción de pollo se concentra en cuatro Comunidades Autónomas (Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía y Galicia). Se trata de un sector, insisto, altamente tecnificado, que ha tenido un importante desarrollo en los últimos años.

El problema que surge y que no es de hoy, pero que se ha exacerbado notablemente en los últimos meses ante el aumento muy significativo de los costes, es el de una muy marcada falta de rentabilidad para el productor. Sólo el coste de la alimentación ha aumentado en más de un 20 por 100; el coste de la energía también se ha disparado, al igual que el de los materiales y el de la propia mano de obra; no  se olvide que la inflación oficial en España, en el año 2021, ha sido del 6,5 por 100.

Y como muy bien lo expresó, el domingo pasado don Iñaki Goenaga, Presidente del Sindicato ENBA en su XX Asamblea, refriéndose en gran medida a los  Baserritarras, pero siendo igualmente aplicable, en este caso y entre otros, a los avicultores productores de pollos: el modelo actual de alimentación “low – cost” dónde la Cadena Alimentaria se sustenta en un sector productor a pérdidas, es insostenible.

Sí señor, TOTALMENTE DE ACUERDO.

Es imprescindible y lo repito por enésima vez, que se aplique CORRECTAMENTE YA, en todos los sectores agrarios la Ley de la Cadena Alimentaria (ya que somos incapaces de crear verdaderas cadenas de valor), para evitar estas situaciones de pérdidas, que tanto perjudican al sector primario.

El Gobierno, el MAPA, todos los poderes públicos implicados y también los sindicatos, , deben dejar ya de lado su “quehacer políticamente correcto” y su pasividad, para buscar garantizar la estabilidad y la rentabilidad de un sector, el agrario, que es siempre absolutamente fundamental para todo país, como se está pudiendo comprobar, una vez más, a raíz de la COVID – 19, que se niega a abandonarnos.

En este sentido está, por ejemplo en España, la denominada Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA), creada por la Ley 12/2013 de 2 de agosto, de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria. Se trata de un organismo autónomo adscrito al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación a través de la Secretaría General de Agricultura y Alimentación.

Su finalidad, tomemos buena nota, es precisamente el de realizar el control del cumplimiento de lo dispuesto en dicha Ley, en lo que respecta a la regulación de las relaciones comerciales entre los operadores de la cadena alimentaria (ganaderos, agricultores, fabricantes de alimentación y bebidas y distribuidores del sector agroalimentario). Cumpla pues realmente con su finalidad, controle y denuncie, con dureza y sin reparos, a todo aquél que no cumpla.

Va siendo hora, si no queremos acabar perdiendo una parte muy importante de nuestro sector primario, que “cada palo aguante su vela”; que cada cual asuma sus responsabilidades (que para esto nos pagan) y que empecemos a navegar en la dirección y en el sentido, correctos.

¿Tan difícil es?

Carlos Buxadé Carbó.

Catedrático de Producción Animal.
Profesor Emérito.

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *